Nos trasladamos a Navarra, concretamente a su capital, Pamplona. Allí nos espera el médico malagueño y catedrático de la Universidad de Harvard, Miguel Ángel Martínez-González. Hace 26 años llegó a Pamplona con apenas 38 años y ahora, con 64, asegura estar muy orgulloso de haber sido el creador del departamento de Salud Pública de la Universidad de Navarra y de contar con un equipo de 35 investigadores. Afirma sentirse en forma, con ganas de trabajar, de seguir investigando y, eso sí, de empezar a delegar poco a poco en sus compañeros de departamento tareas que él antes abarcaba en su totalidad. De esta manera, podrá centrarse en escribir, su gran pasión, después de la medicina, según nos confiesa.

Su último libro, motivo por el cual nos hemos reunido hoy con él, se titula 'La sanidad en llamas' y en él, junto a su hermano, el médico internista Julio Martínez-González, analiza cómo ha transcurrido la pandemia, qué se ha hecho mal o por lo menos, cómo se podía haber hecho mejor. Eso sí, desde el principio se prometieron que no señalarían a nadie y que sólo se dedicarían a analizar, desde un punto de vista profesional, qué ha pasado o, dicho de otra manera, qué está pasando con el dichoso virus.

Acaba de regresar de vacaciones, ¿ha podido desconectar un poco después de estos dos años tan duros?

-Miguel Ángel Martínez-González: Sí, he aprovechado para descansar, aunque he estado subiendo montes en el Pirineo (sonríe), lo que pasa es que este año llegué con una tendinitis en el talón de Aquiles porque me gusta correr todos los domingos por la tarde, en torno a una hora y cuarto. Voy desde mi casa, pasando por la universidad, hasta Avenida Baja de Navarra, por Burlada, y cojo el río hasta el cementerio de vuelta.

¿Qué rutas nos recomienda?

-M. A.: Por la tendinitis, este año he hecho rutas suaves y muy modestas, pero es una zona que conozco bien. He subido a 'Baños de Panticosa', de ahí a 'La Guachimania' y no quise llegar a 'Ibones azules' porque me notaba con molestias. Otra ruta muy bonita que hice fue la de la Cresta del Astún, el 'Pico de Malacara' y la subida a 'Estanes' desde la pista de Somport. (Recorre los Pirineos aquí).

De origen malagueño, lleva 26 años ya asentado en Pamplona. ¿Ha aprovechado para visitar a la familia?

-M. A.: A raíz de las últimas enfermedades de mis padres he estado mucho allí. Hacía coincidir congresos para ir allí o siempre que tenía que viajar si podía lo hacía desde Málaga.

¿Cuáles son sus lugares favoritos a los que siempre vuelve?

-M. A.: Me gustaba correr por la playa, ya que mis padres vivían en la urbanización de El Candado. Un buen sitio para escribir. La serranía de Ronda y todos sus recorridos es muy bonita. Una cosa que hago mucho es subir al monte San Antón a ver toda la costa. También me gusta ir a Marbella. Antes de llegar pasas por un sitio que se llama Las Chapas, desde donde se ve todo, y bajas en zigzag hasta el río, donde te puedes pegar un buen baño. Es un paisaje único. (Visita Málaga, también conocida como la costa del sol, aquí).

Con energías renovadas para el inicio de curso, se aprecia cierta relajación generalizada de las medidas, como si se hubiera acabado la pandemia...

-M. A.: Hay que recordar que estando vacunados no se acaba todo, ya que hay que seguir teniendo cuidado.

En el libro que ha publicado junto a su hermano Julio, médico internista en Málaga, hablan de la compensación de riesgo. ¿Qué significa esto?

-M. A.: Que cuanto más se vacuna, la gente va a creer que hay menos riesgo, pero se trata de una sensación de seguridad falsa. Esto se vio el 26 de junio, cuando dejó de ser obligatoria la mascarilla. En ese momento la variante delta hizo estragos. Hay que hacer educación sanitaria antes de levantar cualquier restricción.

¿Conoce las cifras reales de fallecidos por la covid-19 en el conjunto del Estado?

-M. A.: A 5 de agosto de 2021, la última estimación del 'Institute of Health Metrics and Evaluation' era que 131.000 personas habían muerto por coronavirus en España, una cifra muy diferente a la oficial del Gobierno, que habla de 80.000. (La pandemia que ha paralizado a todo el planeta, aquí).

¿Por qué tanta diferencia?

-M. A.: Este instituto mide más parámetros, no sólo las muertes que han sido atribuidas a coronavirus directamente. Íbamos a titular el libro 'Sepulcros blanqueados', haciendo alusión a que sólo se han contado las muertes en las que se realizó PCR y ésta salió positiva, mientras que las demás no.

¿Cree que la economía se ha impuesto sobre la salud?

-M. A.: No creo que haya que pelear entre economía y salud, sino trabajar bien la salud. Pero cuando la prioridad es hacer publicidad del Gobierno... Lo que hay que hacer son las cosas bien, con rastreos, tests, aislamiento de los infectados y cuarentena para sus contactos.

Para ello, ¿hacen falta más recursos?

-M. A.: Para llevar a cabo esto necesitas a mucha gente, está claro, pero es que tienes a muchos estudiantes de Medicina y Enfermería de último año, o incluso jubilados especializados en estas áreas, que podían haber ayudado. Por ejemplo, todos los años se celebra el MIR en enero y para mayo quienes han obtenido plaza están ya trabajando en los hospitales. ¿Pero qué pasó en el 2020? Que no se incorporaron hasta septiembre... Fue un tremendo error. Había que haber usado a toda esa gente desde el principio. A todos los sanitarios, enfermeros, médicos, farmacéuticos... a todos. Los datos que nos llegaban de otros países eran malos, pero aquí no se empezaron a tomar medidas.

¿Creen que se ha realizado una mala gestión de la pandemia por parte del Gobierno?

-M. A.: En el libro, mi hermano y yo seguimos un principio básico, criticar los errores, pero no las personas. Y nuestro segundo principio fue: los tontos buscan culpables y los listos soluciones. Si tengo que hablar de errores diría que nos sobran políticos y nos faltan sanitarios.

¿Qué opinión le merece Fernando Simón?

-M. A.: Como he dicho nos sobran políticos y nos faltan sanitarios. Y aquí además añado que nos faltan investigadores también. Pienso que la pandemia se ha gestionado mal, pero yo no soy nadie para decir qué responsabilidad le corresponde a cada uno. Eso sí, tengo claro que si hubiese estado en la situación de Fernando Simón, yo también hubiera cometido errores.

¿Destacaría algún país donde sí se hayan hecho las cosas bien?

-M. A.: Por poner un ejemplo, en Taiwán, que por su vecindad con China tenía que haber estado más afectado, tan sólo hubo siete muertos. En Nueva Zelanda, con una mujer de presidenta, tomaron la decisión de bajar los sueldos del Gobierno y con eso ganaron el respeto de la ciudadanía. Aquí se podían haber hecho mucho mejor las cosas.

¿En qué sentido? ¿Cree que se ha hecho política de la pandemia?

-M. A.: Es que con 500 muertes al día no se podía seguir haciendo política...

A pesar de la gravedad de la situación, se organizaron unas elecciones generales y cuatro campañas electorales autonómicas: en Galicia, Euskadi, Cataluña y Madrid.

-M. A.: Eso no tiene explicación. Hacer algo así dentro de una pandemia que estaba matando a 800 o 600 personas a diario... En una campaña electoral no hay oportunidad de ponerse de acuerdo y se tenía que haber esperado, unirse y trabajar en común. La política tenía que ponerse al servicio de la salud pública y no viceversa.

¿Han pasado su hermano Julio y usted el coronavirus?

-M. A.: Por suerte, mi hermano, que ha estado en primera línea, no, y yo tampoco.

Una de las cosas de las que más se ha hablado es sobre el origen del virus, ¿dónde se originó?

-M. A.: Me inquieta mucho la opacidad de China. Cuando eres inocente te da igual que vayan a ver lo que haces. Es muy sorprendente que el 12 de septiembre de 2019, el Instituto de Epidemiología de Wuhan retirase de Internet toda su base de datos. ¿Por qué lo hacen en ese momento, antes justo de que saltase la alarma a nivel mundial? Y ¿por qué en 2018 hay un informe que llega a Washington, hecho por Estados Unidos, donde se dice que este laboratorio de nivel 4 fallan en los protocolos? Algún día se responderán estas cuestiones, aunque nunca ha negado nadie nada.

Ralph Baric, director del Instituto de Estados Unidos, firmó una carta en la revista 'Science', en marzo de 2021, diciendo que hay investigar la posibilidad de que haya habido un escape accidental en un laboratorio de Wuhan. Cuando ves las referencias que pone, son muy incriminatorias para China. En 2015, el propio Baric firmó otro artículo en 'Nature' haciendo referencia a que la mezcla de virus en animales podía hacerlos más mortíferos para los humanos, alertando de que eso podría provocar una pandemia. También hay un reportaje en la RAI de hace unos años que a día de hoy pone los pelos de punta... Ceo que hay que seguir investigando sobre qué pasó realmente.

Aun así, hay que ver toda la información en su contexto y tener en cuenta los conflictos de intereses de cada cual. No entiendo que se retiraran las bases de datos y se pusieran impedimentos para investigar. Pasa el tiempo y ya no hay pruebas, aunque hay que mantener la presunción de inocencia.

A lo largo de su carrera siempre has mostrado gran preocupación por la nutrición. Afirma que comer bien nos protege del virus.

-M. A.: Cuando escribí el libro, intuía que así era, pero aún no tenía pruebas. Pero este pasado mes de abril publiqué unos datos de una investigación que hemos llevado a cabo en los que comprobamos que 9.000 personas que seguían la dieta mediterránea de forma correcta, reducían en un 60% el riesgo a infectarse de la covid-19.

Es fiel defensor de la dieta mediterránea.

-M. A.: Sí, por supuesto. La nutrición es una orquesta sinfónica inmensa y tiene que estar todo bien orquestado. Sigue la dieta mediterránea y no te faltará ningún aporte vitamínico ni nada, estará todo equilibrado. Hoy en día se come mucho alimento ultraprocesado artificial y mucha carne, pero hay que volver a nuestra tradición gastronómica. (Conoce más a fondo la dieta mediterránea aquí).

¿Cómo aplica esta alimentación en su día a día? ¿Qué es lo que no falta nunca en su nevera?

-M. A.: Bueno, he de confesar que no se me da muy bien la cocina... A la hora de comer soy más de pescado que de carne, y en la nevera no me falta nunca fruta, abundante y variada. Mi padre, Manuel Martínez González, era endocrino, y recuerdo que siempre recomendaba desayunos con mucha fruta. De pequeño tomaba muchos nísperos.

¿Cuál sería entonces un desayuno saludable?

-M. A.: Una pieza de fruta y una tostada de pan integral fresco, con aceite de oliva virgen extra y jamón serrano bueno con un café solo, sin nada de azúcar.

¿Cuál es el plato navarro que más le gusta?

-M. A.: Los espárragos, el cardo con almendras y jamón serrano, la alcachofa de la huerta de Tudela me pirra y la menestra navarra también.

¿Y un plato malagueño?

-M. A.: El ajoblanco, sin ningún tipo de duda. Mi madre, Victoria, lo hacía con uvas, con las verdes de moscatel, y recuerdo que les quitaba el pellejo una a una. Un detalle que es para hacerle un monumento. Hace un año que murió. Tenía 91 años. (Aprende a cocinar ajoblanco y cardo con almendras y jamón serrano aquí).

En sus anteriores libros, '¿Qué comes?' y 'Salud a ciencia cierta', trata de educar a la población general sobre hábitos de vida saludable.

-M. A.: Sí. Soy médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y por ello es necesario concienciar sobre la importancia de la nutrición, pero también de los peligros del tabaco o de la necesidad de realizar ejercicio físico. Creo que los profesionales tenemos que hacer algo para que todo lo que estamos investigando llegue a la gente. Sobre todo, sobre los estudios que hemos realizado con Harvard, pues es algo raro, o más bien excepcional, que un grupo de Europa, como nosotros, trabaje con ellos, y eso nos avala. (Toda la trayectoria de Miguel Ángel Martínez González aquí).

¿Qué están investigando su grupo y usted en estos momentos desde la Universidad de Navarra?

-M. A.: Estamos llevando a cabo proyectos de investigación a muy largo plazo. A mí me interesa, sobre todo, ver cómo come la gente ahora y saber cómo le afectará al Alzheimer en 2030.

Vive a caballo entonces entre Pamplona y los Estados Unidos...

-M. A.: Sí, llevo sin dejar de ir y venir desde 1998. Todos los años paso allí largas temporadas. Tenía miedo de que ahora como no se ha podido viajar por el COVID me retirasen el título de Catedrático en la universidad de Harvard, pero me acaban de decir que me han renovado hasta 2026.

¿Cómo ve la salud de la investigación en Navarra?

-M. A.: El Gobierno de Navarra está muy rácano y no tengo ningún problema en decirlo (risas). Antes daban más becas, pero ahora dan muy poco. Aquí tenemos una capacidad de investigación médica muy buena, pero el número de proyectos que salen adelante es muy pobre y no se dan suficientes ayudas. Además existe una falta de continuidad. Al final, los investigadores vivimos en una tensión continua. Por eso, los derechos de autor que gano a través de los libros que publico, los destino a financiar las investigaciones.

¿Prepara ya entonces un nuevo libro?

-M. A.: Tengo varios libros escritos que todavía no han visto la luz y algunos de ellos son de ficción. Me parece importante que podamos contar cosas serias en modo ficción para transmitir mejor el mensaje. Voy ya por la página 400 y pico de 'Health Economics', pero entiendo que explicar su contenido de forma novelada sería más interesante, porque permitiría llegar a más gente.

Y hablando de libros... ¿qué libro nos recomendaría para empezar el curso?

-M. A.: Pues ahora en vacaciones me he leído el último libro de Pérez Reverte, 'Línea de fuego'. También he leído 'El sueño del olivar', de Deborah Rohan, y me ha interesado mucho. Me gusta mucho también Richard Bachman, en 'El fugitivo'. Otro libro que recomiendo es ''Leyendo entre líneas', del investigador Gonzalo Herranz, que sacó a la luz numerosas investigaciones atroces que se hicieron con humanos durante años. Para mí, Gonzalo siempre ha sido un modelo. Recuerdo que me lo encontraba en la biblioteca todos los martes leyendo todas las revistas de investigación. (Profundiza más en la novela de Arturo Pérez-Reverte, 'Línea de fuego', y en 'El sueño del olivar: una historia de Palestina', de Deborah Rohan, aquí).

Por último, ¿una pasión oculta?

-M. A.: Mi vida es muy limitada para las aficiones. Viajo continuamente y estos dos años han sido excepcionales, pero los anteriores los pasé entre Sidney, Copehnague, Boston... Puedo confesaros que me relaja escuchar música mientras trabajo datos estadísticos en 'Stata'. Beethoven para mí es lo mejor. La novena es mi favorita. Me ayuda a concentrarme. También me gusta mucho 'El Mesías' de Haydn, Mozart y la filarmónica de Viena, que es otra liga. (Beethoven, un genio irrepetible, aquí).