Paren las rotativas. He encontrado a alguien que defiende que lo de Toni Cantó no es un chiringuito sino una acertadísima elección. Se trata de Zoe Valdés, que escribe esto en Libertad Digital. Y no, no es ironía. Lo dice en serio: "De modo que no me ha sorprendido que Isabel Díaz Ayuso haya nombrado a Toni Cantó, prestigioso líder político español, al frente de uno de los más importantes campos y de los más atacados por el comunismo, y ese campo es el del lenguaje, el idioma".

Si han terminado de descuajeringarse de la risa, les disparo a bocajarro el segundo entrecomillado. Es casi tan alucinógeno como el anterior: "Lo otro que no me ha asombrado son los ataques virulentos contra esta formidable decisión y contra el nombramiento de una persona que habla y se expresa tan bien como ha liderado sus decisiones políticas, de una audacia encomiable, como ha sido el caso de Cantó". Y como título, "El idioma versus el burrismo provinciano". Sin más comentarios.

Lo cierto es que tienen buena farlopa dialéctica hoy en Libertad Digital. Junto a lo de Valdés, encontramos el alegato justificador del golpe de estado de 1936 a cargo de Emilio Campmany. Si Casado llegó lejos en el Congreso el otro día, el amanuense ultra lo supera: "Es inequívoco que la Guerra Civil comenzó a raíz de un intento de golpe de Estado que fracasó. Pero el levantamiento militar no lo fue contra un régimen legítimo, pues la Segunda República llegó a raíz de otro golpe de Estado en 1931 que, a diferencia del de 1936, triunfó porque la derecha renunció a oponerse con las armas a él. Lo incruento no quita lo ilegítimo".

Y respecto a lo demás, me temo que hoy acabamos pronto. Por no abundar sobre la aburridera del referéndum, les propongo contemplar el cabreo diestro porque la entrega de los premios Princesa de Girona no se hace en el lugar indicado. Así se mesa los cabellos Karina Sainz Borgo en ABC: "Año primero tras la pandemia y tercero de la era Sánchez. Los premios de la Fundación Princesa de Girona se entregan de nuevo en la capital catalana. Desde 2019, tanto el Rey Felipe como la Princesa Leonor han sido apartados, casi precintados por el independentismo, que interpreta las visitas reales como una provocación. Es la gota insistente que horada las instituciones con la venia del Ejecutivo, claudicante tras los indultos al procés".

El editorialista de El Mundo echa las muelas por lo mismo: "Lleva semanas Sánchez felicitándose sin credibilidad por una supuesta «recuperación de la normalidad institucional» en Cataluña. Y ya vemos que eso se traduce en un envalentonamiento del secesionismo y en que el Rey y la heredera del trono, a la que entre otros títulos le corresponde el de Princesa de Girona, tengan vedado pisar esta parte del territorio nacional. Se trata de una intolerable humillación que el Gobierno parece dar por insoluble. Sus prebendas al golpismo solo dan alas a esos radicales cuyo persistente boicot a la jefatura del Estado sigue diciéndole a Sánchez qué entienden por concordia".

Como complemento a lo anterior, la noticia positiva, una par de páginas más allá y con este titular y este subtítulo: "Barcelona ya no recibe con bullangas a Felipe VI. La protesta contra el Monarca reúne a un centenar de personas". Miren qué bien.

En La Razón, miel y hiel. Lo dulce, para postrarse ante el monarca y su heredera: "La Princesa Leonor fue protagonista ayer en su discurso de entrega de los premios Fundació Princesa de Girona, que pronunció alternando catalán y castellano". Y debajo, el 'pero': "Menos Rey en Cataluña con Sánchez", encabezado bajo el que se cuenta que Sánchez ha recortado las visitas de Felipe VI. Curioso que lo diga, cuando en las últimas dos semanas ha ido tres veces.

Cosas de La Razón, que promociona así cierta sorpresa que tiene preparada para sus lectores pasado mañana: "Este domingo encontrarás en La Razón un sobre peligroso. Pedro Sánchez quiere meter en la cárcel a quienes difundan su contenido. ¿Te atreverás a abrirlo?". Ahora son la resistencia.