Linchamiento

– Es radicalmente cierto que hay un linchamiento despiadado a la ministra española de Igualdad, Irene Montero. La inmensa mayoría de la derecha política y mediática ha renunciado a la crítica legítima y utiliza las vías de agua de la llamada ley de solo sí es sí para cargar groseramente contra una persona por quien sienten una antipatía visceral desde el mismo instante de su nombramiento. En lugar de presentar argumentos razonables —que los hay— sobre los fallos de la norma, portavoces con sigla incorporada y amanuenses cavernarios le acusan de ser valedora de los agresores sexuales y enemiga de las víctimas. Son imputaciones que se extienden a la delegada del gobierno español contra la violencia de género, Victoria Rosell, y, en general, al equipo de Montero en el ministerio. En el colmo del cinismo y el rostro de alabastro, las vierten tipos y tipas que jamás han mostrado la menor cercanía con quienes han sufrido agresiones sexuales.

Sostenella y...

– Y, como hay que decirlo todo, también es radicalmente cierto que la ministra, sus colaboradoras y sus jaleadores en las redes sociales se han engorilado en un contraataque de brocha gorda, sin reconocer ni como hipótesis que quizá pudo haberse hecho mejor la ley. Todavía ayer Montero, erre que erre, porfiaba que la alarma social que se ha creado es una victoria del machismo. Con media gota de humildad, reconocería su cuota de responsabilidad en los motivos de tal alarma, que no ha surgido de la nada, sino de una catarata de rebajas de pena contantes y sonantes. Eso, mientras la arriba mentada Victoria Rosell nos exigía a los medios que no informásemos no ya sobre las revisiones de sentencia, sino tampoco de los recursos presentados por las defensas que se están dando un festín. Censura pura y dura.

¿Fiarse del Supremo?

– Total, que entre unos y otros, ahora se supone que hay que esperar que el Tribunal Supremo resuelva la cuestión indicando una doctrina común. Pues que Marchena, el dimitido Lesmes y otras señorías de puñeta en alto nos pillen confesados. Los medios conservadores ya celebran por anticipado que el Supremo señalará con el pulgar hacia abajo y dará la razón a los magistrados que están aplicando descuento a violadores, agresores y abusadores. Mejor que nos preparemos para un nuevo jarro de agua fría. Con lo poco que costaría hacer una evaluación de daños, identificar dónde está el agujero de la ley y, con la misma mayoría que se aprobó, echarle un remiendo para evitar que la norma creada para proteger a las mujeres acabe desprotegiendo a muchas de ellas.