Algo sí bajó

– Lo reconozco. Mi escepticismo ha quedado en evidencia. El mismo día de nochevieja, armado con la cámara de mi teléfono móvil, entré en mi supermercado habitual y me dediqué a fotografiar los precios de una decena de productos básicos. Lo hice porque soy un friki sin remedio de las hojas de Excell y, en primera instancia, porque no me fiaba de que las anunciadas rebajas y/o supresiones del IVA en ciertos productos básicos fueran a materializarse con la entrada del nuevo año. La (agradable) sorpresa al repetir la operación el lunes, primera jornada laboral de 2023, fue comprobar que en casi todos los casos se había obrado lo que yo daba por milagro. Tan solo el paquete de un kilo de arroz SOS redondo costaba lo mismo que antes de las uvas; concretamente, 1,87 euros. Las otras referencias habían visto reducidos sus precios en unos centimillos. Así, los huevos talla L de gallinas criadas en suelo pasaban de 2,45 a 2,36, el brik de un litro de leche semidesnatada de marca blanca descendía de 0,99 a 0,94 y el manojo de tres puerros bajaba de 2,10 a 2,08.

Rebajas ínfimas

– Con la excepción de la txapata de pan simple, que, gracias a una oferta especial, pasaba de 1,30 a 0,99, queda claro que hablamos de reducciones literalmente centesimales. No eché mano de la calculadora (y ahora me da pereza sacarla), pero la nariz me dice que en algunos de los productos el porcentaje rebajado no se corresponde con el anunciado. El ahorro, por lo tanto, es raquítico. Y eso, en un establecimiento que, hasta donde yo sé, no ha hecho trampas descaradas. Un amigo más avispado que yo sacó en otra franquicia fotos de precios el martes, 27 de diciembre, que fue cuando Pedro Sánchez anunció a bombo y platillo la medida. Repitió la operación el jueves, 29, y certificó que varios de los productos incluidos en el decreto habían subido. Anteayer, volvían a bajar pero seguían resultando más caros que hace una semana. El que no corre...

Y no se ingresa

– ¿Adónde quiero llegar? Pues a lo que, intuitivamente, cualquiera da por hecho. En realidad, a lo que los dos socios del gobierno español tenían clarísimo cuando el PP, Vox y los restos de serie de Ciudadanos instaban a las reducciones y supresiones de IVA: era una medida que no beneficiaba al consumidor final sino a las grandes empresas de distribución, que lo tienen chupado para hacernos la jugada de la bolita de los trileros del rastro. Por ahí rulan los vídeos de las ministras María Jesús Montero y Yolanda Díaz alertando sobre ello. En el camino, añadían con razón, las arcas públicas dejaban de ingresar un dinerito muy necesario.