¿Pederastia sí o no? - Venga, va. Abramos debates. Primero, uno tontorrón: ¿es la tierra plana o esférica? Oigan, tan respetable será defender lo uno como lo otro, ¿no? Igual igual, por citar otra presunta discusión reciente, que porfiar sobre si las vacunas salvan vidas o, además de multiplicar las muertes, sirven para que nos implanten chips con los que nos controlan. Hay quien lo ve de una manera y quien lo ve de otra y chispún. Un pasito p’alante, María. ¿Qué nos parecen las relaciones sexuales de adultos con niñas y niños? Ya escuchamos a la ministra española de Igualdad -¡que no se ha desdicho!- que las y los menores tienen potestad de escoger con quién las mantienen, al margen de la edad que indique el DNI. Pero no es solo ella. Soto vocce, un destacado miembro de un colectivo LGTBI (y las letras que me queden) me leyó la cartilla sobre la hipocresía que gastaba al respecto y me recordó que griegos y romanos tenían totalmente normalizadas las coyundas con púberes. Un cura recientemente fallecido y glosado como santidad en los obituarios de rigor me espetó lo mismo: si te aprieta la ingle bajo la casulla, no es pecado desfogarte con un monaguillo. 

¿Trata de personas sí o no? - Sumemos y sigamos. Hablemos del tráfico de personas de países pobres a países menos pobres. ¿Imaginan que viniera alguien a vendernos la monserga de que se trata de una transacción legítima, puesto que los migrantes que aceptan pagar todo lo que tienen por subirse a una patera lo hacen libre y voluntariamente? Cada uno de los ejemplos anteriores, a medio gramo de conciencia y sentido común que alberguemos, nos debería parecer no solo absurdo sino abyecto. No los aceptaríamos como materia de debate porque el sentido de la moral más básico determina, más allá de ideologías, lo que está bien y lo que está mal. Defender cualquiera de las posturas y/o las prácticas aberrantes que he enumerado nos provoca un escándalo que nos hace plantarnos en lo más primario.

Vidas por catálogo- Por eso mismo es un delirio que nos planteemos como cuestión de gustos u opiniones que en el siglo XXI se permita la compraventa de bebés. Igual que nos parece terrorífico que se argumente a favor de la pederastia, la explotación sexual o la trata de personas, debería escandalizarnos que nos cuelen como algo admisible el pago a tocateja por una vida humana, y además, a través de catálogo, con posibilidad de escoger como gestante de la mercancía humana una hembra (que no una mujer) de características físicas determinadas y con garantía de devolución.