Hay que reconocer a Carles Puigdemont y a su guardia de corps un manejo de la comunicación cada vez más eficaz. Si, desde el mismo instante de su expatriación, el president ha mostrado una enorme habilidad para estar en el centro de los focos mediáticos, en los últimos meses, reconocido como dueño del destino de Pedro Sánchez, su capacidad para ser noticia cuando y como quiere se ha multiplicado por ene.

Lo volvimos a comprobar el pasado jueves, cuando su comparecencia para desvelar si se presentaría o no a las próximas elecciones al Parlament tuvo en vilo a todos los medios digitales e hizo romper las programaciones televisivas... con la curiosa excepción de TV3, que siguió con la emisión de su concurso vespertino.

Fórmula personalista

Tiene mucho mérito despertar expectación sobre algo que se daba por hecho. Lo sorprendente, en todo caso, habría sido que hubiera anunciado que no tenía intención de comparecer a los comicios. Ocurre que andamos flojos de memoria. En las dos últimas citas con las urnas, estando en ambas en el destierro, Puigdemont ya fue cabeza de lista de Junts per Catalunya (2017) y Junts (2022). Igual que ocurrirá esta vez, no hizo campaña a este lado de la frontera para evitar su detención.

Así que la noticia no es para tanto. Lo novedoso, si cabe, es lo que pueda pasar en los próximos días. Una vez rechazada por parte de ERC la descacharrante propuesta de presentar una candidatura única -¡solo faltaba!-, nos queda por ver si el residente en Waterloo encabezará una plancha con el nombre de Junts o buscará otra alternativa.

Viendo la web que ha abierto bajo el dominio carlespuigdemont.cat, todo apunta a que la denominación será otra, con una connotación más personalista. Se trata, obviamente, de aprovechar su tirón entre el soberanismo más allá de una formación, Junts, que lidera, aunque sin cargo orgánico desde 2022.

Será interesante ver si la fórmula le sirve para mejorar los resultados de las últimas encuestas, que, además de vaticinar la victoria de largo del PSC, todavía sitúan a Esquerra por delante de los posconvergentes. Todo, con mayorías de gobierno prácticamente imposibles.