La Vuelta tiene unos cuantos años (hasta su retirada) para encargar la estatua de Primoz Roglic y elegir el sitio en el que va a ubicarla, porque lleva cuatro años demostrando que ama esta carrera y que su presencia la hace más grande. En los tres primeros, como vencedor y esta vez como un segundo clasificado obligado a retirarse porque no se resignaba a no ganarla de nuevo. Solo se le pueden comparar Roberto Heras (cuatro victorias) y Alberto Contador y Toni Rominger (tres), pero el suizo corriendo en un equipo español y, por tanto, más obligado que el esloveno (que corre en un equipo neerlandés) a dar el do de pecho en la Vuelta. El abandono de Roglic ha dolido a toda la afición, porque es imposible no admirar a un tipo tan combativo, inconformista y valiente como el esloveno, y porque la carrera se ha quedado mucho más triste sin él. Nos queda el consuelo de no tener dudas de que Roglic volverá a una de sus carreras favoritas.