Desde su fundación en 1967, El Sadar no se había visto en una parecida: un partido de Osasuna en un torneo europeo, la Copa de la UEFA. El Glasgow Rangers y 400 aficionados escoceses se presentaban en Pamplona para intentar hacer valer el 1-0 de la ida ante un equipo rojillo que no se iba a conformar con un paso efímero por su primera gran competición.

La baja de Sabido obligó a Ivan Brzic a completar la convocatoria con el internacional juvenil Goicoechea, que no llegó a jugar, y al campo saltaron Biurrun, Ibáñez, Castañeda, Purroy, Lecumberri, Rípodas, Benito, Lumbreras, Orejuela, Bustingorri y Martín. Después, con el único objetivo de perder tiempo cuando el marcador señalaba el 2-0 final, hubo un par de cambios: Sola por Martín (88) y Echeverría por Lumbreras (90).

Pero esos 13 jugadores rojillos no fueron los únicos que pisaron el césped de El Sadar, porque antes del inicio del partido, Patxi Iriguíbel realizó el saque de honor y recibió una placa de manos de Rípodas.

Pichichi Iriguíbel -apodo que se ganó al ser máximo goleador de Segunda en 1978/79 y 1979/80- se merecía el cariñoso homenaje que recibió de las abarrotadas gradas de El Sadar (casi 26.000 hubo aquel día).

Iriguíbel, que años después sería delegado del equipo, dejaba atrás once temporadas en Osasuna con cifras espectaculares que le acreditan como uno de los mejores delanteros de la historia del club, así como uno de los más emblemáticos por su estilo de juego corajudo y comprometido con los colores del equipo.

Y empezó el partido, y el Glasgow Rangers comprobó desde el primer minuto que ese rival debutante le iba a meter en un lío. En el minuto 11, Rípodas recibía un pase de Martín y marcaba el primer gol. Y en el minuto 40, Orejuela controlaba un balón y lo pasaba a Benito, que a su vez lo cedía a Martín para que por raso consiguiera el 2-0.

Osasuna se iba al descanso con ventaja en la eliminatoria pero con el temor de que un tanto escocés le mandaba a casa.

El Glasgow Rangers dio su único susto en el minuto 50 -Castañeda sacó casi en la línea de gol el balón, con Biurrun ya superado- y el resto fue una mezcla de placer y sufrimiento hasta el pitido final.

El míster de los visitantes se enfadó tanto con la eliminación que en su conferencia de prensa no aceptó preguntas, mientras que los jugadores rojillos eran unánimes al hablar del excepcional ambiente que vivió El Sadar y de la alegría colectiva por el triunfo. Osasuna se estrenaba en Europa y comprobaba que eso tiene siempre un sabor especial.

Para el anecdotario de esta primera visita de la Copa de la UEFA a Pamplona quedaron varias curiosidades. Por ejemplo, el impresionante dispositivo de seguridad que se montó -no se sabe si por temor a los seguidores del Glasgow Rangers, tipos pacíficos donde los haya, o por miedo a una reacción airada contra ellos de algún aficionado navarro, caso de perder la eliminatoria, que tampoco fue el caso-. Y también el hecho de que el árbitro, el francés Quiniou, comió dos veces. En Biarritz, al mediodía, hora de comer en Francia, y en Pamplona un par de horas después. Lo curioso es que era un tipo flaco.