Hay una única forma de hacer un mate en el ajedrez en dos (1. f3 e5. 2. g4 Dh4). Hay un mate mucho más famoso, el del pastor, de cuatro movimientos, para hacerle a los novatos. Y es obligado citar el brillante Mate de Legal, que Kermur de Legal consiguió en 1750 ante Saint Brie en apenas 7 movimientos (1.e4 e5 2.Cf3 d6 d6 3.Ac4 Ag4 4.Cc3 g6 5.Cxe5 Axd1 6.Axf7+ Re7 7.Cd5).

Las llamadas miniaturas -partidas que se ganan en menos de 20 movimientos- son bastante más corrientes de lo que puede parecer y pocos son los jugadores de elite que no han caído en alguna.

En todo caso, en las miniaturas hay que establecer tres grandes grupos: en el primero, el derrotado no comete ningún claro error sino que sucumbe ante una genialidad novedosa. El segundo son las celadas: ofrecer una pieza sin que el rival se dé cuenta de que es un cebo. Y el tercero es lo que el maestro alemán Siegbert Tarrasch (1862-1934) acuñó con la expresión latina amaurosis scachistica y que puede traducirse como ceguera ajedrecística que, en suma, consiste en sufrir un descuido infantil y fatal.

El caso del GM Miguel Illescas pertenece al segundo y, sobre todo, al tercer grupo. Illescas, uno de los mejores jugadores españoles de todos los tiempos, disputaba una partida clasificatoria para el Mundial ante el inglés Matthew Sadler, y no se dio cuenta de que al comerse un caballo perdía su reina.

La partida apenas duró 11 movimientos (1. d4 d5. 2. c4 dxc4. 3. e4 Cc6. 4. Ae3 Cf6. 5. Cc3 e5. 6. d5 Ca5. 7. Cf3 Ad6. 8. Da4+ Ad7. 9. Dxa5 a6. 10. Cb1 Cxe4 11 Rd1 c3) e Illescas abandonó molesto no sólo por la derrota sino porque este tipo de partidas dan la vuelta al mundo.

Pero, insistimos, Illescas tenía mucho material en la historia del ajedrez para consolarse. El ejemplo más citado lo protagonizó el ruso Mijail Chigorin, uno de los grandes de la historia. En su pugna por el título mundial ante el austriaco Wilhem Steinitz, en La Habana en 1892, estaba a punto de ganar la 23ª partida, lo que habría igualado el match, cuando movió un alfil que le cubría de un mate... y se echó las manos a la cabeza. Por un error incomprensible había perdido una partida y un título mundial que nunca poseyó.