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El secuestro de Quini

El 1 de marzo de 1981, tras un partido de Liga en el que ha marcado dos goles, dos delincuentes comunes secuestran al blaugrana Quini. Comienza un calvario que acabará con final feliz -detención incluida de los culpables- 25 días después.

El secuestro de QuiniARCHIVO

En marzo de 1981, Enrique Castro González, Quini, es una de las grandes figuras del fútbol español. El ovetense, de 31 años, ha llegado al FC Barcelona proveniente del Sporting de Gijón, en el que ha logrado el Trofeo Pichichi de máximo goleador de la Liga en las temporadas 1969-1970, 1973-1974, 1975-1976, 1976-1977 y 1979-1980. Dos de ellas (70 y 77) en Segunda y las otras tres en Primera.

Al descender a Segunda el Sporting en esa última campaña, el Barça se anima a pujar por Quinigol, y la cifra de traspaso pasa de los 40 a los 82 millones de pesetas, una cantidad astronómica hace 30 años.

Quini, que en sus dos primeros años con el Barça volverá a ganar el Pichichi, llama la atención de dos personas que el 1 de marzo, tras el Barça-Hércules (6-0 con dos goles de Quini) lo encañonan con una pistola y se lo llevan en un coche.

El secuestro es un mazazo para el equipo, que sólo sumará un punto en las cuatro jornadas que durará la ausencia del asturiano, y que será quizás la causa de que el Barça no gane la Liga.

La alarma la da la esposa de Qini, María Nieves, y la desaparición es oficial y pública al día siguiente, con el consiguiente revuelo mediático.

En las primeras horas se habla de motivos políticos, al reivindicar el secuestro los autodenominados Batallón Catalano-Español y PRE.

El 3 de marzo, los secuestradores se ponen en contacto con el Barça y exigen un rescate de 100 millones de pesetas.

En esas circunstancias, la Federación se niega a alterar el calendario, pese a declaraciones como la de Schuster, uno de los amigos de Quini en la plantilla culé: "No jugaré. Además de piernas tengo corazón. Sólo quiero que vuelva Quini".

Los secuestradores demuestran que son inexpertos en la operación de cobrar el rescate: exigen al Barça que ingrese el dinero en una cuenta bancaria suiza, sin darse cuenta de que la cooperación de las policías española y suiza permite levantar el secreto bancario suizo. Se descubre el nombre del titular de la cuenta, que es detenido y confiesa que Quini está en un taller mecánico en Zaragoza.

El 25 de marzo, a las 22.00 horas, la Policía entra en el local y libera al futbolista. Un demacrado Quini llega a su casa de Barcelona unas horas después, y es recibido por el presidente del Barça, Núñez (en la imagen) y por miles de aficionados, que ovacionan al jugador.

Los secuestradores sufrieron sentencias de 10 años de cárcel y 5 millones de pesetas de indemnización al jugador, que renunció a cobrar ese dinero.