si a los jóvenes aficionados a la Fórmula 1 se les habla de Nelson Piquet, piensan en ese piloto que en 2008 y 2009 compitió en Renault junto a Fernando Alonso, y que salió de la Fórmula 1 por la puerta falsa por sus malas actuaciones -en general- y por admitir que, de acuerdo con el patrón Flavio Briatore, se accidentó en el GP de Singapur 2008 para que la salida del coche de seguridad beneficiara a Alonso, que ganó la carrera.
Pero el Nelson Piquet por excelencia (al otro le llaman Nelsinho, por distinguir) es, sin duda, del padre de ese piloto. Nacido en 1952, Piquet compitió en la F1 de 1978 a 1991 y ganó tres Mundiales (1981, 1983 y 1987) y 23 grandes premios.
El 14 de enero de 1992, Nelson Piquet anunció su retirada de la Fórmula 1. A sus 39 años, y tras haber pilotado en 1991 para Benetton (con la que había ganado el GP de Canadá), la escudería británica no le renovó el contrato. Al no encontrar un coche competitivo, prefirió despedirse de la Fórmula 1 y centrarse en sus negocios en Brasilia, donde poseía una empresa de neumáticos y una compañía de aerotaxis. O al menos eso anunció él, porque poco después pudo más el gusanillo del automovilismo, que le llevó a participar un par de ediciones en las 500 Millas de Indianapolis y en las 24 horas de Le Mans, sin buenos resultados, antes de dejar definitivamente el automovilismo.
Piquet, hijo de un ministro que intentó, sin éxito, orientar a su vástago hacia el tenis, dio el salto a la F1 merced a su victoria en la F3 en 1978. Se enroló en McLaren y poco después Bernie Ecclestone le fichó para Brabham, donde compitió junto a Niki Lauda.
Después, ya como líder de la escudería, comenzaron sus éxitos y sus sonados duelos contra el británico Nigel Mansell, un piloto mucho más irregular que el brasileño. Cuando coincideron en Williams en 1986 y 1987 saltaron chispas.
El estilo calculador de Piquet no solo se reflejó dentro de la pista, sino también fuera, ya que era un especialista en utilizar las declaraciones a la prensa para sus fines. Por ejemplo, para calentar un poco más al ya caliente Mansell, y para desprestigiar en lo posible a su compatriota Ayrton Senna, consciente de que le estaba arrebatando la popularidad. Todo lo cual no quita para que haya sido uno de los grandes de la F1 de todos los tiempos.