pamplona. Roi Reinaldo se tira a la piscina (y eso que la de la imagen no tiene agua) para confesarse en temas ajenos al ajedrez, su deporte. Lo hace mientras desayuna.

¿Qué hace un gallego como usted en una ciudad como Pamplona?

Vine básicamente por una navarrica. Estaba trabajando en Galicia de informático y cuadró que mi vida personal me trajo hasta aquí. Empecé un proyecto desde cero y aquí me he quedado, aunque ya no estoy con esa chica. Me he asentado en Pamplona.

¿Hasta que se cruce otra mujer en su camino?

No, ahora ya he aprendido (risas). En principio la idea es quedarme aquí, por lo menos mientras pueda, aunque nunca se sabe dónde te va a llevar el destino.

¿Cómo se vive en Navarra?

Está mucho mejor económicamente que de donde yo vengo. El nivel de vida es más elevado. En comparación con Galicia, la gente gana más dinero. Pero es como la pescadilla que se muerde la cola: se gana más, pero todo es más caro. A nivel social me he encontrado con varias sorpresas. Me resulta curioso que haya tanta fricción social, sobre todo con el tema político. Y a nivel de juerga está muy bien, pero vengo de Santiago, que también tiene muy buenas zonas de fiesta.

¿Se parecen Santiago y Pamplona?

No demasiado, sobre todo en el tema del dinero. Muchas veces voy a Galicia con amigos navarros y alucinan porque hacemos bote y, con 20 euros cada uno, te da para toda la noche, mientras que aquí no te duran ni media hora. Pero Pamplona está muy bien. Hay fiestas continuamente y el Juevintxo es un gran invento.

Se le nota una debilidad especial por la gastronomía...

Si alguien quiere ser mi amigo, me ganará con una comida (risas). Soy de muy buen comer. Me encantan ciertas comidas de Navarra, pero como en Galicia no se come en ningún sitio. Solo por el marisco y la empanada gallega... Pero eso no quita para que, cada vez que viajo, no puedo irme del lugar que visito sin probar la comida típica de allí, aunque sea algo que me reviente el estómago. Pero el marisco gallego no tiene competidor, aunque en Navarra se come bien y he probado muchos productos que no sabía que existían, como la borraja y el cardo.

Reconoce que no ha tenido problemas sociales de integración. Tampoco gastronómicos. ¿Qué me dice del tema laboral?

Cuando llegué a Navarra, no me conocía nadie y en menos de dos meses me llamaron de varios sitios para dar clases de ajedrez. Y tengo una anécdota curiosa. En un centro del que no voy a revelar el nombre me preguntaron después de una entrevista de trabajo a ver cuánto quería cobrar. Les propuse las tarifas que manejaba en Galicia y se rieron de mí. Incluso me dijeron que pidiera más. Y desde entonces cobro lo mismo. Por suerte, mi sueldo no ha bajado como ha ocurrido en otros sectores. Cobro por hora y cobro lo mismo que en 2008, cuando llegué aquí. No ha subido nada, pero tampoco ha bajado. Por fortuna, no tengo problemas laborales e incluso todos los años tengo que rechazar algún trabajo porque no me da la vida.

O sea, que usted es la mejor prueba de que se puede vivir del ajedrez.

Sí, pero yo lo hago con la enseñanza, no jugando. No te forras, pero se puede vivir bastante bien.

Además de ajedrecista, es informático. ¿Se considera un friki?

Cualquiera que se involucre excesivamente en su área puede ser un friki. Por ejemplo, los informáticos que solo viven del ordenador terminan siendo frikis. Pero yo nunca lo fui porque dejé de trabajar de informático hace tiempo. No seguí en la onda y estoy caducado. Y en el ajedrez tampoco lo soy. Cuando voy a una comida con amigos o a tomar unas cervezas, no hablo de ajedrez. Intento hablar de cosas más o menos normales y, si sale algo de ajedrez, hablo, pero de la misma forma que hablo de fútbol u otros asuntos. En ese sentido no me considero friki, aunque sí lo he sido de otras cosas. Por ejemplo, me pasé semanas jugando como un loco al Age of Empires.

Dice que también habla de fútbol. Creo que tuvo la oportunidad de conocer personalmente a Andrés Fernández, el portero de Osasuna.

Es verdad. Me propusieron hacer un reportaje con él porque me dijeron que le gustaba jugar al ajedrez, pero tengo que reconocer que tuve que mirar en Internet a ver quién era porque no le conocía. No lo pregunté para no quedar mal. Luego le conocí y me pareció muy majo. Tengo un equipo en el Comunio, aunque todavía no he comprado a Andrés (risas), pero no soy un fanático del fútbol. Tengo cierta afición, pero, si me preguntan la alineación del Celta, que es mi equipo de siempre, solo sabría decir dos o tres jugadores. Antes me gustaba ver partidos, como los Barça-Madrid, pero creo que me cansé porque hubo un año que jugaron seis o siete clásicos seguidos. Me aburrió.

¿Es Andrés Fernández un buen jugador de ajedrez?

Tiene nivel de aficionado, pero el problema es que es autodidacta y solo ha jugado por Internet. Le falta jugar contra personas in situ. Si lo hiciera, mejoraría muchísimo en la toma de decisiones. Pero tiene sus aptitudes y, aunque le he visto poco, controla estrategias básicas, tiene margen de mejora y además le interesa, aunque tiene poco tiempo libre porque me dijo que también iba a empezar ahora la universidad.

Así que el portero de Osasuna se escapa del cliché de futbolista con escasas inquietudes, ¿no?

Andrés parece un tío bastante completo. Quizá el cliché de futbolista que tenemos es más del estilo de Sergio Ramos, un tío que no se entera de nada y es medio burro. Pero habrá de todo. Seguro que hay universitarios en Primera División.

Admite que su equipo es el Celta, pero, después de seis años en Pamplona, ¿no le tira un poco Osasuna?

No. De hecho me invitaron alguna vez y no me gustó (risas). No sé si tuve mala suerte, pero fui a ver tres partidos que fueron lamentables y aburridísimos. De hecho, una vez estuve en un palco y terminé viendo el partido por televisión y tomándome unos cubatas (más risas). Básicamente mi afición al fútbol nunca va a llegar para hacerme socio de ningún equipo. Voy a algún partido puntualmente, pero de la misma forma que voy al cine.

Pero si tuviera que elegir entre el Barça y el Madrid...

El Barça.

¿Desde siempre?

Creo que de pequeñito fui del Madrid porque mi hermano era del Barça y quería tocarle las narices (risas). Pero era así con todo. Si a él le gustaba la tortilla, a mí no (más risas). Era un tocapelotas.

¿Lo sigue siendo?

Ya no.

Volvamos a su preferencia por el Barcelona. ¿A qué se debe?

No entiendo mucho de estrategias, pero me gusta más cómo juega el Barça. Me encanta eso de dar un paso hacia atrás para atacar y dar uno hacia adelante para defender.

Así que entre Messi y Cristiano...

Aunque Messi no es santo de mi devoción, a Cristiano le tengo mucha tirria. Ese cliché de futbolista engominado, alto, guapo y rico nunca me ha gustado, aunque es lo que sale en la prensa. A lo mejor, si le conociera en persona, me caería bien. No lo sé.

Asegura que va al fútbol de la misma forma que va al cine. ¿Le gusta?

Sí, hace cinco minutos le mandé un mensaje a una amiga para decirle que estrenaban unas películas que podían ser chulas. Me gustan sobre todo las de ciencia ficción, las apocalípticas... También soy muy aficionado a las series, quizá demasiado. Ahora estoy viendo Breaking Bad, que es bastante famosa, pero las veo todas: The Walking Dead, El Mentalista, 24... Me engancho enseguida.

Pero el cine es caro, ¿no?

Mucho, pero de vez en cuando me gusta ir, sobre todo a las películas de efectos especiales. Merece la pena. Me gustan las pantallas gigantes. De hecho, antes tenía un proyector en casa.

Suena a vida sedentaria...

Suena, pero también hago otras cosas. Y muy raras. Por ejemplo, soy federado y compito a bádminton. También voy a la montaña. Tengo un grupo de amigos gallegos con los que hago algún viaje y este año fuimos al Atlas, en Marruecos. El año pasado fuimos a Islandia y ahora estoy buscando gente para ir al Aneto. Además juego a pádel, fútbol sala...

¿Tiene cuadrilla en Pamplona?

Es difícil entrar en una cuadrilla. Más o menos vas como invitado, pero no terminas de ser miembro y alguna vez he tenido alguna pequeña crisis existencial en este sentido. Se nota mucho en el almuerzo de San Fermín, que todo el mundo va en cuadrilla y yo no tengo, aunque me invitan. Pero Pamplona tiene otras cosas buenas, como las bajeras de la gente joven. Te cuesta 20 euros al mes y tienes un sitio donde estar y donde siempre hay gente. Eso en Galicia no existe y me parece un invento del copón para hacer vida social.

¿Conocía los Sanfermines antes de venir a vivir a Pamplona?

La primera vez que vine a Pamplona fue en el año 98. Era fin de año y no sabía que era como Carnaval. Fue una sorpresa total. Salí normal y volví a casa con una falda escocesa y una espada. Me gustó. Más adelante, en 2004, vine con un grupo de amigos y fue muy divertido. Los Sanfermines, como todas las fiestas, están muy bien, pero son muchos días. En Navarra las fiestas duran demasiado. Se para el mundo.

¿Cree que en los Sanfermines hay demasiado desmadre, como se ha dicho este año en televisión?

Creo que no ha cambiado nada, pero ahora los medios buscan el morbo. Es una exageración. Todas las noticias son de muertes en carretera, asesinatos, violaciones, violencia de género, la crisis y Bárcenas, pero parece que es lo que demanda la gente. Reconozco que veo muy poca televisión porque la publicidad y los realities me ponen nervioso.

¿Los realities

Pido perdón porque admito que vi el primer Gran Hermano. Me parecía un experimento sociológico interesante, pero luego se ha ido corrompiendo con jacuzzis, Gandía y no sé qué más. Para mí todo eso es basura que lava el cerebro de la gente, que nos deja atontados y no nos permite reaccionar contra este Gobierno que tenemos.

¿Cómo se puede cambiar eso?

No sé cuál podría ser la solución para acabar con la corrupción de los políticos. Que cobren más para no corromperse o simplemente que haya unas penas brutales para el que delinca. No lo sé, pero es impresionante y no se salva ni el apuntador. Son todos unos corruptos.

¿Ha pensado alguna vez en probar como político?

Sí, porque me gusta mucho debatir, pero soy consciente de que el sistema hay que cambiarlo desde dentro y el poder corrompe. Te contaminas. Creo que los políticos viven en otra galaxia.

Y usted, ¿en cuál vive?

Intento ser realista y situarme en el lugar del otro, pero lo cierto es que tengo una vida bastante acomodada.

¿Ha robado alguna vez?

En el supermercado, pero cuando era estudiante. Un queso, un paté de los caros... Lo hacía por vicio. Está mal, pero no lo considero un gran delito.