pamplona - Cuando se realizó esta entrevista, la semana pasada, Silvia Bedmar estaba haciendo las maletas. Una vez concluida la histórica temporada del GH Leadernet, la capitana de las chicas del voley quería pasar unos días en su tierra, Granada, antes de acudir a la convocatoria de la selección española en Barcelona.
¿Tiene ganas de volver a casa?
-Muchísimas. Tengo ganas de ver a mi familia, aunque hablo con ellos todos los días. Aunque sólo tengo tres días libres antes de ir con la selección, bajaré a Granada. Tengo ocho horas y media de viaje en coche hasta allí y luego otras ocho hasta Barcelona, pero merecerá la pena.
¿Qué es lo que más echa de menos de su tierra cuando está lejos?
-La comida de mamá (risas). También recibir un abrazo de mi gente en los momentos difíciles, aunque en Pamplona nunca me he sentido sola porque vivo con mi novio y estoy continuamente en contacto con mi familia. Aquí estoy súper a gusto, pero si estuviesen conmigo mis padres, mi hermana y mis amigas de toda la vida todo sería mejor.
Dice que está a gusto en Pamplona. ¿Qué opinión tiene de la capital navarra?
-Las zonas verdes fueron lo que más me asombró cuando llegué, porque en Granada no encuentras tantos parques en ningún sitio. Además, hay mucha gente joven y mucha vida, aunque cuando llueve no tanta (risas). Me gusta el ambiente, meterme en un parque y desconectar de la ciudad, los coches y el ruido. Y la gente también me gusta: aunque me decían que en el norte la gente es muy seca, he podido comprobar que hay de todo, igual que en Andalucía.
¿Y qué me dice del clima?
-El invierno pasado no salió el sol más que dos días. Ya me voy acostumbrando. Siempre que veo las noticias, todas las nubes que hay en el mapa del tiempo están en el norte, y de Madrid para abajo todo es sol (risas). Que esté siempre nublado entristece un poco, pero no hay que darle mayor importancia.
¿Conoce los Sanfermines?
-Todavía no he tenido la oportunidad de vivirlos, pero me gustaría hacerlo. No sé cuándo, pero lo haré. Y me han dicho que, en cuanto los conozca, acabaré repitiendo. En tres años ya he descubierto que los Sanfermines son algo principal aquí: todo gira en torno a ellos (risas).
Una andaluza en Pamplona. Ante este panorama, la pregunta es obligada: ¿Ha visto Ocho apellidos vascos?
-Por supuesto. Y lo mejor es ser andaluza y verla en un cine del norte. No sabía cómo iba a reaccionar la gente y no hacía más que mirar a mi alrededor, pero la verdad es que todo el mundo se lo tomó muy bien. Igual que nosotros, los del sur, que también somos protagonistas. Es una de las películas que más me han gustado: ha sabido tocar con humor varios puntos fuertes. Está muy bien.
¿Se sintió identificada con el protagonista, un sevillano que se sumerge en Euskadi?
-Un poco sí, sobre todo cuando hablan del euskera. Ahora ya entiendo algunas palabras, pero cuando llegué... Es diferente, en cambio, porque yo tampoco vine con tantos prejuicios como el protagonista. Yo primero experimento y luego opino.
¿Dice que le va bien con el euskera?
-¡No! Mal, muy mal. Sé lo que significa bai, eskerrik asko, agur... ¡Y eta, que significa y! Al principio, lo vi escrito en los contenedores y pensé: "¡Pero qué pone ahí!" (risas). La verdad es que la gente con la que me relaciono aquí no habla euskera, así que no lo oigo mucho.
Ocho apellidos vascos gira entorno a una serie de tópicos. ¿Usted los comparte?
-Sí que se dice que la gente del norte es más cerrada, aunque yo en Pamplona he conocido a gente capaz de ponerme a mí por delante de sus intereses y compromisos, algo que se agradece. También se menciona, en el sur y en toda España, el tema del terrorismo en el País Vasco. Y con los andaluces ocurre lo mismo: incluso en Granada se pone a los sevillanos de pijos para arriba. Es lo que hay, nos encanta hablar. Luego que sea cierto o no ya es otra cosa.
Hablando de apellidos... El suyo, Bedmar, es muy original. ¿De dónde viene?
-De Jaén. Bedmar es un pueblo de la provincia de Jaén. Muchas veces me han preguntado a ver si soy extranjera, aunque luego me escuchan hablar y salen de dudas: "Esta es más del sur..." (risas).
Cambiemos de tema. Es fisioterapeuta.
-Sí, desde pequeña siempre me han gustado los masajes y esas cosas. Cuando alguien se lesionaba, siempre quería saber el por qué y cómo podía recuperarse. Es un mundo que siempre me ha interesado, porque está muy relacionado con el deporte y todo el deporte me gusta. No entré en la carrera por nota, porque la exigían muy alta, pero al estar en la selección pude hacerme con una de las plazas reservadas para deportistas de alto rendimiento. Y no me arrepiento.
También da clases de pilates.
-En Granada estaba acostumbrada a compaginar el voleibol con los estudios. Cuando llegué aquí, no concebía dedicarme sólo al deporte, así que me puse a buscar trabajo. Había oído hablar del pilates, hice un curso de seis meses, con prácticas y todo, y ahora soy monitora dos días a la semana en Larraina y en Monreal.
¿Hay suficiente demanda?
-Sí, el pilates está muy de moda. La gente que viene a mis clases suele tener problemas de columna o problemas cervicales. Los médicos lo están recomendando como una buena forma para recuperarse.
Entre el voleibol y el pilates, ¿sabe lo que es el tiempo libre?
-Uf, tengo poco. Y cuando lo tengo no puedo estar en casa, porque me aburro y me agobio. Suelo ir de paseo, a los centros comerciales a mirar ropa, al cine con mi chico... Trato de hacer cosas para desconectar. También suelo dar masajes a amigos y conocidos, me gusta.
Al final eligió el voleibol, pero de pequeña también practicó la natación y el senderismo
-Mi madre quería que conociese varios deportes y que luego me quedase con el que más me gustase. Yo tenía un problema de espalda, y el médico me recomendó hacer natación y jugar a voleibol. Dejé lo primero porque vi la espalda que se les ponía a las nadadoras. No sabía que luego en el voleibol se levantan pesas y también se ensancha. Pero eso luego baja (risas).
Pero también hizo sus pinitos en el teatro.
-Sí, me apuntaron porque era una cosa del Ayuntamiento y había gente a la que conocía. Hice de la princesa Perlita, y ahora cuando paseo por Armilla y me ven los profesores, me dicen: "¡Mira, la princesa Perlita!". Era una forma de estar entretenida, pero no soy buena actriz.
Sé que su madre es una manitas. Les regaló a todas las jugadoras del GH Leadernet unas fofuchas (pequeñas muñecas de goma EVA) personalizadas. ¿No ha heredado esa habilidad?
-A mí me gusta, lo que pasa es que mi madre tiene mucha más paciencia que yo. Tiene una mano increíble con las manualidades, es una artista. Yo le hice uno a mi novio, y me salió bastante bien, por cierto, pero es algo que requiere mucho tiempo.
Está en Twitter, y ya tiene una peñeña legión de seguidores.
-Me gusta, pero sólo lo uso para cosas relacionadas con el voleibol. No soy de esas que publican las cosas que hacen. Además, Twitter me sirve para hablar con gente que no puede contactar conmigo de otra forma. Y también es útil para estar informada de las cosas al instante.
Suele tuitear mensajes de motivación y frases sobre pensamiento positivo.
-Es que creo que el factor mental es muy importante en el deporte. Hay un factor psicológico clave. Tienes que estar muy motivada, si te salen las cosas mal tienes que tener un refuerzo en la cabeza. En ese aspecto, soy muy positiva y optimista, y publico esos mensajes para que la gente trate de pensar así. Es algo que me han inculcado mis padres: intento fijarme en lo positivo.
¿Sigue la actualidad?
-Sigo lo que me interesa. Los temas de política intento evitarlos porque me enciendo.
Del cero al diez, ¿cómo es de feliz?
-Un diez. Soy súper feliz. Hago todo lo que me gusta y lo que me apetece, tengo a mi chico viviendo conmigo, mi familia está sana...
¿Qué pasa, que a Silvia Bedmar no le afecta la crisis?
-No (risas). Soy consciente de que la situación es mala, pero trato de evitar pensar en eso. Hay que fijarse en las cosas positivas para seguir adelante, porque si sólo te fijas en lo malo acabas depresivo. Por suerte, no tengo a nadie cercano pasándolo mal, y eso ayuda. Obviamente, a nosotros la crisis nos afecta, porque el voleibol no da para vivir. Ahora, con 25 años, puedo permitirme dedicarme exclusivamente a jugar, pero en unos años me tendré que replantear mi vida a nivel profesional.
Juguemos a ser dioses. ¿Cómo se soluciona la mala situación económica que atravesamos?
-Si todos tuviésemos el mismo dinero y las mismas condiciones y calidad de vida, no habría problemas. Pero hay gente que tiene mucho y quiere más, y otros que no tienen nada y no pueden hacer nada por cambiar la situación. Es muy fácil decir que hay muchos pobres y muchos desahucios pero no hacer nada por arreglarlo. Bajarse el sueldo, por ejemplo. Hasta que los políticos y los bancos no digan las cosas claras y deje de salir basura de todos los lados, nada se va a solucionar.
Entonces usted cree que hay un problema de solidaridad.
-Yo creo que sí. Somos muy egoistas, y cuanto más tenemos más queremos. No pensamos en los demás, y hasta que la gente no sea consciente de eso, nada.
Ha dicho antes que no le gusta la política. ¿Qué opinión le merecen los políticos?
-No opino sobre eso, no me interesa ni lo más mínimo. Muchos dirán que decir eso es de ignorantes, pero bueno. No voy a solucionar nada escuchando a esa gente, así que paso.
Pues cambiemos de tema de nuevo. Hablemos de deporte. ¿Le gusta el fútbol?
-Me gustan todos los deportes, pero en directo. No me gusta verlos en la televisión. Suelo ir al Anaitasuna a ver el balonmano, también a ver al Planasa de baloncesto... Me gusta vivir el deporte de cerca, sea cual sea.
¿Y no ha ido a El Sadar? ¿No le atrae Osasuna?
-No he ido porque me parece una locura el precio de las entradas. El deporte es para disfrutar, no un lujo para pocos. No voy a pagar esas cantidades por ver fútbol.