pamplona - Cuando Nelson Mandela se inventó la reconciliación entre blancos y negros a través de la Copa del Mundo de Rugby de 1995, sabía muy bien lo que estaba haciendo, como recoge la novela de John Carlin llevada al cine posteriormente con el nombre de Invictus. El deporte tumba muros, no es ningún secreto, y es muy complicado de combatir por aquellos que hacen del eterno conflicto su modus vivendi. Es la historia de siempre. Para construir puentes hacen falta ingenieros, financieros, trabajadores? Para tumbarlos, solo es necesario un desequilibrado.
Y no sabemos a ciencia cierta qué pasó por la cabeza de la joven danesa Signe Fischer cuando esperaba en el puesto de control 300 (check point), junto a cientos de ciudadanos de Belén, a que la soldadesca israelí de turno aquel día tuviera a bien dejarle atravesar el muro que separa ilegalmente Belén de Jerusalén. Allí, el ritual de humillación y prepotencia a cargo de infantes que deciden quién, cuándo y cómo pasa el muro de la vergüenza se produce cada día a escasos metros de donde, hace más de dos mil años, cruzaron libremente José y María camino de una gruta en donde acontecería un alumbramiento que cambiaría para siempre el curso de la Historia. Debió de ser la sensación de claustrofobia, las ganas de correr y volar por encima de ese enjambre de tornos metálicos y alambradas, ese innato deseo humano de libertad, lo que le llevó a decidir ese día que Palestina iba a tener, al menos por unas horas, el derecho a correr y a vivir en libertad: el derecho al movimiento.
En ese instante nació el maratón de Belén, que el próximo 27 de marzo afrontará su tercera edición, con la probabilidad y la esperanza de que la cifra de los 3.200 participantes de la segunda edición (700 de ellos extranjeros) quede pulverizada. En la primera, en 2013, fueron 700 los corredores, casi 300 de ellos foráneos, por lo que la cifra de 5.000 atletas en las tres modalidades de la prueba (maratón, media y 10 km) no parece una idea descabellada dentro del objetivo principal, que no es otro que el de tumbar prejuicios mediante una gran fiesta deportiva entre corredores de todo el planeta en un maratón ideado al más puro estilo de las carreras que se celebran en otros lugares.
Y un dato que no se puede pasar por alto en una sociedad como la palestina: el 37% de la participación local fue femenina hace siete meses; una cifra que incluso supera la media de las carreras más populares en Occidente. No en vano, ya existía un maratón palestino -aunque no oficial- en Gaza, que lleva más de un lustro sin celebrarse porque la ONU, organizadora del evento, la suspende año tras año al prohibir Hamas la participación de mujeres.
éxito local Hace tres años, ver correr a un hombre por las calles de Belén que no fuera huyendo del Ejército israelí era una excentricidad. Inviable si era mujer. Ahora, cientos de hombres y mujeres quedan por Facebook para correr un par de veces por semana en varias ciudades palestinas, y se entrenan con la mirada puesta en el mes de marzo. El Rigth to Movement (Derecho al Movimiento) que fundó Signe Fischer, junto a su compatriota Laerke Hein, ha calado hasta los huesos en la sociedad cisjordana, que prepara con furor el día del maratón, un día de fiesta mayor donde la cerveza corre al mismo nivel que lo hace en la bostoniana Boylston Street el día de su célebre maratón.
Los jóvenes palestinos inundan las redes sociales con unas fotos de perfil en las que se puede leer el lema en inglés We run to tell a diferent history (Corremos para contar una historia indiferente), empeñados en la ardua y complicada tarea de mostrar al mundo que distan mucho de ser los fanáticos barbudos mostrados por la propaganda occidental, y que aspiran a vivir en paz y en libertad en un Estado propio que ya ha sido reconocido por la ONU.
A la mayorista pamplonesa OverTrails, turoperadora oficial del Maratón Palestina en el Estado Español y Latinoamérica, no le pasó por alto la importancia de este evento. “Tras el gran éxito de la segunda edición, ha quedado claro que el maratón es el grito de un pueblo por ser como los demás, con sus aciertos y errores. Un pueblo que merece ser conocido y entendido, y el deporte nos pareció una gran forma de conseguirlo” asegura Karlos Agirre, su gerente. OverTrails, que ofrece la participación en cualquier modalidad de la carrera, además de un programa complementario para visitar la zona, cuenta ya con apoyo de grandes comunidades de corredores, como la conocida 42,195.