La almadía emerge como la imagen de una vida ligada al agua, a los bosques y al comercio ancestral. Desde el siglo XV, en los valles del Pirineo navarro, donde los ríos descienden con fuerza desde las montañas, los almadieros bajaban sobre estas embarcaciones con el objetivo de transportar madera hasta la Ribera. No obstante, el avance de las tecnologías –en concreto, la llegada de las carreteras y otros medios de transporte más efectivos, como camiones o trenes, y la gestación de la presa de Yesa– provocaron que este histórico oficio se convirtiera en un mero recuerdo a partir de 1953. Y desapareció esta tradición, aunque nunca cayó en el olvido.
Hace 32 años, unos vecinos entusiasmados se propusieron recuperar la vida de este antiguo medio de transporte –que se construye con cuerdas y unos troncos recién talados– y, con ella, trajeron también una tradición imperecedera que cuenta con mimo el pasado y muestra el futuro de un pueblo unido por su historia. Además, “se ha reconocido el día de la almadía como Fiesta de Interés Túrístico Nacional, lo que nos ha dado mucha visibilidad y ahora nos acompaña mucha gente”, indicó Koldo Cilveti, uno de los organizadores de esta celebración, quien no tuvo una relación previa con esta tradición y, sin embargo, Burgui le contagió las ganas de conocer la magia de las almadías.
En el caso de Pío Sarries, vecino de Salazar, se animó a sus 63 años a entrar en el grupo de almadieros porque quería ver “cómo se hacían las cosas antes”, mencionó. Y, de hecho, para él, el día de la almadía no es solo el 3 de mayo, sino “todos aquellos momentos de invierno en los que íbamos a cortar los troncos, los barreles, cuando atamos las cuerdas mientras nos llovía encima... Ahí se esconde la identidad real de toda esta costumbre. El colofón final es que bajen por el río”, aseguró.

Otros, en cambio, se bañan en el río Eska por imitación de sus antepasados, aunque al principio no conectaron con la tradición. Mikel Salvador, de 28 años, veía de pequeño a su padre hacer de almadiero, pero “me daba igual”. Y con el tiempo descubrió que se estaba perdiendo un acontecimiento mágico, que rescata el pasado, alumbra el presente y atisba el futuro. “Hemos bajado como un rayo, pero a la segunda almadía les ha parado el bochorno y ha sido algo más difícil. Pero son gajes del oficio, cosas que se solucionan remando”, describió.
Amor al Pirineo
Junto con los almadieros descendieron las personas que fueron galardonadas con la almadía de oro debido a su estrecha vinculación con el Pirineo: Jean-Marie Ekai Ezker, músico de ascendencia burguiarra, y Ana Rosa Ezquer Aznárez, en representación de la asociación cultural Kurruskla, que busca mantener las tradiciones de Isaba e impulsar y coordinar todas las iniciativas que surjan. “Estamos muy contentos y satisfechos de que nos hayan elegido y poder estar aquí”, comentó Ana Rosa minutos antes de bajar por la almadía. Ella viajó en la segunda, a la que le prometieron que le habían puesto troncos nuevos. “Creo que solo me tengo que agarrar al palo, que es flexión y extensión, y voy muy preparada porque llevo calcetines de lana, calcetines de neopreno...”, enumeró. Por su parte, habían pasado muchos años desde la última vez que Jean-Marie visitó el día de la almadía y “casualidad que justo cuando vuelvo me toca premio”, se rio mientras esperaba, como el niño que fue, a que llegara el momento de subirse en la almadía y disfrutar de la magia de sus raíces.

Queso de Roncal y 50 aniversario de Enaquesa
Este sábado, Burgui no solo acoge el emblemático descenso de las almadías por el río Eska, sino que también es el escenario de la presentación oficial de la Campaña 2025 del Queso de Roncal, uno de los productos más emblemáticos de la gastronomía navarra. La presentación contará con la participación de la Asociación Cultural Kurruskla Kultur Elkartea, el guitarrista y compositor Jean-Marie Ekai —ambos homenajeados de esta edición—, y la empresa Enaquesa, que celebra este año su 50 aniversario de actividad en el sector energético y forestal.
La jornada está cargada de ambiente festivo desde primera hora. Durante la mañana, las calles del pueblo se han llenado de animación con bailes tradicionales, visitas guiadas al Museo de la Almadía y al Pueblo de los Oficios, así como actividades culturales pensadas para todos los públicos. Por la tarde y noche, la música tomará el relevo con conciertos organizados por Burgiko Gazteria, en colaboración con la Asociación de Almadieros de Navarra, en un claro guiño a la participación intergeneracional y a la renovación de esta celebración tan arraigada.