Uno de los aspectos que más ha ido cambiando en las reglas a lo largo de los años es lo referente a la figura del portero. Cada vez que vemos en la televisión imágenes de partidos antiguos nos sorprenden situaciones y gestos de los guardametas que responden a las reglamentaciones de cada época.

Tiempos ha habido en que se les restringían los pasos, otros en que podían recibir, una y otra vez, con las manos pases de sus compañeros, incluso se ven porteros que se desplazan por el área botando el balón como jugadores de baloncesto.

Es de recordar también la famosa jugada que decidió la Copa del año 2000, en la que Tamudo arrebata limpiamente con la cabeza el balón a Toni, portero del Atlético de Madrid que la sostenía en la palma de la mano, y marca para el Espanyol el único gol de la final. Esa jugada hoy sería ilegal.

Todas las modificaciones reglamentarias han tenido como fin último favorecer la agilidad del juego e impedir que los porteros puedan abusar del uso de las manos para retardarlo.

El portero moderno es un jugador que además de su habilidad manual precisa de un excelente juego de pies para poder ser útil a su equipo.

Las reglas de juego actuales marcan que desde el momento que el guardameta controla el balón con las manos dispone de seis segundos para deshacerse de él. En ese tiempo nadie puede disputárselo y él puede botarlo, lanzarlo al aire, tenerlo sobre la palma extendida de su mano o lo que estime oportuno, además de desplazarse libremente por su área de penal, pero, si lo deposita en el suelo, ya no puede volver a cogerlo.

Como tantos otros aspectos de las reglas, la estimación de estos seis segundos es, en la práctica, un tanto arbitraria y rara vez resultan los porteros sancionados con libre indirecto por sobrepasarlos.

El autor es Vocal de Capacitación del Comité Navarro de Árbitros de Fútbol.