pamplona - En el cartel de la célebre película El Padrino aparece una mano. Una mano sin cuerpo que maneja los hilos de lo que se intuye son marionetas. El logo recuerda que siempre hay algo que, aunque no se vea, aunque ocupe un papel secundario, es fundamental para que todo funcione con armonía.

Eso lo sabe a la perfección el burladés Patxi Arrarás, entrenador y preparador de boxeo y, desde hace meses, también mánager europeo en Retondaro Boxing, una de las principales promotoras argentinas.

Básicamente, se encarga de todo para que al boxeador no le falte de nada. Actúa de traductor, planifica horarios, prepara al púgil para el pesaje, venda sus manos y le arenga tras cada asalto. Él es el hombre de la esquina.

¿Pero cómo nació el idilio de Arrarás con los cuadriláteros? La respuesta hay que buscarla en su padre, un gran aficionado al boxeo de la época dorada de este deporte en España. Esa semilla siempre estuvo presente en Patxi, que sin embargo, se decantó por el atletismo, donde logró unas marcas sólidas en 5.000 y 10.000 metros. Una vez colgadas las zapatillas, optó por sacarse el curso de preparador físico, una decisión que a la postre cambiaría su vida.

“Rubén Díaz fue atleta de categoría cadete, corredor de fondo, y nos conocíamos del mundo del atletismo”, explica Patxi sobre su amistad con el tres veces campeón de España de boxeo. Una conexión que pronto comenzó a dar sus frutos. “Empecé a trabajar con Rubén Díaz en una época en la que él estaba un poco mal ya que había tenido problemas con un manager y estaba inactivo. Hicimos una labor de mantenimiento y, a la vez, yo aprendía mucho”, recuerda.

Un novato forzado a dar pasos de gigantes para devolver a El Destructor al lugar que le correspondía. “Entrenar con Rubén es una exigencia total. Es un fuera de serie. Ponerle seis asaltos de manoplas a Rubén Díaz es un gran esfuerzo porque es un pegador, es un noqueador”, dice Patxi que también trabaja con Marcelo Ferreira y los hermanos Sukhanov.

Díaz volvió a ganar el campeonato de España y cuando la historia parecía haber alcanzado ya su cenit, el destino volvió a abrir otra puerta para Arrarás. Tal y como decía Rocky: “Si estás mucho tiempo en un sitio, al final formas parte de él”.

“Conocí a Patricio Retondaro porque sus padres tenían una empresa en Pamplona. Él vino aquí y le preparé para algún combate amateur”, cuenta el burladés, que por aquel entonces no podía imaginar las vueltas que daría su vida. “Hicimos amistad y él montó una empresa de manager ahí en Argentina con 13 o 14 años y, poco a poco, fue contando con más boxeadores”.

Un negocio que fue creciendo, internacionalizándose y, por tanto, necesitado de manos amigas. Momento en el que Patxi volvió a aparecer en escena. “Me llamó para que le acompañara a una pelea a Italia y después me llevó a Donetsk, Ucrania, al estadio del Shaktar para un título del mundo. Yo estaba flipando y él me iba enseñando cómo es trabajar a ese nivel”, rememora.

comenzar de nuevo Tras las clases prácticas, le tocó saltar del nido y volar solo hasta Polonia. El combate en Cracovia planteaba la singularidad de disputarse bajo tierra, en una mina. Una galería reconvertida, con mesas de restaurante y un ring en medio, curioso emplazamiento y curiosa compañía.

“Allí me ayudó Ricardo Sánchez Atocha porque yo me equivoqué hasta de esquina de los nervios que tenía”, narra con simpatía. No se puede continuar sin rescatar la figura de Ricardo Sánchez Atocha, el entrenador más mítico del panorama nacional. El mismo que gritaba “¡Hay que morir!” a Poli Díaz en aquel célebre combate contra Whitaker en 1991 en Las Vegas. En resumen, una leyenda. Tales son sus tablas en la esquina, que sirve para un roto y para un descosido. “Cuando terminó la pelea, el boxeador de Atocha acabó cortado por todos los lados, y él cogió aguja e hilo y lo suturó ahí mismo”, comenta aún impresionado.

Desde aquel día, Patxi siempre tuvo la maleta preparada, listo para coger un avión en cuanto el móvil sonara. A Cracovia le siguió Roma y tras pasar por la ciudad eterna, acabó en Manchester. “En Manchester el combate grande era título del mundo. Terry Flanagan contra José Chon Zepeda. Yo llevé dos boxeadores: Molina y Sampaio. Era en el velódromo de Manchester ante 15.000 personas en una velada de mucho dinero”, apunta el navarro.

La siguiente cita fue en Londres, en el emblemático Wembley Arena, sin embargo, algo iba a torcerse desde el principio. “El boxeador, un mejicano, no daba el peso ni loco. Podría pesar unos 4 kilos más y es difícil bajar eso en unas horas”, cuenta. El pesaje estaba a la vuelta de la esquina y el problema era de una magnitud considerable, así que, a grandes males, grandes remedios. “Él empezó a correr, fuimos a la sauna, se me desmayó en la sauna y tuve que sacarlo”, recuerda Arrarás, que siempre viaja con una báscula en la maleta para este tipo de ocasiones.

El padre del púgil también estaba presente y, entre los agravios e injurias del progenitor, Patxi sacó el móvil para llamar a su jefe. Una llamada que resultó tranquilizadora y reconfortante. Llegó la hora del pesaje, y como era de esperar, el mejicano dio dos categorías por encima de la acordada. ¿Solución? Correr.

“El organizador, el otro entrenador y el comisionado de la WBO me dieron una hora, y nos pusimos él y yo a correr alrededor de Wembley. Cuando volvimos ya aceptaron. Estaba solo una categoría por encima, le pusieron una sanción del 15% de la bolsa pero al final se hizo la pelea”, asegura Arrarás.

más viajes “Volví a ir a Wembley con un brasileño, Marcelo Luiz Nascimiento que peleó contra Dereck Chisora. De ahí me mandaron a Wolverhampton y después fui a Brighton. Esa fue mi actividad el año pasado”. Una labor frenética que le hace vivir en las nubes pero con el afán de mantener siempre los pies en el suelo. Patxi sigue preparando a los luchadores navarros, trabajando con ellos mano a mano, guiándoles en sus entrenamientos y preparándoles en el aspecto físico. Díaz, Artem y Denis Sukhanov, Marcelo Ferreira... Todos conocen las virtudes de este orfebre del boxeo que cincela su obra día a día.

El gran Floyd Mayweather dijo de su manager, Rafael García, que era el padrinodel boxeo. Aquel que, desde la lejanía, mueve los hilos del púgil de Michigan.

Este es el viaje de Patxi Arrarás, el hombre tras los focos. El padrino del boxeo.

9

años

Arrarás lleva en el mundo del boxeo desde el 2007 cuando comenzó a trabajar con Rubén Díaz. La primera preparación juntos fue para el combate contra el letón Jurijs Boreiko y terminó con victoria para el navarro.

Nombre. Patxi Arrarás.

Nacimiento. 22-05-1969 en Burlada.

Profesión. Posee una pyme de mecanizado de piezas.

Empresa. Retondaro Boxing.

Boxeadores favoritos. Floyd Mayweather, Bernard Hopkins, Ray Leonar y ‘Maravilla’ Martínez.

Un lema. Constancia y trabajo, así se logran las cosas.