todo el mundo sabe que el fútbol lo inventaron los ingleses antes de empezar el siglo XX. Sin embargo, antes de empezar el siglo X, en China ya se practicaba el Cuju, un deporte que también se jugaba con los pies y que consistía en meter aquel balón en una red. Me imagino que el balón de aquellos chinos se parecería poco al de hoy, pero quizá allí se marcaron los primeros goles.
A pesar del Cuju, el fútbol en China nunca caló como en otros lugares. Hasta el año 1994 no hubo una Liga profesional y aunque allí vivan millones de personas pocas, hacían del fútbol su deporte, su hobby o su entretenimiento.
Se llenaban los estadios, pero mucha gente no sabía de qué iba el fútbol. Los saques de los porteros se llevaban los mayores aplausos puesto que el balón volaba muy alto y eso gustaba a ese público tan entusiasmado. Así, nuestros amigos se dieron cuenta de que este nuevo deporte hacía feliz a mucha gente.
Llegaron inversiones, estadios, entrenadores extranjeros y futbolistas de nivel para poner el deporte rey en la picota del gigante asiático. La guinda a todo esto la está poniendo su presidente, Xi Jinping, con una estrategia digna del chino más listo.
Con montañas de dinero están atrayendo a las estrellas del fútbol mundial y así enganchan a su gente. Que se lo pregunten al argentino Tévez, su último gran fichaje, que se llevará más de un euro por segundo en su nuevo equipo chino. No hagan cuentas, se volverían locos.
Xi va más allá de estos fichajes. Xi quiere hacer de su China una potencia mundial futbolística en 25 años y en ello trabaja como si de su bazar se tratara. Asignatura obligatoria es el fútbol ahora en sus escuelas, los campos de fútbol crecen como setas en los bosques, llevan entrenadores para la base escogidos por todo el mundo y, además, pone normas en su liga como, por ejemplo, que todos los porteros que jueguen allí sean chinos. El fútbol en China ya no suena a chino.
El autor es técnico deportivo superior