Hay automóviles que, al margen de su volumen de ventas o valoración en un momento dado, constituyen toda una referencia dentro de la gama de su respectivo fabricante y hasta dentro del propio mercado. Nadie cuestiona hoy en día que los SUV, monovolúmenes y hasta las berlinas medias poseen un peso específico dentro de la industria de las cuatro ruedas claramente superior al de las grandes berlinas de prestigio; sin embargo, tampoco nadie en su sano juicio las desestima, porque sabe que representan y encarnan todo lo que una primera marca es capaz de poner sobre la mesa.
Al igual que Mercedes con su prestigioso Clase E, BMW tiene en el Serie 5 un estandarte -en cada marca con los matices propios derivados de su singular identidad- que evidencia el desarrollo tecnológico al que ha llegado la firma de la hélice. Así que un redactor de motor como el que esto suscribe, que lleva escribiendo artículos de coches desde el lejano 1986, reconoce que cada vez que ve pasar un Serie 5, sea del año que sea, vuelve la cabeza. Y estoy seguro que ocurrirá lo mismo cuando los modelos de la séptima generación, que llegan a nuestro mercado a partir del mes que viene, comiencen a surcar nuestras carreteras.
BMW presenta este nuevo modelo como un automóvil “deportivo, elegante y con estilo, con un dinamismo de conducción nuevamente incrementado, un alto nivel de sistemas de asistencia, un alto grado de integración en red sin parangón y un nuevo sistema de control innovador”, como cualidades más importantes. Tras seis generaciones y más de 7,6 millones de unidades vendidas, el Serie 5 es fruto de una filosofía de marca en la que “el liderazgo tecnológico, los productos altamente emocionales y la digitalización son factores determinantes del éxito”. Y como afirma el presidente del Consejo BMW AG, Harald Krüger, “la nueva Serie 5 no sólo establece nuevos estándares, sino que también impresiona de una forma emotiva. Es y seguirá siendo la berlina de negocios por definición”.
En un análisis más al detalle, este nuevo Serie 5 destaca por su ligereza, con hasta 100 kilogramos menos que su predecesor; el centro de gravedad más bajo y una distribución del peso más equilibrada, la nueva suspensión, la dirección activa integral, la propulsión trasera o la tracción a las cuatro ruedas (xDrive), las cajas de cambios, manuales de seis marchas o automáticas Steptronic de ocho relaciones y una superior resistencia a la torsión que favorecerán el progreso en la ya legendaria respuesta dinámica de BMW. Y todo ello asociado a una carrocería que reduce su coeficiente de penetración aerodinámica, Cx, hasta 0,22, y que se estira hasta los 4,936 metros de largura, para dejar constancia tanto de su mayor espacio interior como de su superior confort, también acústico.
Los sistemas de asistencia se adentran en la antesala de la conducción autónoma, con mecanismos que mantienen el vehículo en el carril, controlan los peligros que lleguen por todos los flancos, frenan ante situaciones de riesgo y ayudan en el tedioso rodar de los atascos; en definitiva, representan un apoyo impagable para nuestra seguridad, preventiva, activa y pasiva. Todo ello sin olvidar un nivel de conectividad que abre un mundo de posibilidades que dejarán satisfechos a los más exigentes.
Por último, la oferta mecánica inicial, para la que se anuncia una futura versión tope de gama (M550i xDrive, V8 de 4,4 litros) de 462 CV, se compone de los gasolina 530i y xDrive (1.998 cc, cuatro cilindros, 252 CV, 350 Nm y 5,4 litros de consumo medio) y 540i y xDrive (2.998 cc, seis cilindros, 340 CV, 450 Nm y 6,5 litros de gasto), junto con los diésel 520d y xDrive (1.995 cc, cuatro cilindros, 190 CV, 400 Nm y 4 litros de consumo) y 530d y xDrive (2.993 cc, seis cilindros, 265 CV, 620 Nm y 4,5 litros de gasto). Los precios anunciados para estas versiones se mueven entre 56.400 y 70.500 euros en los gasolina y entre 49.400 y 63.300 euros en los diésel.
BMW SERIE 5