La P2P se vende como la maratón más dura del mundo. Podría tratarse de una promesa vacía, una más de tantas que buscan la diferenciación, pero en el caso que ocupa, el adjetivo duro quizás se quede corto. Partiendo del simple hecho de que es la única maratón con un perfil marcado por subidas y bajadas continuas -todas las maratones del mundo son llanas- que obligan a los patinadores noveles a, literalmente, subir andando los puertos, hasta la mera constancia de las marcas de guerra que deja en sus participantes.

Amale Mújica fue fiel reflejo de todo lo malo que puede ocurrir. Cruzo la línea de meta con feos arañazos en su nariz y pómulo, una herida sangrante en su rodilla izquierda y con el maillot adornado por decenas de agujeros, todo resultado de dos caídas. “Iba detrás de un compañero, me he pegado demasiado a él, me he dado con su patín y me he caído. Ha sido caerme y remontar rápido, porque quería acabar la carrera”, explicó Mújica.

La corredora no era ninguna novata, era su sexta participación, por lo que conocía el riesgo al que se expone el deportista “si no va bien o seguro”, pero, en su caso, Mújica comentó que nada más sufrir su segunda caída dos compañeros “muy buenos” le esperaron y le ayudaron a recuperarse “rápido y sin más problemas”.

La dificultad de la maratón esconde, asimismo, cortes repentinos de aspiraciones. Irene Reyes soñaba con la victoria, en ello enfocó su entrenamiento, pero a los 4 kilómetros “un despiste por mirar hacia atrás” acabó con su esfuerzo enterrado entre los matorrales y con su rodilla con “el doble” de tamaño.

La gijonesa rememoró con detalle el instante en el que perdió sus opciones explicando que, justo antes de sufrir el accidente, “se le vino el mundo abajo” porque tomó consciencia de que todas sus posibilidades de “hacer lo que venía a hacer” se le “derrumbaron” y volver a incorporarse a la carrera le resultó “muy duro”.

Pero, ante todo, de las P2P pueden rescatarse incontables historias positivas. Como la del colombiano Hernán Díez, campeón de su país y de Estados Unidos, que a sus 57 años retomó el deporte que “ama” para demostrarse a sí mismo que sus piernas “todavía pueden dar mucho”.

“Me he sentido muy bien, aunque me hace falta un poco de entrenamiento para este tipo de pruebas, porque es muy exigente, aunque estoy orgulloso”, asintió.

Otra de las grandes deportistas que ayer compitieron en la maratón fue Leire Larrasoain, patinadora navarra que recientemente participó en los primeros World Roller Games celebrados en China y que el año pasado protagonizó una de las grandes atracciones de la P2P al retar la velocidad de un trineo tirado por perros. La de Pamplona afirmó que su carrera fue “muy bien” y que superó “con diferencia” su participación de hace dos años.

Larrasoain aseguró que uno de los aspectos que más la atraen de la carrera es el sufrimiento que exige “por las subidas que cansan y que cuando se acaban vuelven otra vez”, además de, según la patinadora, de las malas condiciones de algunas partes del asfalto y que se notan “por la vibración del suelo en las piernas”.

La campeona contó con el apoyo de alguien muy especial: su hermano. Con solo 14 años, Javier Larrasoain afirmó que, además de “mejorar y aprender de los mejores” su objetivo era “ayudar” a su hermana “a tirar cuando fuese un poco peor”, sobre todo “en las subidas”.