ejos queda aquel agosto de 2013 cuando mi gran amigo Javier Andía ¨Sagu¨me hizo el mayor regalo que hasta ahora nadie me ha hecho: darme la oportunidad de entrenar durante 8 años a un grupo de jugadores que año tras año ha ido haciendo crecer al club hasta unos límites nunca imaginados en nuestro arranque.

Pero tras un año muy complicado para todos y para mí en particular, me he visto forzado a abandonar el club de mi corazón ante la negativa de la Junta Directiva del club a sentarse a valorar mi continuidad en Lekunberri.

Será muy difícil para mí hacerme a la idea de no volver al Plazaola donde tan feliz he sido.

De no ver a mi padre en cada entrenamiento, de no pelotear con mi hijo Julen antes de cada partido y de no ver a mi familia en cada partido en la grada. De no entrenar más a estos jugadores que tantas satisfacciones me han dado durante todos estos años en lo futbolístico y sobretodo en lo personal, en especial a los que han compartido estos 8 años conmigo: Hodei, Orgi, Celi y Pitu.

De no compartir momentos tan especiales con mi cuerpo técnico y familia en el Albi de Jesús Mari o en el Ainhoa donde Alfredo, Inma y compañía nos han tratado siempre de manera tan familiar. De no volver a ver a las familias de mis jugadores que tanto me han respetado y tanto nos han arropado tanto a mí como a mi familia en esta etapa.

Pero, a pesar de todo, me voy con dos consuelos que aliviarán el dolor de esta marcha no deseada.

El primero, afrontar un reto nuevo, en el CD Izarra, que me da la posibilidad de trabajar con un grupo de personas que han estado siempre a mi lado, que me han hecho crecer como entrenador y persona y que se han convertido en mi segunda familia: Aitor, Xanti, Ionan, Álvaro y Mitxel, mi compañero del alma, me acompañarán en esta nueva aventura.

El segundo, tener la tranquilidad de que mi familia por fin podrá descansar y olvidar estos últimos 4 meses de nuestra etapa en Lekunberri en los que únicamente el rendimiento y el compromiso de la plantilla hacía olvidar momentáneamente todos los problemas extradeportivos que hemos vivido en nuestras carnes los miembros del Cuerpo Técnico.

Y finalmente quiero desear al Club, a mi Club, al Beti Kozkor KE, mi casa durante 5 años como jugador y 8 como entrenador, que consiga recuperar la unidad que se ha perdido en esta última temporada y que vuelva a ser un club fuerte, unido, con sus señas de identidad claras y en el que todo aquel que entre a formar parte se sienta orgulloso del escudo que representa, ese que mi gran amigo Álvaro Etxarri diseñó en 1996.

Hasta siempre, Beti.

El autor es ya extécnico del Beti Kozkor