El juego de la pelota, evocador de leyendas y mitos en nuestra tierra, cargó durante la Segunda República y la guerra con la fama de ser un reducto conservador, tradicional y derechista, con cierta inclinación por los azules. Revisando aquella época, afloran importantes protagonistas republicanos y de izquierdas; pelotaris rojos que terminarían por sufrir la represión y el olvido. La pelota vasca siempre fue la reina del deporte en Navarra. Su práctica se remonta a varios siglos atrás pero nosotros nos retrotraeremos solo hasta 1840, cuando se inauguró en Pamplona, en el actual Paseo Sarasate, el frontón denominado Juego Nuevo, el mismo donde décadas más tarde, en 1904, Juanito Moya inventaría la disciplina del remonte. En aquel tiempo, en los pueblos era habitual la pelota mano. Veamos como ejemplo una reseña deportiva del 26 de julio de 1905, en unas fiestas de Pitillas rebosantes de lugareños y foráneos. Abdón Garde –quédense con su nombre– y Evaristo Ayerra disputan un partido contra Cirilo Lecumberri y Nicanor Arayo en el frontón del pueblo, llevándose la pareja de Garde las 500 pesetas del envite. Dos años después, Abdón apostaría 250 pesetas por batirse en solitario contra otra pareja.

Del Euskal Jai y Abel Sainz

En enero de 1909 se inauguraba en la calle San Agustín de Iruña el frontón Euskal Jai, obra del arquitecto Serapio Esparza. En este lugar se forjaría uno de los mejores cuadros de remontistas de la historia, disciplina convertida en profesional, cuyas habilidades seguía con interés la afición que llenaba todos los días un frontón con capacidad para 1.500 espectadores. En aquel momento, Abel Sainz Cartagena era un niño de seis años, miembro de una familia de larga tradición republicana, señalada por algunos sectores tradicionalistas de la ciudad por haber arrendado un piso a una familia protestante. En casa de los Sainz se respiraba ambiente pelotazale. El cabeza de familia, Lorenzo, fabricaba pelotas. Concejal del Ayuntamiento de Pamplona y aficionado a la música, tocaba el violín, formó parte de la primera Orquesta de Pamplona y tuvo amistad con Pablo Sarasate. Su final devino relacionado con la afición a la pelota, ya que falleció en 1905 a consecuencia de un enfriamiento tras la disputa de un partido de pelota. La viuda, junto a cinco trabajadores y los hijos, continuó el negocio, suministrando pelotas al Euskal Jai, al Juego Nuevo y al recién inaugurado frontón Moderno, ubicado en la Mañueta. Un hermano de Abel, Juan Sainz, formaba parte del cuadro de pelotaris conformado por dos leyendas de este deporte labrados en el Euskal: El león navarro, Joshe Irigoyen, de Bera, llamado así por su imponente fuerza, y el hábil Jesús Ábrego, El mago de Arróniz, El más grande de todos los tiempos (alguien lo llegó a bautizar como El Sarasate de los frontones).

Foto montaje de Abel Sainz y el Euskal Jai, hacia 1925. Zaragüeta

Juan Sainz llegaría a ser profesional del remonte y marcharía a Argentina. Abel, por su parte, se decantó por la pala y jugó en varios clubes –CD Indarra, Azkarrena y Lagun Artea– y tuvo el honor de participar en los partidos inaugurales de dos frontones más: Atarrabia y Larraina. Las crónicas de la época retrataban el estilo del palista en el partido de inauguración del Atarrabia (frontón erigido por el ingeniero-constructor Martín Goñi), disputado contra la pareja Esparza-Irurita, ante la cual cayeron por cuatro tantos: “Frente a la pegada potente de Pello Mari, la seguridad y buen toque de Abel” (26 de septiembre de 1931, La Voz de Navarra). El artículo lo firmaba Beguiluce, Alberto Lorenzo, otro republicano que una década antes había formado parte en la fundación de Osasuna como directivo. Dos años más tarde, el 11 de junio de 1933, participaba en el estreno del frontón Larraina, “…brillantísima exhibición de Abel, destacando en ambos duetos, con Erviti de pareja, y su nuevo puesto de zaguero”, escribía Jokintxo Ilundáin en Diario de Navarra. “Sainz salió a la cancha en plan recuperación de juego tras dos meses o más de tonos grises y exhibió todo su juego de primores de pegada, colocación, vista y hasta combatividad”, continuaba la crónica. Entre los socios participantes en el Campeonato Social encontramos a republicanos como Ramón Bengaray y Pablo Archanco y falangistas como Jokintxo Ilundáin o Pepe Urreaga. También retrataría a Abel Sainz el cronista Angel Goicoechea en Diario de Navarra: “Delantero hábil, vistoso, cuyo empale es incorriente en aficionados y, quizá, algo flemático, confiado en la superioridad que patentiza sobre sus rivales”.

Abel ganó el Campeonato de España y, en mayo de 1936, a pesar de algunos impedimentos físicos –“El fino palista sigue con el brazo lesionado” informaba la prensa–, fue seleccionado de nuevo para representar a Navarra. En el semanario Trabajadores de la UGT se anunciaba su participación, junto a la del campeón de España, Castillo III (Luciano Ubiría), natural de Lesaka, representando a Navarra ellos dos y otro par de pelotaris en las Olimpiadas Populares de Barcelona, alternativas a las de la Alemania nazi de Hitler que fueron truncadas por el golpe militar.

Toribio y el frontón López 

Toribio López formaba parte de la sociedad propietaria del Euskal Jai y otros frontones. La pelota era parte de los negocios de este empresario del calzado, cuyos zapatos marca El Tigre se confeccionaban en la nave que actualmente alberga el Instituto Cuatrovientos y, después, en otro gran edificio de la calle Amaya. El negocio y las contradicciones de profesar una ideología de izquierdas no fue impedimento para que conformase una de las redes empresariales más potentes del norte de España. Según Albisu Pérez, investigador especializado en pelota vasca, López fue “el gran prócer de la pelota”. El empresario, al margen de los negocios, cultivaba su afición a este juego y mandó construir un frontón en su finca de Iturrama para uso familiar: el López. Allí jugaría él hasta la edad de 90 años y allí también entrenaba Juan Ignacio Retegui; contribuyendo de esta manera el frontón López al futuro dominio navarro en la especialidad de mano.

La Federación Navarra de Pelota eligió en 1928 como vicepresidente a un joven estudiante de Derecho, Jesús Monzón, que también era presidente del Club Indarra y terminaría convirtiéndose en el líder comunista navarro. Como vocal aparecía el socialista José Goñi Urriza, también funcionario de Diputación. En las sucesivas directivas aparecen los republicanos Pablo Archanco o Toribio López. Los pelotaris del cuadro eligieron en 1930 al republicano Enrique Astiz como abogado asesor de la Asociación de Pelotaris de Remonte en Navarra para dilucidar con la patronal condiciones y salarios de los deportistas. ¿Hubo en Navarra mujeres pelotaris? Salvo la mención a un partido de exhibición en los sanfermines de 1919, con dos parejas de raquetistas provenientes de Madrid, la prensa local ignoraba y negaba la presencia femenina en este deporte. Sin embargo, en junio de 1934 encontramos los nombres de algunas niñas, jóvenes pelotaris, en la modalidad de paleta: Ana María Poza, Ascensión Lizarraga, Aurora Roa, Ana María Lizarraga, Conchita Murillo, Juanita Medina, Margarita y Esther Aldaz según anunciaba el diario La Voz de Navarra. ¿Qué fue de todos ellos en 1936? Tras el golpe militar del 18 de julio de 1936, el mundo pelotazale padeció la violencia y la represión instauradas la dictadura. Veamos cómo la sufrieron nuestros protagonistas.

Abdón el de Pitillas–tenía entonces 53 años– se escondió en la Bardena junto a un grupo de compañeros socialistas. Allí los detuvieron a todos y, tras varios ingresos en prisión, el pelotari pitillés fue condenado al pago de 200 pesetas. El industrial del calzado Toribio López fue procesado y condenado a pagar una cantidad bastante más sustancial: 25.000 pesetas. Además, cuatro de sus hijos fueron detenidos y encarcelados. El arquitecto municipal Serapio Esparza, proyectista del Euskal Jai, fue inhabilitado. Martín Goñi, ingeniero industrial, constructor del Frontón Atarrabia y militante de ANV, fue detenido, conducido a prisión y condenado a pagar 75.000 pesetas. También le embargaron la manzana de su propiedad destinada a viviendas sociales y a la nueva Casa del Pueblo, en la Calle Navarro Villoslada, número 6, de Pamplona; allí se estableció de okupa el Tribunal de Responsabilidades Políticas. Enrique Astiz, el abogado de los remontistas, fue asesinado mientras que Monzón y Goñi, de la Federación, lograron huir para evitar su detención.

Abel Sainz fue primero encarcelado. Su hermana Celia solicitó clemencia a la familia Baleztena –Joaquín Baleztena era jefe carlista–, ya que sus hermanos Ignacio y Pello Mari habían formado pareja de pala con él, con resultado infructuoso. Junto a otros 51 compañeros, fue conducido en un camión a Valcardera el 23 de agosto de 1936. Antes de la parada logró liberarse de las cuerdas que le inmovilizaban y saltó del vehículo pero no consiguió huir. Fue detenido y asesinado. Su familia, emparentada con otras familias como los Lumbreras, Trueba y Frías, fueron duramente castigada. El Euskal Jai terminaría siendo campo de concentración de presos políticos. La trasera, la Calle de la Merced, fue la calle que más sufrió la represión en la capital: 17 vecinos fueron asesinados. Muchos años después, en 1994, ya abandonado, se convirtió en el Gaztetxe de Iruña durante diez años. En el año 2004 fue desalojado violentamente por la policía y derribado por el Ayuntamiento dirigido entonces por Yolanda Barcina.

Otras víctimas pelotaris 

La víspera del 19 de julio las crónicas pelotazales relataban el campeonato de la Rotxa y nombraban como una de las parejas finalistas a Olaverri-Muguiro, dos apellidos ligados a la represión en el barrio; quizás fueran Antonino y Candelario, ambos asesinados. 

El abogado Aquiles Cuadra, concejal de la conjunción Republicano-Socialista y uno de los líderes del Frente Popular, consiguió huir de Tudela. En el año 1937 fue descubierto viendo un partido de pelota en Sevilla. Un paisano lo denunció y fue detenido y trasladado a Pamplona, para acabar fusilado en la Ciudadela. 

También fueron asesinados Cruz Ameztoy, pelotari y korrikolari de Villava, miembro de la UGT; Pablo, Francisco y Salustiano Esparza Muro, tres hermanos pelotaris de Lodosa integrantes de la UGT y la CNT; Félix Oroz, pelotari de Sangüesa y Pablo Viscarret Pablico, pelotari de Aos.

Eugenio Casteig, pelotari de Altsasu, murió en la cárcel, al igual que Cándido Aramendia, pelotari de Lodosa, caído en Barcelona, y Eloy Zufiaurre, pelotari de Altsasu, en el frente en Donosti. Entre otros que fueron detenidos y encarcelados encontramos a Jacinto Meca, Jesús Galar, Juan Bengoechea, Francisco Irujo, Manuel Iraola, Francisco Garralda, Francisco Celaya, Donato López y Gregorio Jaca; Jesús Azcona e Hipólito Balmaseda sufrieron cárcel y multa. 

Entre quienes tuvieron que exiliarse están Martín y Pablo Lanciego, Juan Irigoyen y José Mariano Retegui, Finalmente, el pelotari y trabajador del Ayuntamiento de Iruña Hermógenes Goñi fue inhabilitado.