Araceli Larrea Andreu ganó una medalla de oro en los Campeonatos el Mundo de Santiago de Chile, seis más en diferentes Campeonatos de Europa y decenas de Campeonatos de España. Después de haber sido competidora, comenzó su reto de entrenar a jovenes y preparar a las próximas generaciones en el San Juan y en el combinado nacional. Tras estar 12 años como entrenadora, toma la decisión de desligarse del patinaje para afrontar su nueva vida acompañada de su marido y sus hijos.

¿Cómo fueron sus inicios? ¿Cómo los recuerda?

La verdad es que fueron muy buenos. Los recuerdo como si fuesen ayer, los tengo bastante marcados. Me lo inculcaron mi hermano y mi tía, ella fue la que me regaló los patines y ella también empezó en la Txantrea. Yo con poca edad ya solía ir a ver el patinaje y me gustaba mucho. Me acuerdo que empecé con unos patines de hierro, que hoy en día las generaciones igual no saben ni cómo eran. Como competidora empecé en la Txantrea hasta que me retiré. Mi vida de deportista como competidora fue allí, aunque también hice alguna competición con otros clubes.

Numerosos éxitos a sus espaldas, imagino que es difícil quedarse con uno, ¿cúal fue su momento más bonito como competidora?

Debería decir que es el Campeonato del Mundo que gané en Chile en 1999. Cuando ves que todo el trabajo de tanto tiempo y de tanta dedicación da sus frutos es una gozada. Pero en realidad han sido muchos. Cuando quedé campeona de Europa por primera vez también fue muy bonito, ya que fue un momento muy especial. Yo siempre he competido con la aragonesa Sheila Herrero y hay una fotografía muy significativa que me hizo mucha ilusión, que es cuando paso yo por la meta y Sheila levantó los brazos, y pocas veces lo hacía. Cuando ganas por relevos y es un triunfo colectivo también es muy bonito cuando te miras con tus compañeras.

¿Cómo se consideraba sobre la pista?

Soy una persona muy competitiva y a día de hoy lo sigo siendo. No entiendo el deporte sin competición. Dentro del deporte, es muy importante la salud, pero a mí siempre me han llamado los deportes competitivos. Después de dejar el patinaje he intentado hacer otras actividades competitivas y solo me ha conseguido enganchar el pádel.

¿Qué es lo más bonito del patinaje?

Sobre la pista lo que más me gustaba era juntarme con compañeras que hacía mucho tiempo que no veía, porque por competición y por los periodos de descanso te tocaba estar muchos meses sin ver a gente del gremio y a personas del patinaje. En esas épocas o te veías fisicamente con tus compañeras y rivales o era muy difícil el poder estar juntos. En las carreras internacionales reencontrarte con gente que las ves año tras año. Es bonito, porque con los años te puedes juntar con esas personas porque vamos a ver a nuestros hijos, o te ves porque hay competición en tu ciudad, y ayudarse uno al otro y mantener esas relaciones, eso no se paga con ninguna medalla de oro.

Ha tenido dos clubes marcados como el San Juan y la Txantrea. ¿Verde o azul?

Eso es cómo a quien quieres más, a papá o a mamá. Yo en los dos sitios he vivido unas épocas muy bonitas. De mi época en la Txantrea tengo recuerdos buenísimos. Hacíamos un montón de viajes, llegamos hasta hacer la cuadrilla y ahí estuvo mi entrenador que ha sido como mi segundo padre, todo lo que decía el para mí era amén. Luego llegó entrenar en el San Juan, donde me han tratado super bien, han entendido muy bien el concepto de lo que para mí es el deporte, aunque he dicho que soy muy competitiva, no tiene nada que ver. El entender que es una enseñanza, que estás educando. Para mí, educar en valores lo que a mí me han enseñado, ha sido muy bonito. Igual en otros sitios te ponen trabas. A Epi Pejenaute le tengo como a un hermano, solo tengo cosas buenas hacia el. Hemos vivido muchos momentos juntos en el San Juan, íbamos de la mano y compartiamos muchos conceptos similares. Y la involucración que hemos tenido, nos empujábamos el uno al otro.

¿Cómo se dio ese cambio de competir a entrenar?

Fue un cambio que no fue brusco Yo cuando estaba compitiendo en la Txantrea, me puse también a entrenar al San Antonio, porque se quedaron sin entrenador y yo estuve allí unos años. Después, por circunstancias tuve que dejar de entrenar al San Antonio y al año me llamaron del San Juan. En esa época yo y más gente de mi alrededor tuvimos una experiencia muy mala. Cuando me llamó San Juan no lo dudé, no me costó nada, porque yo quería seguiur entrenando. Sin estar ligada al patinaje solamente he estado un año durante toda la vida, fue la época en la que tuve que preparar las oposiciones para Policía Municipal, trabajo que tengo hoy en día. En 2003 tomé la decisión de djearlo, porque era muy difícil compaginar la vida laboral, con la personal y la deportiva.

¿Qué es lo que más le llenaba como entrenadora?

Lo que más me llenaba de entrenadora era ver a las personas aprender, madurar. Tuve la suerte de que la gente era muy agradecida conmigo, valoraban mi trabajo y eso te animaba a continuar. La gente crece y ves que han crecido bien, y eso merece la pena. Siempre les digo: “Si se os ha quedado algo de enseñanza eso para mí ya es un logro”. Ver cómo tienen ganas de aprender y ganas de adaptarse a un concepto del deporte que igual para ellas o ellos es diferente pues eso es una satisfacción.

¿En qué situación se encuentra el patinaje navarro actualmente?

Yo creo que al patinaje navarro hay que darle una vuelta, hemos bajado el nivel, es cierto que se ha perdido el nivel que había hace muchos años. No es el momento de buscar culpables, pero sí de buscar las anomalías que habido e intentar mejorarlas entre todos. Es el momento de que clubes, entrenadores y directivos se tienen que sentar en una mesa y ver lo que se puede cambiar para volver a lo que había antiguamente.

El patinaje ha sido esencial en el crecimiento de la mujer en el deporte navarro, ¿cómo visualiza la situación de ahora comparada con la que había hace años?

Nada que ver lo que hay ahora y con lo que había antes. Antes que una mujer hiciese deporte era como una novedad. Gracias a Dios poco a poco ha ido cambiando la visión que tiene la gente sobre la mujer deportista. En Navarra está muy equiparado en cuanto a reconocimientos del hombre con la mujer o viceversa, pero sí que es verdad que hay deportes en los que hay una brecha bastante grande. En deportes individuales me alegro de decir que la cosa ha cambiado muchísimo. Antes, más que despreciar a la mujer, no se fomentaba a la mujer en el deporte. Entonces las que salíamos era por mucho sacrificio detrás y mucho trabajo. Antes no pensábamos que eramos gente que estabamos cambiando la visión de las personas, sino que lo hacíamos porque creíamos en nosotras y podíamos hacerlo igual que los hombres. Hubo un momento en el que las chicas estuvimos por encima de los chicos en el patinaje, y eso fue también un punto de inflexión. ¿Por qué una mujer no puede tener el mismo éxito que un hombre?

Es la primera vez que se desliga de verdad del patinaje, ¿de qué forma afronta esta nueva etapa de su vida?

Esta temporada ya sabía que era la última. Fue hacer la transición con Álvaro y Naiz, que son los que se van hacer cargo de San Juan, y fue poco a poco echarme yo a un lado para que ellos tomaran las riendas. No ha sido un cambio drástico de un día para otro, sino que ha sido en transición. Yo veía que se acababa y me daba mucha pena, pero me decía a mí misma que lo necesitaba. Me casé, tuve una etapa nueva en mi vida. Quería disfrutarla y algo que no he hecho nunca que era preocuparme por mí misma y por mis hijos y, ahora, por mi marido. La voy a afrontar con mucho miedo. Tengo que aprender a vivir sin el patinaje en mi vida, y no es nada fácil. Echo de menos muchas cosas. Pensaba que iba a ser más fácil, pero me está costando. Pienso también que será cuestión de tiempo.

Han sido muchos momentos durante su vida en el patinaje, ¿con cuál se queda?

Voy a echar mucho de menos los viajes, eventos que preparábamos. La adrenalina que tenías antes de una competición. Ese pensamiento de lo conseguiremos o no, etcétera, si saldremos llorando o ríendo. Como competidora y como entrenadora acababa muy cansada, y era por la tensión, que también por supuesto que voy a echar en falta. Y estar con todos, y compartir momentos inolvidables. Reír, llorar y viajar. Son muchas cosas, los reencuentros, etcétera. Ha sido toda mi vida y ahora tengo que aprender a vivir de otra manera. Siempre dicen que es difícil aprender con edad, pues ponte ahora a aprender. No conoczco otra vida, voy a necesitar mucho tiempo. Pero estoy muy feliz, ahora me toca viajar con mi marido, cosa que antes no podía hacer. Cuando dicen que un deportista no entiende de festivos, efectivamente tiene razón. Ahora poder viajar, poder estar con mis hijos, poder apoyarles.

Y para finalizar, ¿cómo resumiría esa carrera tan bonita y exitosa?

Aparte de que ha sido muy bonita, la resumiría como intensa. Ha sido muy productiva, he aprendido muchísimo, pero también hemos tenido muchos altibajos. Productiva también, hablando en términos de amistad. Tengo mucha gente que vale muchísimo la pena. He tenido lesiones que no han sido fácil. Ha sido algo muy complicado, yo recuerdo cuando me operaron del menisco, y tenía que seguir trabajando y seguir adelante, sin apenas ayuda de nada. Eras tú y el médico de la Seguridad Social. Eran lesiones complicadas, pero por suerte han sido muy contadas. Lo he llevado peor cuando se ha lesionado alguno de mis alumnos, esa impotencia de no poder hacer nada. De querer ayudar y no saber cómo. Uno de mis mayores defectos en las lesiones siempre ha sido la impaciencia. Por querer retomar demasiado pronto he recaído. También eso me ha servido de experiencia para transmitirlo a mis alumnos, pero sí, lo he llevado muy mal. Mis patinadores han sido también como mis hijos.