La historia de Ahmed Zaki (Oujda, Marruecos, 8 de junio de 1998) es una de esfuerzo y de superación. El mayor de tres hermanos, se vio obligado a cruzar el estrecho en busca de una vida mejor para él y para su familia, dejando a un lado su gran sueño de ser jugador de rugby. Tras varios años sin un rumbo fijo, sus pasos le llevaron a Pamplona, donde pasó meses condenado a dormir en la calle. Cuando su sueño parecía más lejano que nunca volvió en forma de prueba de 15 días con La Única, un equipo que le cambiaría la vida de forma radical. 

Zaki siempre tuvo el sueño de jugar a rugby: “En mi familia el rugby siempre ha estado muy presente. La selección francesa muchas veces mandaba ojeadores a Marruecos, y ellos les gestionan los papeles para la nacionalidad y poder jugar. Es una buena oportunidad, yo conozco a gente que ha tenido la suerte de ser seleccionada”, declara Zaki. 

Con la responsabilidad de sacar a su familia adelante, decide subirse a una patera e intentar ganarse la vida en España. Al pasar la fontera, se dirige a Guadalajara, donde tenía “algunos conocidos” que le podían ayudar, aunque no estuvo mucho tiempo. “La cosa se estaba estancando, y tenía que hacer algo. Subí hasta París, donde estuve trabajando en la obra durante dos años, pero mi sueño seguía siendo jugar a rugby”, explica el marroquí. Con la idea de perseguir unas mejores condiciones de vida para él y su familia, decidió cambiar de destino para poder labrarse un futuro.

Una vez en Pamplona, Zaki se encontró con un obstáculo muy complicado de sortear. Para tener acceso a un trabajo, necesitaba dos años de empadronamiento, una situación que imposibilitaba a Zaki tener acceso a un “sueldo y un trabajo honrado”. “Da igual de qué, yo solo quiero trabajar para ayudar a mi familia. No estoy pidendo nada extraordinario, solo que se me dé la oportunidad”, reclama Zaki. 

Zaki recoge los balones en el cuarto de material del equipo Iñaki Porto

La barrera del idioma también estaba presente en la vida de Zaki. Sin saber castellano y sin hogar, la vida del marroquí pasaba por su peor momento. Zaki se vio obligado a buscar albergues en los que pasaba unos pocos días antes de volver al frío de su tienda de campaña en Aranzadi, todo mientras lo compaginaba con la escuela de idiomas. “Una vez, cuando volvía a mi tienda después de estar aprendiendo el idioma, encontré mi tienda saqueada, con todo roto y mi ropa desaparecida”, explica Zaki. 

La esperanza de Zaki de prosperar se desvanecía con cada día que pasaba, aunque él seguía luchando para poder ofrecer una vida mejor a su familia. Su hermano pequeño, que también había probado a cruzar en patera, fue deportado poco después de pisar tierra y lo mandaron a Turquía, desde donde “tuvo que regresar para intentar entrar de nuevo”, todo esto a pie

Tras cinco meses condenado a dormir en la calle, a aguantar el frío del invierno, con la incertidumbre de qué sería de él al día siguiente, encontró a una persona que decidió ayudarle. Cuando hablaba con un profesor de castellano, le mencionó cuál era su pasión; el rugby. Este le pasó el contacto de Óscar Zuñiga, de la peña La Única, para que probase en el equipo de rugby. “Llegó con la temporada casi acabada, entonces su incorporación tendría que ser para empezar la temporada siguiente. Damos un periodo de 15 días de prueba para cualquier persona que quiera probar, sea de donde sea, y si está a gusto y quiere seguir adelante. No hacemos distinciones”, desarrolla Zúñiga. 

Zaki empezó a jugar al rugby en su Marruecos natal con 16 años. Con un deporte muy arraigado en el país, destacó en el equipo de su ciudad, Oujda, y su profesor de Educación Física, que tenía mano en el equipo, decidió darle una oportunidad. Su amor por el deporte se convirtió en su sueño, pero las prioridades familiares le obligaron a tomar una “difícil decisión”. “Tengo un primo que juega en Getafe. Al final, a toda la familia nos ha influido el deporte”, matiza Zaki. 

Su posición favorita es de ala, y su velocidad llamó la atención de Ander Aristizabal, entrenador del equipo sub-18 de La Única, que decidió probarlo con su plantilla antes de subir niveles en el equipo. “Ya le dije que no hacemos distinciones, se tiene que ganar su puesto como cualquier otro”, explica el entrenador sub-18. Aristizabal no dudó en acogerlo en el equipo, y detalla el comportamiento “ideal” de Zaki, siendo “muy educado y demostrando mucho compañerismo”. “Su actitud ha sido ejemplar durante todo este tiempo. Es un compañero ideal, muy profesional, sin faltar a ningún entrenamiento. Ya sea martes, miércoles o jueves, da igual, él está aquí dando su mejor versión”, expresa Aristizabal. 

Zaki abraza a un miembro de La Única Iñaki Porto

Los compañeros de Zaki aprecian mucho al nuevo jugador. Cada vez que entran le saludan con cariño, compartiendo risas con el marroquí: “Me siento muy agradecido. No puedo expresar todo lo que me han aportado mis compañeros, han sido mi apoyo durante todo este tiempo. “Comparto bromas, río con ellos, si pueden hacer algo para ayudarme lo hacen, me explican las cosas que no entiendo... Los siento como mis hermanos, a todos ellos”, comparte el ala marroquí. 

Con las 85 fichas que paga de su bolsillo cada jugador del equipo, además de otras aportaciones, el club desarrolla las actividades de su asociación, donde trata de apoyar a personas como Zaki, que tratan de salir adelante casi sin recursos. A pesar de haber encontrado una familia en Pamplona, su situación está lejos de ser un final feliz. “Estuvo viviendo en un piso en Burlada junto a otros tres chavales, pero solo fue para un par de meses”, declara Aristizabal. 

La situación de Zaki, aunque mejoró con el apoyo de la peña, dista mucho de una vida “normal”. “Los padres de los chavales dijeron que no le iba a faltar de comer, que no lo iban a permitir”, explica Aristizabal. Por el momento, la generosidad de unos padres le da un techo a Zaki, que agradece la colaboración de todos los que le han ayudado durante estos meses. El 21 de octubre se hizo oficial su empadronamiento, aunque eso solo supone “el principio del camino”. Zaki también tuvo la suerte de encontrarse con personas como Jon Mohamed Lizarraga, que estuvo cinco años vistiendo la elástica de La Única, e hizo las veces de traductor y amigo del ala marroquí. 

“Fue subiendo de categorías con el equipo, poco a poco fue superando barreras y el otro día hizo su debut como titular en el equipo de División de Honor B. Es tan rápido que el otro día el árbitro pitó fuera de juego porque no se creía que hubiese sido capaz de llegar hasta el extremo del campo tan deprisa”, explica Zúñiga, orgulloso de su jugador. 

Los compañeros de La Única bromean junto a Zaki en un entrenamiento Iñaki Porto

La situación de Zaki se asemeja a la que vive mucha gente sin recursos que solo quiere trabajar y ofrecer a sus seres queridos una vida mejor. En el caso de Zaki, aunque aún queda mucho camino por recorrer, está cada día más cerca de mejorar, con el apoyo incondicional de su equipo y la solidaridad de las personas de las que se ha ido rodeando, que compensan la injusticia legislativa con el altruismo y la solidaridad de un club de rugby.