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Suzuki V-Strom 650 XT

Suzuki V-Strom 650 XT: La virtud del término medio

Suzuki V-Strom 650 XT

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Qué difícil es acertar en la toma de decisiones, sean las que sean. Uno siempre se queda con la duda, sobre todo cuando la cuestión a resolver es compleja, de si se habrá quedado corto o se habrá pasado de la raya. En muchas ocasiones, como ya lo manifestara hace 25 siglos el filósofo griego Aristóteles, la respuesta a esta encrucijada reside en considerar que la virtud descansa en el término medio, en no pecar de cobardes, pero tampoco de temerarios; en no adolecer de optimismo, pero tampoco caer en un ilusorio e ingenuo buenismo.

Y a la hora de elegir una motocicleta nueva la cosa también se antoja del mismo cariz. No les voy a negar que me gustan grandes, potentes, rápidas, bonitas, llamativas, deportivas, caras y lujosas; pero luego hay que darles de comer neumáticos, gasolina, revisiones, etc-, conducirlas sin que birlen los puntos del carné a las primeras de cambio y utilizarlas lo mismo para hacer recados en ciudad que realizar desplazamientos a la periferia, salidas domingueras o viajes de vacaciones. Y es ahí, cuando te planteas para qué vas a usar realmente tu moto, cuando empiezas a entender qué tipo de moto necesitas.

Les confieso que soy el feliz propietario desde hace quince años de una Suzuki V-Strom 650 ABS y que estos días, tras probar la última evolución de este modelo (V-Strom 650 ABS XT), me he ratificado en que la decisión que tomé en su día fue totalmente acertada. Suzuki la define como una moto "para la aventura en todas las direcciones: desplazamientos cotidianos, duras y húmedas condiciones de conducción, sinuosas carreteras secundarias, largos recorridos por autopista y confort para dos personas; el arma multiuso definitiva, la herramienta que nunca te dejará tirado". Esta moto, que ahora ya cuenta con control de tracción, ha mejorado su manejo a bajas vueltas con la asistencia a bajo régimen, luce un diseño moderno y personal, y dispone de un motor más sofisticado, eficaz, refinado en su funcionamiento y fiable que nunca siempre ha sido un prodigio en este aspecto-, se confirma como el ejemplo perfecto de versatilidad, de vehículo de dos ruedas adecuado para todo tipo de escenarios, utilizaciones y propósitos. Las hay más deportivas en su segmento, pero no más polivalentes ni adecuadas para realizar cualquier desplazamiento, sin importar si se trata de largos viajes a dúo y cargada de equipaje. Especial mención aquí para su depósito de 20 litros de capacidad, todo un lujo en su categoría.

Con la posibilidad de equiparla de fábrica con una lista amplia y muy satisfactoria de accesorios (pantalla alta, cubremanos, caballete central, puños calefactables, protectores laterales y de cárter, luces antiniebla, asientos de diferentes alturas, tres maletas, bolsas sobredepósito, etc), uno puede adaptar esta moto de media cilindrada y prestaciones más que suficientes (71 CV, 62 Nm de par máximo y unos 185 km/h de velocidad máxima) a cualquier tipo utilización. Además, sus confortables suspensiones, un amplio y cómodo asiento para rodar solo o acompañado, la parrilla trasera con sólidos asideros para el copiloto y una finura de funcionamiento que ha llegado a un nivel sobresaliente hacen de ella toda una delicia a los mandos.

Con el paso de los años su carrocería y manejo la han acercado más al uso diario, ahora se siente más manejable y ágil en ciudad, más estrecha entre las piernas y con más apoyo y control sobre la rueda delantera que las primeras series, aunque tampoco ha perdido puntos en su faceta turística, en la que es la mejor de su clase. Su chasis de aluminio sigue siendo todo un lujo, mientras que su amortiguador trasero regulable en precarga con pomo o un cuadro de instrumentos con toda la información deseable y toma de corriente completan el conjunto de aciertos. Frenos y cambio trabajan a pedir de boca, mientras el propulsor, de respuesta casi eléctrica y progresiva, que no nos desborda ni resulta soso, mueve con total solvencia los 216 kilogramos que pesa llena la versión XT (la estándar, con llantas de aleación y sin cubrecarter ni cubremanos, se queda en 213 kg).

Cuando a finales de los años setenta del pasado siglo este redactor era un crío que se empezaba a interesar por las dos ruedas, las motos de alta cilindrada daban entre 65 y 80 CV, una potencia que nos parecía estratosférica y con la que te podías ir al fin del mundo. Hoy, con los 71 CV de esta V-Strom 650 XT también lo podrías hacer, pero sin necesidad de gastarte un dineral (9.295 euros más matrícula la XT y 8.795 euros la estándar), con un bajo coste de mantenimiento, toda la fiabilidad deseable y un disfrute a los mandos más que garantizado. A veces, menos (cilindrada, potencia, prestaciones, peso, costes, espectacularidad, etc) es más.