damasco. A pocos días de que se acabe el plazo para que el régimen de Bachar al Asad entregue todas sus armas químicas, el plan parece que comienza a hacer aguas. El presidente sirio avanzó ayer que no podrá entregar todo su arsenal en ese plazo aunque aseguró que su intención es darlo, por lo que pidió a EEUU más tiempo para poder llevar a cabo su promesa. Por su parte, Rusia, el principal valedor de Al Asad, también comenzó a desconfiar y aseguró que no puede garantizar que se vaya a cumplir el plan aunque manifestó su esperanza en que ello sea posible.
La desconfianza de Rusia surgió horas antes, cuando el presidente sirio confirmó, en una entrevista a una cadena de televisión estadounidense, que la operación de desarme es "muy complicada" por lo que podría llevarle al menos un año y costar 1.000 millones de dólares (unos 740 millones de euros).
Al Asad también negó que la decisión de ratificar el tratado internacional contra las armas de destrucción masiva sea una "táctica dilatoria". "Cuando te unes a un mecanismo de este tipo tienes que cumplirlo y, de acuerdo con la historia de Siria, nunca hemos acordado algo y no lo hemos cumplido. Nunca", argumentó.
"La semana pasada nos unimos a la Convención sobre Armas de Destrucción Masiva, lo que implica no fabricarlas, no almacenarlas, no usarlas y deshacerse de ellas, es decir, destruirlas", dijo Al Asad.
Pero Al Asad sabe que incumplir este acuerdo podría suponer que EEUU lleve a cabo su amenaza de una intervención militar y por eso solicitó a Obama más tiempo. El motivo, según el presidente sirio, es que su país no dispone de los medios para deshacerse del arsenal.
Sin embargo también se mostró dispuesto a asumir alguna sanción como contrapartida por la prórroga de tiempo solicitada. En concreto, se refirió a la posibilidad de que el Consejo de Seguridad habilite las sanciones contempladas en el capítulo siete de la Carta de Naciones Unidas, que incluyen el uso de la fuerza, limitándose a señalar que "es una decisión política de los grandes países".
la duda del aliado La primera reacción al anuncio de incumplimiento del plan de desarme sirio llegó desde Rusia, el mayor aliado que ha tenido este régimen durante todo el conflicto. Su presidente, Vladimir Putin, sembró una primera duda ante el plan que él mismo diseñó aunque confió en que Al Asad lo acabe cumpliendo.
"No puedo afirmar al cien por cien que se logre llevar a cabo todo hasta el final el plan de desarme químico. Pero todo lo que hemos visto hasta ahora en los últimos días nos infunde la seguridad de que se hará", afirmó Putin.
Según el presidente ruso, "hasta ahora todo apunta a que Siria ha aceptado nuestra propuesta y está dispuesta a actuar de acuerdo con el plan que elabora la comunidad internacional en el marco de las Naciones Unidas".
"Siria ha anunciado que está dispuesta a ingresar, y no sólo dispuesta, sino que se considera ya miembro de la Convención Internacional para la Prohibición de Armas Químicas", indicó.
El jefe del Kremlin insistió en que estos son pasos prácticos ya adoptados recientemente por Damasco y expresó su confianza en que el líder sirio, Bachar al Asad, pueda ser convencido de que se deshaga de todo su arsenal químico.
En cuanto a los ataques químicos en ese país árabe, que fueron confirmados esta semana en un informe por los inspectores de la ONU, Putin llamó a investigarlos todos.
"Disponemos de todos los argumentos para suponer que esto fue una provocación, sagaz, por supuesto, inteligente, pero por la técnica empleada, primitiva", manifestó, en alusión al ataque perpetrado el pasado 21 de agosto cerca de Damasco y que ha sido el desencadenante de este conflicto.