El expresidente de Estados Unidos Donald Trump ha conseguido desde la oposición lo que no logró como presidente: unir a los dos partidos y a sus seguidores y lo ha hecho, increíblemente, gracias al procesamiento en contra suya anunciado esta semana.

Tanto demócratas como republicanos, ya pertenezcan a los medios informativos, el funcionariado o los legisladores, coinciden en que se trata de un hecho excepcional y que tendrá consecuencias electorales.

Incluso está empezando a extenderse entre los seguidores de ambos partidos la idea de que el encausamiento de Trump tiene una función electoral, que consiste en eliminar al candidato principal republicano, importante especialmente porque las encuestas van situando al actual presidente demócrata Joe Biden con porcentajes muy bajos de posibles votantes y muy por detrás de Donald Trump.

Sin embargo, la coincidencia de opiniones acaba aquí: si los demócratas celebran la novedad de que un presidente sea encausado por primera vez en los dos siglos y medio de historia de este país –y especialmente que se trate de un presidente de la oposición– los republicanos lo consideran como un insulto a su ex presidente y sus seguidores y un peligro para la estabilidad del país.

Agilizar el proceso judicial

Es difícil imaginar que la decisión del Departamento de Justicia de procesar a Donald Trump no tenga razones electorales y las declaraciones de sus funcionarios refuerzan esta impresión: el fiscal especial que decidió procesar al expresidente, añadió al anunciarlo que “tratarán de agilizar el proceso”, algo que tiene beneficios para el candidato demócrata, pues se libra así de su principal rival, en el caso de que sea condenado a tiempo, es decir, meses antes de la celebración de las elecciones. Naturalmente, Trump y sus colaboradores probablemente tienen poco interés en un juicio rápido, pues las posibilidades electorales de Trump seguramente crecerán con la aureola de víctima y de perseguido político por parte de un gobierno deshonesto, a cuyo frente está un presidente senil que teme perder su cargo.

Lo cierto e que, en estos momentos, Trump es la estrella de los candidatos republicanos, pues supera el 50% de la intención de voto mientras que su seguidor más inmediato, el gobernador de Florida Ron DeSantis, llega tan solo a la mitad aproximadamente.

¿Un perdón a cambio de una renuncia?

Las sospechas de que Joe Biden y su departamento de Justicia quieren apañar las elecciones eliminando a su principal rival, se vieron reforzadas este viernes con los comentarios de la cadena de televisión NBC, una cadena que favorece claramente al Partido Demócrata: sus comentaristas estrella –a quienes se les supone buenos contactos en la Casa Blanca de Biden– comentaron en su programa la posibilidad de que Joe Biden perdone a Donald Trump antes de que termine el juicio… a cambio de que su predecesor y actual expresidente renuncie a una segunda candidatura.

Evidentemente, Biden eliminaría a un rival peligroso, pero esto no significa que tenga las elecciones ganadas: otros republicanos tomarán el relevo de Trump y algunos, como DeSantis o Tim Scott –el único senador republicano negro– podrían sin grandes dificultades imponerse a Biden… y conducir el país por caminos menos tortuosos que los recorridos con Trump.

Sin embargo, es muy posible que a Trump no le interese esta opción y prefiera correr riesgos en la esperanza de ganar las próximas elecciones. En este caso, no lo juzgarán tan solo en los tribunales, sino que lo harán también todos los ciudadanos norteamericanos y emitirán su sentencia el día de las elecciones.

Su voto puede ser además un veredicto plebiscitario y que enfrentará al campo anti-Trump con sus seguidores, quienes lo consideran una víctima y se van arremolinando a su alrededor.

Trump podría perdonarse a sí mismo

Las leyes norteamericanas no cierran el camino a la Casa Blanca si hay un procesamiento –o incluso una sentencia– contra un candidato presidencial. Llevando la situación al máximo absurdo, Donald Trump podría ser, no solo el único candidato con un proceso penal, sino incluso el primer presidente en ser condenado por la justicia.

La condena ni es segura ni siquiera fácil de conseguir pero, si llegara y Trump a pesar de ella ganase las elecciones, tendría en su mano un argumento jurídico imbatible: las leyes le permiten perdonarse a sí mismo... sin riesgo de que la justicia lo persiga cuando dejase la Casa Blanca por segunda vez en 2028.