Ante el escenario sociopolítico que se nos plantea con el conflicto palestino-israelí, cabe preguntarse, ¿Qué fue primero? ¿La gallina o el huevo? ¿Quién llegó primero? Y lo más importante, a quién pertenece dicho trozo de tierra. Hay que remontarse muchos siglos atrás y llegar a lo más recóndito de esta historia. Si nos ponemos objetivos realmente, quienes estaban ahí eran personas. Porque ninguno de nosotros, ni los israelitas actuales, ni los palestinos que están siendo bombardeados, ni mucho menos quienes manejan los hilos de esta guerra estaban ahí. Porque si nos acogemos a los eventos históricos de ambas culturas, ambos estados y toda la destrucción que eso conlleva, solo se puede apreciar una doble moral. Netanyahu ya ha advertido que esta guerra va para largo, porque para él solo importa arrasar con Palestina, la gente que ahora mismo vive en sus calles porque sus hogares han sido destruidos y con cualquier resquicio de su cultura. Por otro lado, Hamás quiere derrocar al Estado de Israel. Al cual no reconoce ni pretende hacerlo. Porque ambos miran únicamente por sus propios intereses y no piensan en toda esa población que se encuentra entre medio y no puede escapar de la destrucción de la guerra.

Netanyahu les quitó el agua, la electricidad y la vida a miles de palestinos a comienzos del mes de octubre. Tuvo que llegar el abuelo de Estados Unidos para darle un tirón de orejas al presidente judío por la barbaridad que estaba llevando a cabo. Cómo no se le puede caer la cara de vergüenza al líder de un pueblo que ha sido perseguido durante tantos siglos, que sufrió un Holocausto y miles de miserias. Parece que no aprendemos nada. El ser humano es el único animal que cae dos veces en la misma piedra, en este caso serán miles de veces. Ojo por ojo, diente por diente. Por esa regla acabaremos todos ciegos y desdentados, sin entender qué ha pasado realmente.

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Israel y Palestina: ¿cómo y cuándo comenzó el conflicto? Ana Lizarbe

 

Las aulas de la universidad de Tel Aviv se encuentran vacías porque el servicio militar es obligatorio. Todos deben acudir a las filas del ejército para luchar por una guerra en la que muchos puede que ni crean. Yasser Arafat dijo en su momento que Hamás era un producto creado por Israel, puede que tuviese razón. Conocemos bastante en esta tierra como el recurso de echar la culpa a grupos y organizaciones que actúan mediante la lucha armada funciona bastante bien. De esta forma todos los árabes serán señalados por el resto del mundo como terroristas y asesinos. ¿Acaso todo aquel que defiende la autodeterminación de su pueblo y lucha por su cultura es un terrorista? Para nada, pero cómo se les llena la boca al decirlo cuando faltan los argumentos. La ofensiva de Hamás fue la excusa perfecta para atacar al pueblo palestino una vez más. Ellos dan las órdenes mientras son otros los que caen por el camino.

Un conflicto que nos persigue desde el fin del Imperio Otomano, allá por 1917, desde las revueltas árabes en el 36 y no cesa en este 2023 que se despedirá en un par de meses lleno de tragedia por culpa de una guerra eterna.

Si de verdad existe un dios, como al que tanto predican y rezan, debe estar arrancándose los ojos ante semejante barbarie humana. Porque si se nos creó desde el amor, a la especie humana es imposible entender como hombres pequeños y de mal corazón dominan el mundo a base de guerras y mentiras. La islamofobia y el antisemitismo van creciendo por todo el globo terráqueo, acrecentando la semilla del odio. Enfrentando hermanos contra hermanos. Sangre contra la misma sangre. Hasta que al final no quede nadie para contarlo.