La búsqueda de 88 votos para ser elegido Papa: el italiano Parolin y el filipino Tagle, favoritos
Si algo apenas ha cambiado en la Iglesia católica a lo largo de la décadas ha sido el estricto ceremonial del cónclave, la votación de los 113 cardenales electores en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo Papa que sustituirá a Francisco
Ya no se les encierra sin comer hasta que eligen a un pontífice y ha ido cambiando el número de purpurados, pero se mantienen las estrictas normas que servirán “guiados por el Espíritu Santo” a dar un nuevo sucesor de Pedro. Sin embargo, y aunque la tradición se ha mantenido a lo largo de la historia milenaria de la Iglesia de Roma, también es cierto que mucho antes del fallecimiento de un pontífice los distintos grupos de cardenales según su afinidad se han ido reuniendo en lo que se conoce como el precónclave.
Unos encuentros que se han multiplicado desde el fallecimiento el pasado lunes del Papa Francisco. El colegio cardenalicio se reunió por primera vez el pasado martes por la mañana para consensuar la hoja de ruta de la despedida de Jorge Bergoglio y la elección de su sucesor. Pero en esos encuentros, que se volvieron a repetir ayer por la tarde, los cardenales avanzaron en el perfil del sucesor de Francisco al frente de la Iglesia católica. Y es aquí cuando comienzan a jugar dos factores fundamentales para la elección del nuevo Papa: el legado del anterior sumo pontífice y la dirección que quiera tomar el catolicismo y su influencia espiritual en los próximos años.
La muerte de Francisco pone a la Iglesia católica en la disyuntiva de seguir su legado progresista o retomar el camino conservador añorado por sus críticos. Antes de las exequias, ya se perfilan las corrientes que se enfrentarán en el cónclave. Los principales candidatos, el peso de su origen geográfico y sus chances entre los electores, el 80% de los cuales fue nombrado cardenal por Francisco, hace que lo más probable es que el nuevo pontífice siga la línea marcada por su antecesor, pero no es una ciencia exacta. Después de la elección de Juan Pablo II y Benedicto XVI, nada hacía indicar que un jesuita tuviera que dirigir por primera vez en la historia a los católicos, y ocurrió tras la renuncia histórica de Joseph Ratzinger.
La tradición dicta que los 133 cardenales electores (tras dos bajas) se trasladarán la tarde anterior al inicio del cónclave –aunque está sin confirmar, todo hace indicar que comenzará el 5 ó 6 de mayo– a la Casa de Santa Marta, la residencia en el interior del Vaticano donde vivió Francisco, para cenar juntos. Desde ese momento permanecerán aislados del mundo, totalmente incomunicados.
A la mañana siguiente, el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, celebrará la misa pro eligendo Papa, abierta a todos los fieles en la basílica de San Pedro. Por la tarde, los cardenales electores irán en procesión a la Capilla Sixtina, invocando la asistencia del Espíritu Santo con el canto del Veni Creator.
Al final del juramento dentro de la Sixtina, el maestro de las Celebraciones Litúrgicas, Diego Ravelli, proclamará el Extra omnes ("todos fuera") y se cerrarán las puertas. Solo los cardenales electores permanecen dentro y se procederá a una primera votación.
Cada día, los cardenales celebrarán la misa y luego se trasladarán a la Capilla Sixtina, donde a las 9:00 hora local rezarán el laudes y, después de la segunda votación de la tarde, los electores rezarán las vísperas. Los cardenales votarán dos veces por la mañana (inmediatamente después del laudes) y dos veces por la tarde (a las 16:00 horas). Actualmente hay 133 cardenales electores, por lo que se necesitan 88 votos entre los cardenales para ser elegido sucesor de Pedro.
Cada dos votaciones, las papeletas en las que los cardenales han escrito su candidato se queman en una estufa dentro de la Capilla Sixtina. El humo saldrá de una chimenea situada en el tejado de la Capilla Sixtina: uno podría formarse alrededor de las 12:00 horas, otro a las 19:00 horas. Si el humo sale antes de estas horas, se ha elegido Papa. Una vez realizada la elección, saldrá humo blanco de la chimenea y al mismo tiempo sonarán las seis campanas de San Pedro en señal de celebración.
En la sacristía de la Capilla Sixtina se prepara una sala con los vestidos del nuevo pontífice de varias tallas. Se trata de la sala de las lágrimas, llamada así porque es el lugar donde el elegido desahoga la emoción que ha contenido hasta ese momento. Posteriormente, una vez aceptado expresamente el cargo, se presentará ante los fieles reunidos en la plaza de San Pedro. Los principales candidatos siguen siendo los mismos de los últimos días.
Apuestas por el nuevo Papa
Apenas unas horas después de que el Papa Francisco falleciera el pasado lunes a los 88 años, las casas de juego más populares del mundo habilitaron un espacio en sus marcadores para poder apostar por el nuevo pontífice y, en algunos casos, incluso por su nuevo nombre papal, con dos claros favoritos: el italiano Pietro Parolin y el filipino Luis Antonio Tagle.
La fiebre por la apuesta virtual alcanza también las cotas religiosas. En las más famosas páginas de apuestas, los nombres de los cardenales papables aparecen junto a su correspondiente cuota, es decir, a lo que se pagaría por cada unidad apostada (euro, libra…) en caso de que fueran elegidos. Los dos con la cuota más baja, o lo que es lo mismo, los dos favoritos de las casas de apuestas, son Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, y Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.
El italiano es ligeramente preferido, con una cuota de 2,75 euros por cada euro apostado, frente a los 3,20 de Tagle. Los siguientes contendientes, para esta casa, son el ghanés Peter Turkson y el italiano Matteo Zuppi, con cuota 8, y el húngaro Péter Erdő, con 9, que aparecen también entre los primeros perseguidores del resto de empresas de juego. El español Antonio Cañizares, que no acudirá al cónclave por motivos de salud, figura en el último lugar de los elegibles, con un botín de 101 euros por cada euro apostado.
Algo que genera tanto expectación como curiosidad es también qué nombre elegirá el nuevo pontífice. Y algunas casas de apuestas permiten al jugador arriesgarse a predecirlo. Curiosamente, los nombres favoritos son los tres últimos elegidos. Con cuota 2,50, el favorito es Francisco, en lo que sería la repetición y, por tanto, pasaría a ser Francisco II. Por detrás aparecen Benedicto, con cuota 4, y en tercer lugar Juan Pablo, con cuota 6. Cuarto aparece León, con 8 euros de recompensa por cada uno apostado.
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