cINCUENTA años como hermanas ya es bastante, pero aún es más dilatada la relación de Pamplona y Baiona como vecinas, desde siempre como capitales a uno y a otro lado del Pirineo, simétricas al eje de las montañas y casi gemelas desde que hace unas décadas se impuso también en la ciudad labortana la vestimenta sanferminera para sus fiestas de agosto. Todo eso se concretó el 19 de junio de 1960, cuando los alcaldes Miguel Javier Urmeneta y Henri Grenet firmaron el jumelage entre ambas ciudades.

Sin embargo, aquel acuerdo cobró después más fuerza en esporádicos impulsos populares que han tratado durante este medio siglo de reactivar un hermanamiento que ha languidecido durante décadas. La responsabilidad de ese arrinconamiento no es ajena a ambos consistorios, que históricamente no han fortalecido los lazos de por sí comunes entre Pamplona y Baiona, y han preferido desviar sus esfuerzos al hermanamiento con ciudades más exóticas como Yamaguchi (Japón), Paderborn (Alemania) o Pamplona (Colombia) en el caso de la capital navarra, y N"Djamena (Chad) y Daytona (EEUU) en el caso de Baiona.

En cualquier caso, ambos ayuntamientos se han reunido recientemente para elaborar un programa conjunto que conmemore su medio siglo de hermanamiento, si bien lo único que ha trascendido es una visita de asociaciones de jubilados a Baiona (el pasado día 19) y unas clases de esquí en francés para estudiantes. Lo cierto es que la decidida apuesta de Miguel Javier Urmeneta (alcalde de Pamplona desde 1957 a 1964) no halló especial eco bajo la dictadura franquista, cuando cruzar la muga era toda una odisea y "cualquier actividad que estrechara lazos entre ciudades vascas de ambos lados era altamente sospechosa", según recuerda el abogado Jean Claude Larronde, uno de los más tenaces impulsores del hermanamiento en Baiona.

Un hito de aquellos años fue la inauguración de la avenida de Baiona, el 8 de julio de 1973, a la que acudieron el propio alcalde Henri Grenet y una buena representación de la capital labortana. No obstante, según recuerda Larronde, la corporación de Baiona se negó a visitar oficialmente los Sanfermines de 1978, "como rechazó a un Consistorio nombrado directamente por las autoridades franquistas". La cuestión mejoró tras las primeras elecciones municipales del año siguiente y la investidura del socialista Julián Balduz como alcalde.

El arranque popular

Iparla y Lesaka (1980)

Aprovechando la nueva coyuntura, el pamplonés residente en Baiona Coté Cabasés informó al colectivo Izan de la posible colaboración con la sociedad gastronómico-cultural Iparla de Pamplona, entonces recién inaugurada. De esta forma, el local de la calle Descalzos acogió el 14 de marzo de 1980 la reunión que puede considerarse fundacional para un nuevo enfoque popular y vasquista de un hermanamiento que entonces cumplía 20 años en su versión oficial. A aquel almuerzo de ajoarriero y cordero al chilindrón acudieron desde Baiona Jakes Abeberry (teniente alcalde de Biarritz); Joseba Agirre (hijo del primer lehendakari y entonces residente en Baiona); Michel Burukoa (médico bayonés ya fallecido); Peio Daverat (comerciante); Jean Louis Harignordoquy (bertsolari de Baigorri, más conocido como Laka); Mirentxu Irigoien (profesora residente en Hendaia); Antxon Lafont (director de la Cámara de Comercio de Baiona); el matrimonio Pantzi y Patxi Noblia (presidente de la compañía Sokoa de Hendaia); y el propio Jean Claude Larronde.

La alineación pamplonesa estuvo formada por Xabier Alonso, José Antonio Azkarate, Jesús Bueno Asín (diputado foral), Jorge Cortés Izal (impulsor de las ikastolas navarras), Miguel Ángel Garaikoetxea, Javier Kuntxillos, Kepa Larunbe, Ángel López y Javier Yaben Bengoetxea. Aquel encuentro fue el preludio de otro más estructurado, que el 9 de agosto de 1980 contó en Lesaka con la presencia de los representantes en Navarra de Eusko Ikaskuntza (Josu Ardaiz y Eugenio Arraiza), así como integrantes de la vida cultural pamplonesa: Javier Arlabán, María José Beaumont, Nekane Etxeberria, Javier Martínez Álava, Andoni Santamaría y Javier Yaben. Ya por entonces, Jean Pierre Brisset y Martínez Álava habían impulsado un hermanamiento de jóvenes entre el barrio de San Juan y el de ZUP de Baiona. Por la ciudad labortana, todos destacan la labor de uno de sus tenientes de alcalde, Maurice Touraton.

1980-1982

Los años más activos

El entusiasmo crece de tal manera que en Baiona se crea la asociación Iruña, en cuyos estatutos se fija como objetivo "reforzar las relaciones de todo tipo entre las dos ciudades vascas, capitales de Lapurdi y Navarra". En tiempo récord logra 400 afiliados, y en su dirección se integran entre otros Pierre Ospital (entonces concejal), René Mariné y Jean Nesprais. En el lado pamplonés, Javier Yaben recuerda "la multitud de jumelages sectoriales de abogados, arquitectos y médicos de ambas ciudades -entre ellos Javier Gortari, luego concejal de UPN-, así como la relación entre barrios como Milagrosa-Balinchon o Chantrea-Beyris".

El resultado más tangible fue la celebración de la semana de Pamplona en Baiona (6-12 de octubre de 1980), que incluyó un partido de fútbol entre Osasuna y una selección de jugadores de Baiona. Al año siguiente se hizo al revés, la semana de Baiona en la capital navarra (24 a 31 de mayo de 1981), que contó incluso con una subvención del Consistorio pamplonés de 250.000 pesetas, aprobada por unanimidad.

No dejaron de sucederse anécdotas, como la protagonizada por el periodista labortano Jean Pierre Aren, encargado de transportar a Pamplona el vino, el champán y "otros espirituosos" para la demostración de cuisine bayonnaise que debía celebrarse en el restaurante Aralar de la calle San Nicolás. Fue retenido por la Guardia Civil en la aduana de Dantzarinea y "debió ejercer todas sus influencias para ser liberado", tal y como recuerda jocosamente Larronde. Una comida popular con 500 participantes y una verbena en la plaza del Castillo remataron aquella semana que no se libró de la polémica política, como recuerda Yaben. "El Ayuntamiento de Pamplona no nos cedió una sala en el Museo de Navarra para una charla sobre el hermanamiento, aunque luego quisieron arreglarlo cuando se enteraron que un ponente iba a ser el alcalde socialista de Pau, André Labarrere".

la cuesta abajo

Menos popular, más oficial

Quizá fue ése un punto de inflexión que ya no se superó. De hecho, para el viaje a Baiona de mayo de 1982 el propio Miguel Javier Urmeneta tuvo que poner 150.000 pesetas de su bolsillo ante la insuficiente subvención del consistorio que dirigía Balduz. Aún se desarrollaron ese año múltiples actividades y encuentros en ambas ciudades, con actuaciones de las bandas La Pamplonesa y la Harmonie Bayonnaise, exposiciones de pintura y un gran almuerzo popular de 800 comensales en Baiona.

"Sin embargo, la desilusión se apoderó de la asamblea de la asociación Iruña celebrada en enero de 1983", recuerda Larronde. "No teníamos capacidad para organizar conciertos filarmónicos o mantener todos los jumelages paralelos, y nadie tomó el relevo". Por contra, Javier Yaben mantiene que "muchas de las relaciones de aquellos años se han fortalecido; al relajarse los pasos de la frontera, el trasiego de uno a otro lado se hizo más habitual; para Baiona, Pamplona siempre será su ciudad hermana, y no hay más que verlos en Sanfermines".

Para Javier Martínez Álava, que hoy trabaja en las asociaciones del Olentzero y la Cabalgata, "hay que hacer otro esfuerzo; por ejemplo, en Baiona tenemos a Guillaume Irigoien, que mantiene viva allí la tradición del Olentzero". Larronde señala que "la retirada de Touraton de la vida política en Baiona y la llegada de UPN al poder en Pamplona dieron el golpe de gracia". Como anécdota, en agosto de 2005 se conmemoró en Lesaka el 25º aniversario del jumelage popular, pero cada vez había menos jóvenes...