Las Carmelitas cumplen 50 años en Donamaria
Hace medio siglo, en una época con mas vocación, llegaron las monjas de clausura a Donamaria. Las vecinas "más desconocidas" abrirán las puertas del convento para esta celebración.
EL convento de las Madres Carmelitas de Santa Teresa de Lisieux cumple medio siglo en el Palacio Jauregia de Donamaria. Desde 1945 existía una comunidad carmelita en Hondarribia (Guipúzcoa), pero la fuerte vocación de aquella época hizo que las dos casas que tenían en la localidad costera se quedaran pequeñas y tuvieran que trasladarse a Malerreka en 1960, donde compraron el palacio que construyó hace más de 200 años un indiano en Donamaria. Fue el 20 de abril de 1960 cuando 23 monjas llegaron al convento en procesión desde la parroquia de Donamaria, acompañadas de muchos vecinos. Siete de aquellas mujeres residen todavía hoy, medio siglo después en el convento. Desde entonces, las monjas de clausura siguen con su vida dedicada a la oración, el conocimiento mutuo y el trabajo en la pequeña localidad, donde son muy conocidas y respetadas. Como señala Olatz Garmendia, de Azpeitia, monja que lleva 40 años en Donamaria y es actualmente la madre superiora, "nos quieren mucho y ese amor es mutuo, nos sentimos muy del pueblo. Hasta los jóvenes nos visitan por Carnavales o fiestas, eso sí, después de una buena comida y cuando han perdido la vergüenza. También vienen a traernos leña para el invierno y se quedan a comer, o a presentarnos a sus hijos e hijas cuando nacen o al hacer la Primera Comunión". A pesar de ello, reconoce que "muchos, sobre todo los jóvenes, no nos conocen".
TRABAJOS DE ENCUADERNACIÓN
La crisis (e Internet) también llegan hasta el convento
Aunque han elegido una vida dedicada a Dios, no pasan todo el tiempo rezando. Las monjas de Donamaria son muy conocidas por sus trabajos de encuadernación, aunque la madre superiora afirma que "en los últimos años se nota no sólo la crisis, sino también el auge de Internet. Mucha gente hace sus compras por Internet y ahora tenemos menos pedidos de encuadernaciones, pero es suficiente para nosotras". También son conocidos los productos de su huerta de una hectárea, donde producen "principalmente manzanas y peras, pero también higos, avellanas, nueces, cerezas que casi todas se las comen los pájaros y hortalizas" principalmente para consumo propio y cuyo excedente venden en comercios y colegios de la zona. También tienen una pequeña granja de gallinas, cuyos huevos se comen principalmente las monjas, aunque el excedente también se vende. Como muestra del sentido práctico de las carmelitas, un pequeño pozo que antaño acogía pececitos de colores, sirve en los últimos años como vivero de truchas. También realizan trabajos de confección para una tienda de Pamplona y en su día realizaron el palio de la iglesia de Doneztebe. Aunque Olatz Garmendia lamenta que "ya no hacemos bordados, porque las jóvenes no han aprendido y las mayores ya han perdido la vista".
Asimismo, cuentan con una hospedería, con 8 habitaciones y 12 camas, para los que quieran venir a orar: "no somos un hotel -recuerda la madre superiora-, y el que viene es a meditar en tranquilidad y rezar". Por la hospedería han pasado varios personajes famosos, como el arzobispo de Brasil Helder Cámara. Cuentan que casi todos los que lo prueban repiten la experiencia.
Como quería Santa Teresa cuando fundó la orden hace más de 400 años, las 18 carmelitas que viven actualmente en el convento de Donamaria forman una familia. Cada tres años eligen a la madre superiora, pero las decisiones se toman entre todas. Según Olatz Garmendia, la imagen oscura que hay sobre las monjas de clausura es exagerada, porque "creen que vivimos en las nubes o que estamos en una cárcel, pero nosotras no nos sentimos encarceladas, ni vivimos apartadas del resto del mundo: servimos a Dios y a la Iglesia, pero también al resto de la sociedad. De lo contrario sería una vida estéril". Olatz Garmendia afirma que en estos 50 años, ha cambiado mucho la vida en el convento. "Cuando llegué yo todavía se mantenían algunos hábitos de antaño, pero tras el Concilio hubo una apertura. Hace años que desaparecieron los rejas, una de las señas de identidad de la clausura. La ropa también ha cambiado, antes nos tapábamos casi todo el rostro con una toca. Ahora salimos mucho más, tenemos convenciones, encuentros...".
La celebración del 50 aniversario será una buena excusa para abrir las puertas del convento. El 15 de mayo, festividad de San Isidro, la iglesia del convento acogerá un concierto de acordeón y clarinete. El domingo, a las 12.30 se celebrará una misa, tras la que habrá comida popular en el huerto del convento. Los que quieran acudir podrán llevar comida desde su casa. Olatz Garmendia, en nombre de toda la comunidad, invita a todo aquel que quiera acudir, pero especialmente a los vecinos de Donamaria.