Historia
pocos lugares de Tudela han cambiado tanto para seguir igual. El paseo de Invierno es uno de esos cuatro o cinco rincones de la capital ribera (Herrerías, Carrera, plaza de Los Fueros y plaza Vieja) que han estado sometidos a más obras a lo largo de su historia pero tienen un perfil tan definido que por más operaciones estéticas a las que se les someta permanecen inmutables.
Su nombre original, paseo de Invierno, se le adjudicó por el hecho de que se encontraba resguardado del viento norte y era un lugar soleado. La idea surge el 2 de abril de 1839 y en diciembre de ese mismo año comenzaron las obras en un solar ubicado en las afueras de la capital ribera; incluso se encontraba más alejado del centro urbano que muchos conventos, en la carretera que se dirigía a Zaragoza. Según cuenta Jesús Martínez Escalada en su libro La historia de Tudela contada por sus calles, para su creación se adquirieron, por 2.002 reales, unos terrenos del Marqués de San Adrián a los que se añadió, poco después, una huerta de Luis Lizaso. En su creación se plantearon dos condicionantes, levantar una tapia alrededor de todo el paseo y prohibir la entrada de carros y de ganado, ya que se había ideado, exclusivamente, para el recreo de los ciudadanos.
Pocos años después de su inauguración, en 1842, se instaló junto al paseo la primera plaza de toros de la ciudad (donde está hoy el edificio de la Telefónica), ya que hasta el momento se habían celebrado en la plaza Vieja y, después, en la plaza de los Fueros. Los vecinos que veían los festejos desde sus balcones se quejaron durante mucho tiempo sin que sus protestas tuvieran demasiado efecto. El coso permaneció hasta 1920.
El Consistorio dio finalmente permiso para construir viviendas a su alrededor en 1889 y, al mismo tiempo, autorizó la entrada de carros y caballerías. El 15 de noviembre de 1901 este paseo acogió, bajo una lluvia torrencial, la primera de las ferias de ganado que duraban tres días y que tanta importancia tuvieron durante décadas en aquella polvorienta Tudela. El incremento de las viviendas que se construían alrededor del paseo hizo que esta feria se trasladara a los descampados de Griseras en la década de los años 20, en la parte trasera de donde en 1933 se construyó la Chata de Griseras.
El 7 de junio de 1905 el paseo de Invierno cambió su denominación a paseo Marqués de Vadillo (francisco Javier de Castejón y Elío), que mantendría hasta bien entrada a la Democracia. El Ayuntamiento de Tudela así lo decidió por el interés demostrado por este ministro de Fomento navarro en las obras de encauzamiento del río Ebro.
Los años 20 fueron toda una revolución para este emblemático lugar, el 20 de febrero de 1920 se colocó en el centro la conocida como Fuente de los Angelotes, procedente de la plaza de Los Fueros y que en el bombardeo republicano del 13 de agosto de 1937 se convertiría en metralla mortal. En 1922 se plantaron numerosos árboles y en 1925 se le dio más prestancia con la construcción de dos elegantes escalinatas (una en cada extremo del parque). En los laterales de las escalinatas existían unas fuentes con pozas semicirculares donde dos cabezas de león vertían agua de forma constante. En la confluencia entre la calle Soldevilla (hoy avenida de Zaragoza) y el paseo de Invierno existían unos enormes plataneros que adornaban la entrada y que decían fueron plantados por las tropas francesas en 1809. En el otro extremo de aquel elegante paseo se instaló en 1929 una escultura en honor del procurador en Cortes por Tudela José María Méndez Vigo, partícipe en la construcción del Canal de Lodosa o la llegada de la sección de sementales del ejército.
Este diseño permaneció igual hasta el año 1966.
desastres y reformas
De 1937 a nuestros días
Uno de los momento más trágicos de este paseo fue el bombardeo del año 1937. En el paseo del Marqués de Vadillo se instalaban en verano desde hacía varios años las ferias. Puestos de tiro, tiovivos o la venta de dulces hacían las delicias de los niños durante y después de fiestas de Santa Ana. Por ese motivo aquel caluroso 13 de agosto a las 17.30 la mayoría de los 13 muertos fueron niños y mujeres. Una de las bombas cayó en la fuente de los Angelotes y rompió el hierro en mil pedazos.
En junio de 1966 se decidió cambiar el diseño del paseo. Se derribaron y talaron los centenarios plataneros, se quitó la escalinata central y las fuentes laterales. En su lugar se levantó un monumento en honor de Los Fueros de Navarra y dos escalinatas con bancos sobre el nivel de la carretera. Debajo de ellos una fuente de la que, quizás, sólo manó agua el primer día. Además se llenó todo de piedras, se colocaron columpios de hierro y una fuente de hormigón en forma de estrella en el centro. Bajo esta apariencia, en la década de los 80 se convirtió en el lugar de cita para salir de todos los jóvenes tudelanos que devoraban las pipas que compraban en el antiguo kiosco.
La denominación de paseo Marqués de Vadillo se mantuvo hasta el final de la década de los 70; al poco de entrar en la Democracia el paseo volvió a ser de Invierno.
El constante incremento de los vehículos hizo que al final de la década de los 90 se desatara la necesidad de crear un parking subterráneo en el paseo de Invierno. El Ayuntamiento, presidido por José Antonio Pérez Sola, sacó a concurso en diciembre de 1993 la construcción y explotación durante 50 años de este aparcamiento que recayó en la empresa Jolma. Sin embargo toda la oposición, incluido UPN, estaba en contra. El coste estimado de la obra era de 260 millones de pesetas. Pese a las posturas mostradas durante meses, una vez que los regionalistas llegaron a la alcaldía en mayo de 1995 pasaron a abanderar el proyecto mientras que Unión Tudelana (herederos de los socialistas de José Antonio Pérez Sola) se mostró en contra.
Pese a que en pleno UPN apoyó la realización de este aparcamiento, la oposición tenía la mayoría y finalmente se abandonó la idea. La empresa Jolma reclamó al Ayuntamiento una indemnización de 96 millones de pesetas "en concepto de gastos y lucro cesante".
La empresa apostaba por esta ubicación por "la importancia comarcal de la ciudad, su futuro, la autopista Madrid-Tudela, el crecimiento del parque de automóviles, la peatonalización del entorno, evitar la contaminación de la ciudad y dar calidad de villa a la calle".
Pocos años después de la polémica, el Ayuntamiento decidió recuperar la imagen que durante más de 40 años (de 1925 a 1966) había tenido el lugar. El alcalde, Luis Campoy, señaló que la intención del Consistorio con el proyecto era "recuperar un espacio de ocio que en los últimos años estaba decayendo". Los técnicos señalaban entonces que "queremos que la zona de esparcimiento se amplíe e incluso restringir la circulación por el lateral izquierdo". En los años 90 el abandono del paseo era total. Ya entonces se hablaba de arreglar el entorno del teatro Gaztambide con la intención, en un futuro, de rehabilitarlo para lo cual se habían presupuestado 350 millones de pesetas.
Las obras del nuevo paseo de Invierno comenzaron en el año 1998 y acabaron a mediados de 1999. Estos trabajos tuvieron como elementos emblemáticos la retirada del monumento de Los Fueros (que ahora descansa en los almacenes de la Brigada Municipal) y la colocación de cerámica de Muel en la entrada y en la salida del paseo. Esta cerámica tiene especial relevancia ya que es la misma que se empleaba para construir las casas-palacio de la capital ribera de los siglos XVI y XVII. Además se cerró al tráfico la calle lateral más cercana al hotel Santa María.
Eje de la vida tudelana, en sus alrededores se han levantado algunos edificios emblemáticos de la época moderna de la capital ribera como el teatro Novedades, la central de Telefónica (1932), el teatro Gaztambide (1943), el hotel Morase, el hotel Santa María, el colegio Lestonnac, las bodegas Tello o el garage Borne. Pese a su pequeño tamaño, es uno de los pocos pulmones de la ciudad.