Cuando llegaba a casa el miércoles 19 de enero, después de manifestarnos en contra del pretendido recorte de las pensiones por el Gobierno, me llama Chechu y me dice que se ha muerto su padre.

Con él se nos ha ido un luchador de los de la vieja escuela, de los que han tenido que pelear por todo y para todo. De no haber estado enfermo, a buen seguro nos habría acompañado en esta protesta. Como en los 14 de abril de cada año, para recordar los valores republicanos. Era un rojo orgulloso de serlo, muy crítico, mordaz e inteligente, un gran conversador y un peleón por naturaleza.

Nada les ha sido dado a las personas de esa generación, todo lo han ganado a pulso. Bueno, todo no, se ha ido con la amargura de no saber dónde están los restos de su padre, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Caparroso por Izquierda Republicana, asesinado tal vez en la tapia del cementerio de Tafalla. Ya no lo sabremos, porque a buen seguro lo mismo que Higinio otros muchos se han ido de este mundo sin la triste recompensa de poder recuperar como se debe a sus seres queridos.

No es fácil hacer una semblanza de una persona que ha vivido tan intensamente como mi amigo Higinio, porque me vienen a la memoria los momentos más tristes que le tocó vivir. Ahora bien, la dignidad, entereza y coraje que Higinio ha demostrado en su vida le ennoblece.

Porque tanto la muerte de Tere, su compañera, como de su hija Pili, siendo muy joven, solo se puede sobrellevar si estás armado de esa fuerza que te da la racionalidad y el ir por la vida sin mas ambición que hacer el bien a las personas que te rodean.

Recuerdo discusiones políticas con él, me encantaba su descreimiento ante muchas cosas, pero sobre todo me quedo con aquel día de hace muchos años, en el que tomamos el sindicato vertical y lo convertimos en la sede del sindicato al que Higinio ha pertenecido siempre, CC.OO. Vinieron de Bilbao Tomás Tueros y algún otro compañero y junto a Nilo, Ignacio, Dado, Higinio y yo misma, hicimos una toma pacífica del local que convertimos en sede del sindicato. Hasta hoy.

Quiero acabar este recordatorio con el recuerdo del placer que sentía Higinio por la buena música y la lectura, seguro que allá donde estés no faltará una buena ópera que escuchar ni una buena novela que leer. Adiós compañero, hasta siempre.