LA historia reciente del tratamiento de residuos en Pamplona y su comarca cuenta desde este fin de semana con un nuevo capítulo, el que narra el inicio de la recogida neumática en el Casco Antiguo. Este sistema, que emplea "tecnología punta pero sencilla y contrastada" para conducir automáticamente los deshechos por galerías subterráneas hasta una central de almacenamiento situada en Trinitarios, es un paso más en la consecución de "una ciudad más limpia y moderna", según palabras de la directora del área de Residuos de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, Carmen Láinez.
No obstante, no todos los sistemas de recogida de basuras que se han llevado a cabo en el último medio siglo han utilizado medios tan tecnológicos. Hasta la primera mitad del siglo XX continuaban existiendo los chirriones, pequeños basureros situados a las afueras de la ciudad a donde se llevaba en carros la basura, según explica una guía editada en 1985 por el Ayuntamiento de Pamplona.
Los chirriones dejaron de funcionar por decreto con la industrialización de la ciudad, y fue la empresa Abrogán, ubicada en Landaben, la que se encargó del tratamiento de los deshechos hasta 1976. Durante aquellos 16 años, los servicios municipales se dedicaban a recoger la basura en sacos de papel y conducirla hasta la empresa, donde se recuperaban sus componentes.
Tras el cierre de Abrogán se abrió un debate acerca del futuro de los residuos. Tal y como explica la guía de la ciudad, "la Diputación se empeñaba en las incineradoras, rechazadas con buen criterio por el Ayuntamiento que, a su vez, insistía en un vertedero controlado a colocar en los valles de Egüés y Aranguren. Los habitantes de estos valles dijeron que nones y, como se cerró definitivamente Abrogán, la Diputación dio permiso a Pamplona para arrojar provisionalmente la basura durante un mes en Arguiñáriz". Finalmente, esa solución provisional pensada inicialmente para un mes de duración se prolongó durante 16 años, hasta la apertura del vertedero de Góngora en 1992.
Fue durante los años 80 cuando la ciudadanía empezó a tomar verdadera conciencia de la importancia del tema de los residuos. En junio de 1980 se celebraron las Jornadas sobre las Basuras en el salón de la Escuela San Francisco, donde por un lado se defendió la necesidad de un vertedero controlado, y por otro, la importancia de la recogida selectiva.
En 1982 arrancó la primera experiencia relacionada con el reciclaje en Ansoáin, donde un camión recogía el vidrio una vez por semana y los Traperos de Emaús se encargaban del papel. Este colectivo ya venía trabajando en la comarca de Pamplona desde 1972, y hoy en día sigue haciéndose cargo de la recogida de voluminosos. La experiencia en Ansoáin continuó hasta 1983.
Ese mismo año, el Ayuntamiento de Pamplona inició un plan a medio plazo para la recuperación de la totalidad de la basura, apoyándose en la recogida selectiva, tal y como explica la guía de la ciudad, y que se acompañó de una fuerte campaña de educación ambiental. Asimismo, en el barrio de Ermitagaña dio comienzo una experiencia pionera: la población comenzó a separar en dos bolsas sus desperdicios: en la verde los restos de comida para la elaboración de abono, y en la azul, los plásticos.
Un momento histórico en la evolución del tratamiento de las basuras se produjo en 1987, cuando la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona se hizo cargo de los residuos, algo que hasta entonces competía a cada Ayuntamiento. La primera actuación al respecto que llevó a cabo la entidad fue la contenerización de la zona, ya que hasta entonces la recogida se ejecutaba mediante el llamado bolseo, por el que los vecinos debían dejar sus bolsas de basura en determinados puntos y en un horario restringido.
La contenerización fue un proceso "complicado", según la directora de Residuos, Carmen Láinez, quien aclara que "colocar un contenedor es siempre difícil, porque molestas al que lo tiene cerca, también al que lo tiene lejos... Pero es aún peor si vas a espacios reducidos, como el Casco Antiguo de Pamplona".
Sin embargo, el primer municipio de la comarca en colocar contenedores en sus calles, en 1989, fue Barañáin, que entonces no pertenecía a la Mancomunidad. En el resto de la Cuenca, a excepción del Casco Antiguo de Pamplona, los contenedores se instalaron a lo largo de 1990.
los últimos pasos 1992 fue el año en que entró en funcionamiento el vertedero de Góngora, y al mismo tiempo, cuando empezaron a instalarse los contenedores azules, los que correspondían a plásticos y latas. El reciclaje llegó a la comarca con timidez, ya que, en 1993, de las 102.886 toneladas de basura que se recogían, tan sólo se reciclaban 11.785 toneladas, el 11,45%. Este porcentaje, como muestra el gráfico, ha ido incrementándose progresivamente hasta alcanzar hoy en día el 28,74%, lo que Láinez califica como una "trayectoria ascendiente", aunque también admite que "intentaremos seguir en esta línea, pero ya nos queda menos recorrido".
La contenerización del Casco Antiguo de Pamplona se retrasó hasta finales de 1995 y 1996, debido a los problemas de espacio del barrio, plagado de calles estrechas que dificultaban la colocación de los recipientes y el paso de los camiones. Hasta el viernes, el Casco Antiguo sumaba 282 contenedores, de los que se han retirado 221 con la implantación de la recogida neumática, que afecta al 80% de la superficie del barrio. Los 61 restantes esperarán hasta que se reurbanicen las calles que todavía no lo están y comience a utilizarse el nuevo sistema.
En su lugar, las calles albergan ahora 118 buzones de recogida neumática situados en 54 puntos del barrio. Láinez asegura que se han intentado instalar de manera próxima a los lugares donde se encontraban los antiguos contenedores, siempre "con el criterio de facilitar al ciudadano el depósito". Para la directora de Residuos, con el nuevo sistema "damos un paso hacia adelante en la recogida de basuras, que nos ayuda en nuestra calidad de vida, para que la ciudad esté más limpia y sea más moderna. Nos quita contenedores, basura y camiones de la calle y también nos quita ruidos". Asimismo, la directora afirma que este sistema es "mucho más barato" y cifra el ahorro en unos 450.000 euros anuales, casi el 50% de lo que cuesta la recogida tradicional.
Envases. El tradicional contenedor de reciclaje de color azul, que se introdujo en 1992, desapareció en 2005 para dar paso a los contenedores amarillo, para envases, y azul, para papel y cartón.
La primera. La recogida neumática de Pamplona es la primera del país en efectuarse con separación por fracciones. La Comarca se sitúa en el mejor ratio posible en cuanto a recuperación de envases, vidrio y papel.
Peso y precio. Cada antiguo contenedor pesa vacío unos 50 kilogramos, y lleno puede llegar a los 250 kilogramos. El precio de un contenedor de materia orgánica es de 135 euros. Los de envases y papel cuestan 165.
Puerta a puerta. La recogida de vidrio y cartón en bares y comercios se realiza mediante el sistema puerta a puerta. Los responsables del negocio deben sacar sus deshechos a unas horas determinadas.