"Mamuxarros" y "muttus" en Unanu
En las faldas del monte Beriain se repite desde tiempos inmemoriales un enigmático y fustigador Carnaval. Cubiertos por máscaras, sus protagonistas golpean las piernas de sus víctimas en un rito relacionado con la purificación y la fertilidad.
Además, las casas no eran un refugio seguro, ya que algunos aprovecharon puertas o ventanas abiertas para entrar en el interior e imponer su ley.
Y es que el Carnaval de Unanu es de los denominados fustigadores, una fiesta relacionada con la purificación y la fertilidad, tanto de la tierra como de los animales. Matar lo viejo para dar vida a lo nuevo, según algunos.
Pasadas las cinco de la tarde y durante dos horas, mamuxarros y muttus fueron dueños y señores de Unanu, una pequeña localidad de poco más de 100 habitantes que los días previos al miércoles de Ceniza se llega de foráneos, cámara en mano dispuestos a inmortalizar esta fiesta. Así, las carreras fueron continuas. Los niños y las mujeres, sobre todo jóvenes, eran sus víctimas preferidas. Pero los txikis no se amedentraban, provocándoles y una y otra vez al grito de Mamuxarro, xirri, xarro!
Ayer era el Mamuxarro txikien eguna y mañana será el Mamuxarro handien eguna. Si bien hace unos años se diferenciaba en que el domingo salían los jóvenes y el martes los mayores. Eran tiempos en los que este concejo de Ergoiena contaba con más vecinos. Con tan poca población, ya no se distingue. Entonces también se nombraba un rey que "estaba al mando", tal y como recordaban Eugenio Mozo y Agustín Lizarraga, quienes aseguraban que los carnavales en Unanu nunca se dejaron de celebrar. También señalaban que antes era más fieros, rememorando carreras hasta las localidades cercanas como Dorrao, Lizarraga o Arbizu.
MÁSCARAS CENTENARIAS Los protagonistas y únicos personajes del carnaval de Unanu son mamuxarros y muttus. Los primeros son jóvenes solteros ataviados con camisas y pulgueros de franela blancos y fajas rojas o negras a la cintura sobre las que se ciñe un cinturón de cuero con cascabeles, panpaxilak. Cubresn su cabeza con pañuelos y sombreros con cintas de colores. Van acompañados de los muttus, mozos vestidos de mujeres con colores vivos y sin cascabeles para no ser oídos, de ahí que se les llamen mudos. Son una especie de ayudantes que avisan a los mamuxaros de hacía dónde huye la gente. Ambos cubren su rostro con kattolas, una máscaras de hierro de aspecto primitivo y origen desconocido que hacen único este carnaval. Algunas son piezas centenarias, que se guardan celosamente en la casa concejil.
Frente al ayuno y la abstinencia de la Cuaresma, el carnaval supone alegría, juegos y transgresiones en un mundo al revés. Por ello, el carnaval es también tiempo de buen comer y beber. Ayer no faltó que llevarse a la boca con un auzate en forma de queso, chistorra y vino.