Sus escaparates han sido testigos de la transformación de Pamplonadesde hace casi dos siglos. En el Casco Viejo de la ciudad hayen la actualidad, al menos, una quincena de comercios, tal vezmás, que abrió sus puertas por primera vez a lo largo del sigloXIX y aún permanecen abiertas. Antiguas cererías que pasarona especializarse en el mundo del dulce, como Donézar (desde 1853)y Manterola (desde 1810), fabricantes de calzados como CalzadosRepáraz (desde 1883), cafeterías ahora emblemáticas como CaféRoch (desde 1898) o Café Iruña (desde 1888) y hoteles como LaPerla (desde 1881) o Maisonnave (desde 1883), farmacias, actualmenteparafarmacia y herboristería, como la de Sánchez Ostiz (1846)o la farmacia Aguinaga (desde 1878), ferreterías como Irigaray(desde 1877), por citar algunas de ellas (ver listado aparte).

Por mucho que haya cambiado y evolucionado Pamplona, sus serviciosy productos se siguen requiriendo, tal y como corroboraron susactuales propietarios, si bien no quitaron importancia a lasrepercusiones de la crisis en el Casco Antiguo. La clave a la hora de haber mantenido e incluso ampliado el negocio,tal y como se expresaron varios de los actuales responsablesde estos comercios, está en la "confianza" que tienen los clientes,en el "cuidado" del producto y la clientela, así como "en serhormiga, no cigarra".

clave

"El nombre es un referente que da confianza a los clientes",aseguró José Luis Ollo, gerente de Ferretería Irigaray, negociocon 134 años de antigüedad. Mientras, Mikel Manterola, gerentede Manterola, una pastelería y cafetería que el año pasado celebrabasus 200 años de existencia, apuntó al hecho de "tener una clientelaque ha sabido reconocer nuestra calidad y por haber hecho lascosas bien". Para una de las dependientas de la Sombrerería Gutiérrez,en la plaza Consistorial desde hace 171 años, se debe a que "aquíhay cosas que no se encuentran en otras tiendas".

En cuanto a las "desventajas" que acarrea la antigüedad de susnegocios, reconocieron que "las inercias" o la idea de "siemprese ha hecho así" hacían costosa una renovación.

Sin embargo, dichas "inercias" también pueden afectar a la clientela.El Comercio San Fermín, en la calle Pozoblanco, "estuvo unosaños vendiendo solo ropa de caballero y trajes de comunicación.Ahora, en cambio, volvemos a vender para mujer y niño tambiény nos está costando porque la gente ya estaba acostumbrada aun tipo de ropa más clásica", confesó Beatriz Zulategui, pertenecientea la tercera generación a cargo de este comercio, que está deaniversario, ya que este año cumple 120 años. Por este motivo,"y en homenaje a la marca, vamos a sacar una línea en la queaparezca el logo".

Con todo, para lograr mantenerse en el mercado, los gerentesreconocen haber apostado por diferentes estrategias, como laampliación y el cooperativismo, la especialización o la innovación.

"Estamos muy asociados a nivel de cooperativas, somos de Unife(en San Sebastián) y de Ancofe (Agrupación Nacional de Cooperativasde Ferreteros) en Madrid. Ahora queremos atraer a más cooperativasa nivel nacional. Así mantienes relaciones laborales, ves cómofuncionan otros y aprendes", explicó Ollo, a cargo de la FerreteríaIrigaray, con sus hermanas Chary y Pili. El padre de estos treshermanos, José Ollo, "empezó a trabajar en la ferretería de lafamilia Irigaray con 14 años y tomó las riendas en 1940", recordóOllo, que tiene tres hijos trabajando con él. En la tienda original,en la calle San Miguel, 14, "empezaron dos personas". Este localse mantiene "por ser un emblema", aunque ahora el negocio estécentrado en una nave de 6.000 m2 en el Polígono Esquiroz, adquiridaen 1993. "Antes, en lo Viejo había un ambientillo muy familiar,tenías el cliente de los jueves por la tarde, que solo veníaentonces. La gente venía desde los pueblos a hacer recados",recordó Ollo.

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La fidelidad de los clientes también es valorada porla familia Manterola, con tres pastelerías y cafeterías que ledan nombre repartidas por Pamplona: en la calle Zapatería, enla calle Tudela y en González Tablas. "En lo dulce, gusta loque has probado desde pequeño y se repite", opinó Mikel Manterola,al explicar su apuesta por lo "tradicional" en la elaboraciónde bollería, turrones y pasteles por las que son conocidos. Losinicios de este negocio fueron distintos. "El origen de Manterolaproviene del gremio de cereros y confiteros. Entonces, como noexistían cámaras frigoríficas, se hacían confites como merengueso mermelada", apuntó Manterola. La tienda de la calle Tudela,de los años 40 del siglo XX, acogió una fábrica de chocolate.También Calzados Repáraz contó con una fábrica de zapatos, "unpatio interno de la calle Eslava donde hubo una fábrica con 50operarios hasta la Guerra Civil, cuando se tuvo que abandonar",recordó Pablo Goñi, responsable del negocio cuyos orígenes seremontan a 1883. "Recorrimos todos los estadios de la formulade fabricación: mi bisabuelo empezó siendo artesano zapatero,los hacía a medida. Después, pasó a una fabricación más mecánicay a finales de los 90 ya compaginaba fabricación y venta de calzado",añadió Goñi.

El caso de Café Iruña (de 123 años) no se basó tanto en una variaciónde productos, sino de clientela: "En tiempos venían para hacertratos, a comerciar, y quedaba la gente de bien de Pamplona.Ahora intentamos que venga gente de todo tipo", comparó LuisArméndariz, gerente de Café Iruña desde 2005. Éste explicó que"el Café ha tenido distintas etapas, antes no se servían comidasni cenas, ahora sí. Durante años hubo un bingo hasta que cambiaronlos hábitos de los clientes, y volvió a ser un lugar de reunión.Aquí se sirven banquetes de bodas, se han hechos presentacionesde libros y homenajes a poetas y el Rincón de Hemingway se usamucho para celebraciones privadas". Tal y como describió, "sefundó por y para los pamploneses" en 1888 por la empresa Iruña.A pesar de las diferencias entre todos estos negocios, si enalgo coinciden, es en que logran mantener esa "esencia" del comercioen la ciudad.