descansar, correr, hacer un poco de gimnasia, pasear al perro, incluso admirar esculturas y exposiciones... Éstas son algunas de las posibilidades que ofrecen los parques de Pamplona, que actualmente superan la veintena, resquicios de naturaleza entre bloques de cemento. Nada menos que 26m2 por habitante. Dentro de su extensión, cada parque tiene su estilo y fisonomía y recibe determinados perfiles de ciudadanos: jóvenes y adolescentes que pasan el rato, gente entrenando, dueños paseando a sus mascotas, ciclistas, o simplemente quienes buscan tomar algo cerca de un espacio verde.
Yamaguchi, a pesar de su juventud (se creó en 1997, como reflejo de las relaciones entre la localidad nipona que le da nombre y Pamplona), es uno de los más conocidos. Sus extensos jardines, el estanque, la cascada, el parque infantil, así como las infraestructuras que la rodean, como la biblioteca y el planetario, hacen que sea una zona concurrida tanto por vecinos de las proximidades como por turistas.
juegos y gimnasio Lugar predilecto para pasar la tarde para las cuadrillas de Ermitagaña, esta estancia se suele alargar hasta la noche, si bien se traslada a las inmediaciones de la biblioteca. Sin embargo, desde la mañana denota actividad. La renovación del parque infantil es respondida por los padres, que llevan a los niños a jugar allí. "Este parque está más limpio en comparación con los de San Juan y con un suelo en condiciones. Hay instalaciones de parques infantiles de San Juan que deberían limpiarse más a menudo, porque suelen estar sucios", comentó Mari Carmen, vecina de Monasterio de la Oliva. Para Raúl Fernández, residente de Noáin que acude de vez en cuando a Yamaguchi con su hija: "Yamaguchi está bastante bien, es uno de los pulmones verdes de Pamplona mejor acondicionados y más cuidados", aunque también añadió que "la Taconera está también muy bien, pero Yamaguchi es más nuevo y tiene más renombre".
Para los adultos, recientemente instalaron seis aparatos de gimnasia también populares entre los deportistas y paseantes. Un vecino de los alrededores que se encontraba haciendo ejercicio en uno de ellos contó que "la gente va rotando. Suele haber bastante gente, hay quien viene por sistema y otros que están paseando y lo prueban por curiosidad. Yo creo que son una maravilla".
También para quienes necesitan un espacio por el que pasear con sus mascotas, Yamaguchi es zona socorrida: "Suelo ir con Argi al mediodía o después de comer y me cruzo con bastante gente que también está con los perros", contó Fran Barreña, vecino de Ermitagaña de 19 años, que asimismo suele frecuentar otro parque cercano: La Vaguada. Este parque es una tira verde fronteriza entre Ermitagaña y San Juan acotada por el IES Navarro Villoslada, el CP José María de Huarte y la residencia La Vaguada. De ahí que sus visitantes más asiduos sean, precisamente, estudiantes y personas mayores, a las que se ve a diario repartidas por los jardines o disfrutando de la sombra en uno de los bancos que flanquean el paseo colindante que termina con una fuente. En fiestas del barrio, es además la zona central, donde se instala el escenario y las txosnas.
el centro
Sucesión de parques
A medida que uno se aproxima al Casco Viejo, la zona nos recibe con sucesivas zonas verdes: Antoniutti, la Vuelta del Castillo, la Taconera, la Ciudadela... Cada uno con sus particularidades. Si Antoniutti es referente deportivo, por ser escenario de entrenamientos y competiciones de patinaje, así como el circuito de skate, la Taconera es sinónimo de mini zoo en el que los más pequeños han podido ver ciervos, patos y pavos reales. Además, ambos acogen cada primavera la fiesta de Sortzen-Ikasbatuaz, en favor de la enseñanza pública en euskera.
Un poco más adelante está la Ciudadela, estrella amurallada que, tanto por el interior como por los alrededores, es bastante transitada. Guarda un aire más cultural, dado que en los pabellones siempre hay alguna exposición y obras escultóricas salpican sus dominios y con Ciudadelarte se convierte en anfitriona de espectáculos musicales. En los fosos, tal y como enumeró Sergio García, que acude diariamente a pasear a su perro con una cuadrilla, se cruzan con ciclistas, gente haciendo footing o paseando, así como muchos adolescentes. "Hay grupos que quedan para pasear a sus perros a las 8.00 y a las 9.00 de la mañana, nosotros nos juntamos un grupo a las 20.00, llevamos años viniendo porque es un espacio de esparcimiento y los perros pueden correr sin peligro de que se escapen ni hagan daño a nadie. Entre que vas y vuelves por todos los fosos, haces fácil cuatro o cinco kilómetros", explicó García, que definió la zona como "un sitio tranquilo", pero también algo "abandonado".
Bajando desde Santo Domingo y dejando atrás el Casco Viejo, se llega a los espacios verdes de la Runa, que aguantan como pueden los mordiscos municipales, traducidos en la creación de aparcamientos y en la instalación de las barracas en Sanfermines desde 2008, pese a la fuerte oposición vecinal, que ya en los presupuestos participativos de 2009 correspondientes al barrio reclamaron una recuperación del parque.
Con todo, aún conserva una parte muy valorada por los vecinos. Ricardo Tajadura y Puri Lizarraga, con sus dos nietos, regresaban de la zona acotada entre el puente del Vergel y el de San Pedro, en que, además de jardines, hay un parque infantil y aparatos de gimnasia y opinaron que "está muy bien, aunque habría que modernizarlo un poco y como van muchos niños, se hace pequeño". Asimismo, ante la cantidad de gente que transita por el parque, propusieron instalar algún baño portátil, "se ven muchos niños y gente joven, también personas mayores paseando".