LODOSA. "Un día me quedé preocupado cuando, al acercarme a uno de los retablos, observé muchos y pequeños agujeros en la madera", asegura el párroco de Lodosa, Pedro María Sanz. "En ese momento nos pusimos manos a la obra y contactamos con una empresa especializada en acabar con estos insectos para que, mediante un informe, nos presentaran la situación real de los retablos". Hace ahora un mes que recibieron los resultados de ese estudio que, como explica el párroco, no deja lugar a dudas: "Es un problema al que tenemos que dar solución con relativa urgencia. Si no lo hacemos ahora habrá que hacerlo dentro de veinte años, y a lo mejor ya es demasiado tarde".

Estos pequeños insectos se van comiendo la madera poco a poco y, aunque, a simple vista, no modifican el aspecto del mobiliario, acaban convirtiendo retablos, vigas o muebles, en serrín. "Ya nos hemos puesto en contacto con la empresa para que, después de Navidad, empiecen con los trabajos de exterminio. Hay que tener en cuenta que se colocarán muchos andamios, y es mejor esperar a después de la época navideña", afirma Sanz. Existen varias maneras de liquidar a estos insectos y en este caso, se va a utilizar la técnica de la inyección. Con una jeringuilla se introducirá una sustancia por los agujeros, y se taponarán esos orificios con cera para que el gas actúe dentro de la madera a modo de insecticida.

"La iglesia es un patrimonio cultural de Lodosa que heredamos hace varios siglos, y que tenemos que preservar para las futuras generaciones", afirma el párroco que añade que "es un problema que se ha detectado aquí como podía haber sucedido en una casa particular, y por lo tanto vamos a tratar de arreglarlo cuanto antes".

Este edificio religioso del siglo XVI cuenta con una única nave que alberga un total de siete retablos, entre los que destaca el retablo mayor dedicado a San Miguel y que, además, cobija a la Virgen de las Angustias, patrona de Lodosa. Las siete piezas de madera tendrán que ser sometidas a la eliminación de la carcoma. El suelo del altar también está afectado y no se sabe si tendrán que intervenir ahí o no. Lo mismo sucede con la parte del coro, que no se ha analizado su situación. "Miedo me da mirar también la zona de arriba, la parte del coro. Espero que al ser de otra madera no esté afectada", insiste el párroco lodosano.

Todavía no se sabe el dinero que va a costar acabar con esta plaga, pero el párroco afirma que "no vamos a pedirle dinero al Ayuntamiento sino que es una cosa nuestra, de la Iglesia, y será financiado por nosotros y por los fieles que quieran ayudar". En los últimos 30 años se han acometido otras grandes obras. La última, hace una década, consistió en la reforma del campanario, que contaba con importantes grietas y amenazaba con derrumbarse. En este caso también se sufragó, en parte, gracias a la participación económica de los vecinos.