200 años de los fusilamientos de Cordovilla
una estela, junto a e.leclerc, recuerda a los 34 ejecutados, el 9 de diciembre de 1811, "voluntarios y padres de voluntarios" que combatían a napoleón
Las víctimas cuya memoria rememora son 34 personas fusiladas por rebelarse contra la invasión francesa que desató la Guerra de la Independencia (1808-1814); la piedra olvidada es esa estela que desde un pequeño montículo domina, por un lado, el acceso a Pamplona por carretera junto a Cordovilla; por otro, una gran superficie comercial de una empresa de origen francés. Paradojas de la historia.
A pesar del énfasis con que el periodista envolvió su artículo, siete décadas después solo las letras talladas sobre la piedra identifican el motivo por el que se levantó el monolito en ese lugar. Pero la inscripción, deteriorada y semiborrada en la parte derecha, induce a diferentes interpretaciones de la fecha del suceso: en la actualidad no es legible ni el día ni el año.
Según dejó escrito en un artículo de prensa el historiador Hermilio de Olóriz en 1908, la inscripción rezaba así: "Aquí fueron afusilados 17 voluntarios y 17 padres de voluntarios por orden del gobierno intruso el día 20 de diciembre de 1812". Otros autores han fijado la fecha en el 9 de diciembre de 1812. Pero la documentación -en particular el libro de difuntos de Cordovilla y el archivo parroquial de Noáin- asiste a quienes aseguran que en la piedra quedó grabada una fecha equivocada. Que es hoy, 9 de diciembre, cuando se cumplen doscientos años de esas ejecuciones que engordaron la sanguinaria leyenda de Jean Pierre Mendiry, el jefe de la Policía francesa en Pamplona.
el ejecutor
Jean Pierre Mendiry
Las tropas francesas tomaron Pamplona el 16 de febrero de 1808, cuando asaltaron la fortaleza de la Ciudadela en la celebre batalla de las bolas de nieve. Para el mes de junio, las primeras partidas de guerrilleros ya corrían por los montes navarros para combatir al invasor.
No es hasta abril de 1810 cuando llega a Pamplona Mendiry para asumir el puesto de jefe de la policía de ocupación. Navarro de Saint Jean de Pied de Port, euskaldun, su actividad represiva sería recordada durante años. El Nerón de Navarra le llaman algunos autores. Cuentan que durante su estancia en Pamplona mandó fusilar a cerca de 300 personas, encarceló a unas 5.000 y deportó a medio millar. La historia de ese ejercicio de crueldad es paralela a la de su relación sentimental con una mujer de la ciudad, La Pepa, de quien dicen que ejercía una gran influencia sobre el militar en la toma de decisiones.
Olóriz da cuenta de que el 2 de octubre de 1811 fueron fusiladas nueve personas (cinco sacerdotes); el 20 de diciembre hubo 20 ejecuciones; el 9 son 42 los paisanos y voluntarios ejecutados; y anota en el 20 de diciembre los 34 fusilados.
Andrés Martín, en Historia de la División de Navarra, describe que, el día de la ejecución, Mendiry "camina, lleno de furor, en medio de los mártires, y autoriza este acto con su presencia".
las víctimas
Cadáveres sin identificar
Son el vicario de Noáin, Francisco Segura, y el de Cordovilla, Juan Pascual de Muruzábal, quienes dejan escrito el relato de los hechos.
"Certifico, el infrascrito vicario (...), que hallándome de párroco perpetuo del lugar de Cordovilla, Cendea de Galar, el nueve de diciembre del año mil ochocientos y once fueron pasados por las armas, por las tropas de Napoleón, en la carretera que se dirige a Tafalla, entre Noáin y Cordovilla, treinta y cuatro infelices voluntarios, padres e interesados de los mismos". Según recoge José Antonio Marcellán en su obra El clero navarro en la Guerra de la Independencia, el precedente escrito está adosado al folio 21 del libro correspondiente de difuntos de Cordovilla, que abunda en datos sobre lo antes referido:
"Año 1811. A las once de la mañana del día nueve de diciembre sufrieron la pena de muerte en el camino que dirige a Tafalla, antes de llegar al lugar de Noáin, treinta y cuatro personas del género masculino, de las cuales diez y siete fueron sepultados parte en esta iglesia de Cordovilla debajo de las escaleras del coro, y parte en un pedazo de tierra que para este fin se bendijo, tocante a la pared de dicha iglesia por la parte que mira a Pamplona, cuyo sitio se conocerá por el cerco de piedra que alrededor se hizo para precaverlo de cualesquiera profanación".
Sobre las horas posteriores a la ejecución y la identificación de los cadáveres, el vicario de Cordovilla aporta lo siguiente:
"Que habiéndolos tenido a inclemencia una noche y parte del día, nos mandó el jefe francés Mendiry al vicario de Noáin y al de Cordovilla diésemos por mitades sepultura (...). Mandé a efecto a cuatro muchachos del pueblo abrir una zanja detrás de la Iglesia a la parte norte, donde sepulté catorce, y en la iglesia al padre de los oficiales de Mina, llamados los Sisonar, chocolatero de Pamplona, a un oficial gallego y a otro primo del general Cruchaga, don Vicente Marco, y recompensé a los caritativos jóvenes con cuatro pesetas. Como ignorase los nombres, apellidos y naturaleza de los mismos y no me fuera permitido por entonces descubrirlos sin inminente riesgo de la vida, estampé la partida de modo que se encuentra truncada y con vacíos ya con la intención de extenderla adquiriendo en secreto algunas nociones de los difuntos ya por esperar calmaren los continuos compromisos".
En el escrito adosado al folio 21, Bernardo Sorauren, que figura como vicario interior de Cordovilla desde 1841, añade tiempo después: "No pudo el párroco averiguar quiénes eran todos los que se enterraron en dicha iglesia y tan solo pudo los que siguen:
Don Marcos Miguel, natural de Ustárroz, de edad de veinte y seis años; este es uno de los sepultados en el susodicho lugar de la Iglesia.
Don Celestino Chaves, natural de la misma Coruña, de edad de veinte y cuatro años; este se enterró fuera".
Por su parte, el periodista Fernando Pérez Ollo identifica entre los fallecidos a Bernardo Linzoáin Idoate, vecino de la calle Tejería, y que tenía dos hijos combatiendo a las tropas de Napoleón.
El libro parroquial de Noáin recoge estos acontecimientos a posteriori. El utilizado en 1811 lo devoraron las llamas en uno de los numerosos asaltos que las tropas francesas realizaron en la localidad, en la que además de prender fuego a su iglesia, amedrentaron de tal manera a sus vecinos que el pueblo quedó abandonado en 1812. "Noáin, incendiado por el enemigo, se convirtió en escombros", escribe Olóriz.
Rehechos desde 1814 los documentos parroquiales a partir de testimonios recogidos, añade a lo anterior que los entierros se realizaron en Noáin el 11 de diciembre. "De entre los diez y siete que se enterraron en esta parroquia, solo se conoció a José Arrieta, natural y vecino de Pamplona, de cincuenta años de edad, poco más o menos, de oficio cordelero, marido de Catalina Ortigosa, natural de la villa de Espronceda. Consta por deposición verbal de Manuel Elizalde, Martín Antonio Ayanz y otros vecinos de este lugar de Noáin. Dicho cadáver fue enterrado en la sepultura que hoy es de Pedro Subiza".
Cuentan que como colofón a su matanza, Mendiry mandó colgar algunos cadáveres de los árboles próximos. Sin embargo, otros autores afirma que fue Espoz y Mina quien ahorcó a 18 franceses en un lugar próximo como venganza. Paradojas de la historia.