Fue en 1789. Ahora, en 2012, el puente que abrió la ruta hacia Gipuzkoa y Álava, y que distribuye el tráfico que discurre por la avenida de Guipúzcoa y que procede de San Jorge y la Rochapea, se sustituirá por otro viaducto de 157 metros de longitud previsto para 2014. Antes de que se jubile, repasamos su historia.

PRIMEROS AÑOS

Nacimiento con polémica

Aunque fue en 1789 cuando el Ayuntamiento decidió construirlo, la obra finalizó en septiembre de 1790. Se constituyó con el fin de liberar al puente viejo de Santa Engracia del tráfico. Y, como muchas obras en esta ciudad, no estuvo exento de polémica. "Los vecinos y los diputados del barrio pusieron pegas porque pensaban que el puente les causaría daños en las crecidas del Arga", explica Bernardo Apesteguía, redactor de la revista Ezcaba y estudioso del tema. Los vecinos también se pronunciaron en cuanto al nombre. Oficialmente se denominó puente Nuevo de Santa Engracia (para diferenciarlo del puente viejo de Santa Engracia edificado en el siglo XIII), pero los residentes le bautizaron como puente de Cuatrovientos. "Lo relacionaron con una casa antigua llamada la casa de los Cuatro Vientos que se ubicaba en el puente viejo de Santa Engracia", expone Apesteguía. También cabe la posibilidad de que recibiese ese apodo por el cruce existente tras atravesar el puente.

años de gran protagonismo

Crucial en las guerras

El actual puente ocupó un lugar protagonista en las guerras que tuvieron lugar en la ciudad. "En 1795, durante la guerra contra la Convención francesa, las Cortes de Navarra estuvieron a punto de minarlo. Querían poder volarlo en caso de necesidad ante los enemigos", afirma Apesteguía. También en 1875, durante el bloqueo carlista, tuvo una gran relevancia. "Junto al antiguo molino municipal (situado junto al puente viejo de Santa Engracia) había una caseta. En ésta se estableció una guardia de soldados para vigilar la pasarela al ser un paso hacia Pamplona", indica. "La guardia estaba compuesta por un oficial, un sargento, dos cabos, seis centinelas, dos vigilantes y 20 personas", subraya.

eL TRÁFICO del siglo XX

Entre las galeras, el tranvía y los primeros coches

El puente de Cuatrovientos permaneció siglo y medio sin ensanchar. Por él transitaban las galeras: el transporte urbano de principios del siglo XX. En los años 20 comenzaron los primeros permisos de conducir en Pamplona. Así, en 1932 el viaducto albergaba un gran tráfico. Por su largo y ancho transcurrían vehículos, galeras y el tranvía, que pasaba al lado e iba desde la estación del ferrocarril hasta Pamplona. Se decidió ensanchar con hormigón de forma que desapareció el pretil de piedra. Craso error. La reforma no gustó a los vecinos. Al respecto, Apesteguía señala: "Pensaban que perdía su encanto, había mucho romanticismo. En Glosas a la Ciudad, de Ángel María Pascual, se recoge que 'el puente de Cuatrovientos posee un pegote de cemento y esto rompe la armonía. Un puente de cemento no es un puente, es un ejemplo de estática". Ya en los años 50 y 60, lo atravesaban autobuses urbanos, camiones y coches. "La construcción inicial no estaba planificada para eso", precisa Apesteguía. Respecto a los accidentes, el mayor se registró en 1933. "Un tren de mercancías descarriló junto a Villa Miranda. Pertenecía a la línea El Irati", explica. Pese a su gran tráfico, no se recogen accidentes iguales o mayores al mencionado.

Por otro lado, dado que el tráfico aumentaba y las dimensiones del puente se mantenían desde 1932, "se quiso construir un viaducto a distinto nivel sobre el puente. El objetivo era que acogiese a los vehículos que se dirigían a Gipuzkoa y el actual que aglutinara a los que iban a la estación o a Villava", afirma. Finalmente, el proyecto no se ejecutó. La última modificación del puente de Cuatrovientos tuvo lugar entre 1966 y 1967.

una zona industrializada

Rodeado de fábricas

Desde Cuatrovientos hacia San Jorge, la calle Norte contaba con muchas fábricas. "Tenía una vidilla propia", precisa Apesteguía. Y eso, indirectamente, afectaba al tráfico que fluía por el puente. La fábrica de Caucho (situada en el antiguo molino), de los años 50, era una de las cuatro industrias que se localizaban. Otra era la Azucarera de Eugui, ubicada entre el instituto Cuatrovientos y el citado puente (ocupaba la explanada y la rotonda). "Fue muy importante y se mantuvo hasta los años 70", señala. En aquella época se edificó la fábrica de Múgica y Arellanos (en el actual instituto de Cuatrovientos), dedicada a la venta de cosechadoras para el campo. Otra factoría fue la de abonos, situada al final de la calle del ferrocarril. Una tapia le separaba de la Tejería Mecánica Pamplonesa. Y junto al puente viejo de Santa Engracia, estaba la Fundición Arrieta. A todo ello hay que añadirle el ferrocarril (1880). "Todo estaba alrededor del ferrocarril y para ello se necesitaba el puente de Cuatrovientos", indica Apesteguía.

el adiós de un histórico

Un puente 'colgante' lo jubilará

Con el nuevo proyecto (el tercero que se presenta desde 2009), el actual puente se peatonalizará y volverá a su forma original. La nueva pasarela tendrá 157 metros de longitud, de los que 113 serán colgantes (sin apoyo alguno) y 27 metros de ancho. Contará con dos palas torre de 28 metros de altura en el lado de Trinitarios. La circulación fluirá en dos partes: en cada lado habrá dos carriles en el mismo sentido, una acera los dividirá y cuatro cables sostendrán la construcción. La obra costará 16 millones.

Al puente de Cuatrovientos (siglo XVIII) le persigue ahora el mismo destino que en su momento alcanzó al viejo de Santa Engracia (siglo XIII) -al que sustituyó-: ser recordado por el lugar, su estructura y el servicio prestado a la ciudad.