lesaka. Como en la capital, Lesaka también inició ayer al mediodía sus Sanfermines, con un chupinazo, al igual que el año pasado, con gran memoria histórica. Si en el 2011 el encargado de prender el primer cohete fue Justo Urkijo, un gudari vizcaíno de 95 años que llegó a Lesaka como prisionero republicano de un batallón disciplinario, este año el turno ha sido para Joxe Iturria Lasaga, de 97 años, y testigo directo de los bombardeos de Gernika y Durango, de los que se cumplen 75 años.
Joxe Iturria, viudo, estuvo acompañado por tres de sus hijos (Ana Mari, Antonio y Jokin, faltaba Juan Luis) y muchos de sus ocho nietos. Iturria se incorporó de su silla de ruedas, lanzó un animado "Lesakarrak, gora San Fermín" y deseó unas felices fiestas a sus paisanos, tras lo que el alcalde, Peio Etxabide, le impuso el pañuelo oficial. Iturria no quiso entrar en detalles de su odisea durante la Guerra Civil, en la que le llamaban Napartxiki (pequeño navarro), que relató en la edición de ayer de DIARIO DE NOTICIAS, "porque hoy es un día feliz y aquella fue una época muy triste". Iturria, que ha sido concejal y ezpatadantzari, también recordaba una anécdota con las vaquillas de la plaza. "El ingeniero jefe de la fábrica de Bera, Ángel Garín, vino invitado por el Ayuntamiento y enfrente del Txominea le dijo el médico, don Diego Olaetxea, "Vámonos dentro, no sea que nos pille la vaca", a lo que respondió que estas no hacían caso si no te movías. La cuestión es que la vaca vino, le metió el cuerno por debajo del pantalón y le dejó unos calzoncillos blancos al aire".
También los familiares de los presos de la localidad lanzaron los cohetes inmediatamente posteriores al de Iturria. Kontxita Rekondo, Miguel San Miguel, Maribi Gaztelumendi, Martin Sarasola y Joxe Antonio Portu, recordaron emocionados a sus familiares encarcelados en Alicante, A Lama (Pontevedra), Córdoba, Jaén y París, mientras lanzaban los cohetes. "Todos los fines de semana tenemos que hacer una media de 1.600 kilómetros para visitarlos 40 minutos", comentaban y agradecían el gesto del Ayuntamiento, ya que "aunque siempre hemos puesto en el balcón pancartas de recuerdo, siempre hemos tenido problemas y trabas. Este año, parece que hay un cambio de mentalidad en el pueblo, al igual que en toda Euskal Herria respecto a la problemática de los presos y la aceptación de la gente del pueblo se ha trasladado al Ayuntamiento y hemos podido recordar que no estamos todos en estas fiestas". El Ayuntamiento también quiso homenajear a los músicos Jose Mari Altzugarai Larrane y Tomas Rekondo por su ingente labor y les impusieron el pañuelo del Ayuntamiento, aunque a Rekondo más tarde, ya que había salido con los txistularis en kalejira.
Mientras, en la plaza comenzaba la fiesta con la tamborrada infantil y las kalejiras de los grupos de acordeonistas, trikitilaris y txistularis, más de un centenar de músicos de todas las edades. La tamborrada también tuvo su momento emocionante, ya que el director, Pepitto Altzugarai, tras 19 años al mando cedió la makila a José Agustín Mitxelena al llegar a la torre Zabaleta. Altzugarai recibió con los ojos humedecidos un ramo de flores por su dedicación durante estos años. Mitxelena, con los nervios lógicos del estreno, desempeñó con eficiencia su labor, "aunque había momentos en que apenas oía a los músicos". Por la tarde, los dantzaris de Tantirumairu ofrecieron un amplio repertorio de bailes y se celebró la tamborrada, con la comparsa de gigantes y cabezudos. Por la noche, punk-rock con los grupos locales Askatu y Arma Tiro Punk y baile con Trikidantz.