ante la polémica ocasionada por la decisión de la Comisión de Personal de Policía Foral de interponer una denuncia por si los hechos acaecidos el pasado 1 de abril, en el Volatín de Tudela, pudieran ser susceptibles de constituir un ilícito penal, esta Comisión quiere manifestar lo siguiente:

1. Está muy lejos de nuestra intención entablar pleito alguno con las entidades sociales y culturales de Navarra, y desviar nuestras fuerzas y nuestro tiempo hacia tales polémicas. Bastante tenemos con los problemas que nos genera la Consejería de Interior, con los señores Morrás y Elizalde a la cabeza.

2. Ahora bien, la Orden del Volatín debe entender que se ha puesto en entredicho la imagen y la honorabilidad de nuestro colectivo y que, tras conocer el malestar creado -principalmente entre los compañeros de Tudela y en buena parte también de la propia sociedad tudelana-, tenemos la obligación de ponerlo en conocimiento de la autoridad judicial por si hubiere alguna falta o delito de injurias o calumnias.

3. Quizá el problema de todo este asunto puede estar en el "guion teatral" del acto en sí y en que, tal vez, no se meditó lo suficiente la elección del disfraz. Según las crónicas, el muñeco del Volatín va disfrazado según lo que durante ese año haya despertado indignación o burla en la sociedad, de forma y manera que posteriormente se procede a su destrucción mediante el sistema del petardo en la boca. De ahí también el texto que acompaña el momento previo a la destrucción, en el que se dice que se le castiga por todo lo que "representas de maldad, corrupción y deshonestidad". Efectivamente, esto no cuadra con el hecho de que luego se afirme que, en realidad, lo que se pretende es elogiar la labor de un determinado colectivo y, en este caso concreto, reivindicar la boina.

Hay cierta disonancia entre lo que se dice y lo que hace, y por ello animamos a que se corrija en futura ediciones, o al menos, no se cuente con nosotros para ello.

4. Los policías forales tenemos sentido del humor, aunque últimamente nos están agriando el carácter con las decisiones que están tomando desde la Consejería de Interior. Una Consejería que, por cierto, no ha abierto la boca en ningún momento ni ha terciado en esta polémica. Como si de modernas versiones de Pilatos se tratase, ni el consejero ni el director general de Interior, ni el jefe de la Policía Foral han salido en defensa pública de nuestro colectivo, entendiendo que el asunto no lo merecía y desoyendo claramente el malestar producido.

Para el año próximo, proponemos a la Orden del Volatín que quien salte por los aires sea un muñeco que represente al Gobierno de UPN. A ver si guardan el mismo silencio. A ver si les hace la misma gracia.