JAVIER Arbizu, cocinero de la selección española de futbol desde 1991, se acercó este pasado sábado a la sociedad Kattagorri de Lekunberri para hablar sobre cocina, fútbol y mucho más. Cómo no, el encuentro tuvo lugar alrededor de una mesa, con la participación de más de 60 personas. Arbizu, natural de Ziordia, aprendió el oficio en San Sebastián. Tras pasar por el mítico Juanito Kojua, donde trabajÓ durante 10 años, en 1974 refundó el restaurante Salduba. En los 80 comenzó a colaborar con la Real Sociedad, desde donde pasó a la Federación Española de Fútbol. Hasta ahora.
Este ziordiarra se encarga de alimentar a la elite del fútbol de España, desde la sub 16 a la absoluta, además de la selección femenina de fútbol y fútbol sala. Son más de dos décadas dando de comer a jugadores y técnicos, unas 40-50 personas de media. "Todos comemos igual", observa Arbizu, quiEn conoce los gustos de cada jugador. "Son como mis hijos", apunta.
Arbizu viaja dos días antes que el resto del equipo para que esté todo a punto. Según el destino, la comida se adquiere en El Corte Inglés y se envasa, cumpliendo todos los requisitos sanitarios de cada país. El aceite de oliva y la pasta son los productos que no faltan en el menú, de 2.400-2.600 calorías, programado por el equipo médico. "Es una cocina distinta, muy light", observa Arbizu. "Mucha ensalada, pasta, verduras, carne a la plancha, lácteos, frutas... El pescado es lo que menos les gusta", apunta.
Los jugadores comen cinco horas antes del partido. En cada encuentro pierden alrededor de 2-3 kilogramos. "Si el partido es único o final, normalmente suben al avión y se les da comida salada como bocadillos de jamón para que beben mucha agua para recuperar el peso perdido", señala. Cuando entre los encuentros hay varios días, Arbizu les da alguna alegría, como txistorra o callos.
En el encuentro en Lekunberri no faltaron las anédotas, como una sucedida entre Lituania y Estonia. "Llevábamos una furgoneta con capacidad para 3.500 kilogramos y eran 3.610 ", recordaba Arbizu, que entonces pesaba unos 120 kilos. La solución fue cruzar la frontera a pie. "Nevaba pero no era cuestión de dejar nada", apuntó.
Con la maleta siempre preparada, -el jueves viaja a Croacia-, Arbizu pasa una media de 200 días al año fuera de su casa en San Sebastián, viajando por todo el mundo. "Hacer amigos y conocer el mundo es lo mejor de este oficio. El deporte une mucho", apunta, al tiempo que señala que a pesar de que cumple 65 años no piensa en la jubilación.