Un clásico neoclásico. Un clásico por estar grabado en la memoria imaginaria de la infancia de todos los navarros. Un tan armonioso como imponente lienzo que se abre de suroeste a noreste como una hoja de portalón para dar el paso al corazón de la Cuenca de Pamplona y a la mismísima y vieja Iruña. Neoclásico por responder al diseño de Ventura Rodríguez, siguiendo las pautas y el estilo de la época de finales del s. XVIII. El acueducto de Noáin es un colosal y todavía poco valorado monumento al que cortan diversas trazas de paisaje natural y humano. A sus 224 años de vida le cruzan los ríos Elorz y su afluente Besaire. Y las intersecciones de comunicación son la vía férrea, una carretera comarcal y la Autopista de Navarra. Y por aire, es punto de referencia a vista de pájaro de los pasajeros de los vuelos que llegan y parten del cercano aeropuerto también noaindarra.

Al este, las laderas de El Perdón o Erreniega, donde el 30 de junio de 1521 se libró la cruenta y desdichada batalla de Noáin, son testimonio mudo del arranque de la Traída de Aguas a Pamplona desde los manantiales del paraje de Artadizarra y de Subiza, Esparza y Arlegui. Desde esas cotas altas (645 m) de la Sierra de El Perdón bajó canalizada el agua y, para nivelar la pendiente en la hondonada de Noáin, se erigió con unos 40.000 pesados sillares de piedra y el esfuerzo de un ejército de hombres y aparejos esta armoniosa y ciclópea arquería para, así, empalmar con la sierra de Tajonar. Y seguir luego, cual Guadiana y en cóncavo viaje, tierra adentro hasta el Valle de Aranguren, y de nuevo a través de arcos, murallones y conductos internos y exteriores, hasta Mendillorri y el casco histórico pamplonés.

El Acueducto de Noáin, cuando vas a visitarlo, no deja de acompañarte ni de mirarte con sus noventa y cuatro enormes ojos y te invita a gozar de un laberíntico y sinfín de caminos, vericuetos, pasos, huertas y campos. En un juego que te ofrece, él ejerce de telón de sombras y transparencias. Una maravillosa interacción entre naturaleza y un paseante al que le brota fácil la inspiración. Es filón inagotable de escenas para el disfrute visual y para los amantes de la fotografía. Paradisíaca abundancia para la imaginación y el retrato. Simetrías múltiples, grecas, ritmos, ángulos y luces inverosímiles?

Cercenados los muy trabajados planes de 1774 de la Traída de Aguas a Pamplona del ingeniero hidráulico francés Francois Gency, el embrión de este acueducto tomo vida en la mente ilustrada del reconocido arquitecto Ventura Rodríguez, que en el año 1782 ya presentó hasta 12 planos de lo que sería el sistema hidráulico de nivelación del terreno. Mas la dirección técnica y ejecución (como ocurriera con la portada de la catedral) sobre el terreno estuvo a cargo de Santos Ángel Ochandátegui y su ayudante Francisco Alejo Aranguren.

En 1785 fallecieron Rodríguez y Aranguren. La obra de la Traída de Aguas a Pamplona y su singular acueducto quedaron inaugurados a las diez y media de la noche del 29 de junio de 1790 con la salida del agua por los 24 caños de la fuente de los fosos de las murallas, junto al portal de Tejería. Más tarde, el agua llegó a las cinco fuentes pamplonesas diseñadas en 1788 por Luis Paret. Todavía tres de ellas, las de las plazas del Consejo y de Recoletas y la de la calle Descalzos, están en funcionamiento. En 1860 está documentada la mejora técnica en el acueducto con la colocación de unos tubos conductores metálicos por parte del arquitecto Maximiano Hijón.

El acueducto midió 1.245 metros de longitud; hoy la arcada realizada en mampostería mide menos, 1.220 metros a consecuencia de una amputación en 1974 en su lado noreste para la construcción de la autopista. Y tuvo 97 arcos de medio punto de 8,36 m y hasta 18 m. de altura de diámetro. En la actualidad son solo 94, dos menos por el paso de la mentada autopista y otro menos por convertir dos en uno escarzano más ancho (17,10 metros) para dar paso a la vía del ferrocarril en 1858. Y ¡ojo! ¿Qué será del futuro trazado del tren de alta velocidad?

En 1939 el ayuntamiento lo cedió a la diputación, que interviene por primera vez entre 1941 y 1942 para reparar 4 arcos afectados por el agua en la misma cuenca del Elorz. Esta reparación en hormigón evitó que el acueducto cayera en efecto dominó. Esta reparación ya habla del carácter monumental que la diputación otorgó al acueducto hace 73 años. Por decreto foral de 16/3/1990 el Gobierno de Navarra lo calificó como monumento protegido. Su restauración se realizó desde 1990 a 2002 en 11 fases.

Para conocer mejor esta obra se recomienda el libro Gravedad o presión, fenomenal estudio de Roberto Villamayor Fernández (GN, 2011); y para disfrutar in situ, ir con un enamorado de la obra, como el actual alcalde de Noáin Sebastián Marco.

La traza sencilla, bella y grandiosa de este acueducto es producto de un genial y sabio espíritu y unas artísticas manos que han convertido al Valle de Elorz en un maravilloso paisaje pleno de simbología. Esta obra es una de las principales hermosuras neoclásicas de Europa. Y toda la instalación de Traída de Aguas a Pamplona merece, sin duda, el que se preserven sus componentes, muchos de los cuales, aún no arrasados por el tropel urbanístico moderno, se encuentran todavía en interesante estado, y que se divulgue de forma pública su valor técnico, arquitectónico e histórico. En especial, su retablo mayor, que es este monumental Acueducto de Noáin.

En 2015 se cumplirán 225 años de la inaguración del acueducto y del resto del conducto de agua cuya obra dirigió Ochandátegui