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¿San Nicolás, sí; Casa Buttini, no?

Si el Ayuntamiento de Tudela preguntara a los tudelanos qué desea hacer con la capilla de Santa Ana, seguro que le responderían: cubrirla de oro. ¿Es éste un criterio aceptable y realizable?, sin duda no.

Estos días de controversia en torno a la iglesia de San Nicolás, son ya cinco los artículos de historiadores, arqueólogos y otras personas donde se nos relata la historia y avatares del antiguo templo religioso y donde encarecidamente y, bajo argumentos de peso histórico y artístico y patrimonial e incluso legal, se recomienda salvar y llevar a cabo la ansiada reforma de la antigua iglesia de San Nicolás.

En todos los artículos he visto una reiteración de ideas y una falta. Lo que he echado en falta es una visión de la ciudad, en torno a las épocas por donde se desarrollaban los cambios en su morfología, de ser una antigua iglesia románica a la actual barroca con su torre mudéjar y su tímpano románico.

Quiero decir que mientras la iglesia cumplía con su función, la ciudad de Tudela no abarcaba más allá de lo que es el Casco Antiguo, y toda la vida de la ciudad se desarrollaba en torno a sus calles; actuales, Rúa, Caldereros, Carnicerías,? calles que hasta hace cincuenta años seguían con vida. Solo tenemos que recordar la calle Rúa con todos sus bajos como tiendas y comercios. Hoy deberían darse una vuelta y localizar un bar, una peluquería, un estanco, una cafetería y una verdulería. No hay más, si quieren cuenten el anticuario, que en estos días se nos jubila y que es el único foco de atención para los turistas que estos días pasan por Tudela.

Yo quisiera también saber dónde estaban todos los historiadores cuando el antiguo palacio de los Heredia y Espinosa (para localizarlo, el edificio donde estaba el antiguo comercio de las Butini), en la calle Herrerías, palacio también protegido por Príncipe de Viana, pasó a convertirse en unos apartamentos de lujo, cambiando toda la volumetría y la fabulosa escalera que contenía. Era un edificio civil, en vez de uno religioso. En este edificio no hubo ningún problema ni ningún artículo.

Y éste es el problema. La falta de criterio político, la aportación de los técnicos es importante e indispensable pero lo que he echado de menos en Tudela es un criterio de ciudad, los planes que se han creado han fallado.

Hay que repasar cómo se ha creado ciudad en este último cuarto de siglo para tener una idea de dónde estamos ahora. Los últimos ocho años han sido los más significativos en cuanto al fracaso en los planteamientos urbanísticos. Con la consiguiente deuda que el Ayuntamiento arrastra y que lastra a sus ciudadanos.

Como uno de los primeros errores que hoy pagamos está la implantación de las Escuelas Universitarias en las afueras de la ciudad, y no haberlas implantado en los palacios que hoy yacen olvidados y en ruinas en nuestro Casco Antiguo.

Hay que agradecerle a Luis Campoy su energía en ese empeño, pero recordarle que también se planteó su instalación junto a un gran campus que uniría ETI, Instituto Benjamín de Tudela y la Universidad, campus que no vio, ni verá la luz.

Y entiendo que pensar en una ciudad futura de 50.000 habitantes es un caramelo para cualquier político que no tenga los pies en el suelo, y es esto lo que venimos sufriendo desde hace veinticinco años.

Hoy con la crisis, nuestra crisis, sería deseable pararse a pensar antes de seguir arañando un sueño que se aleja a pasos de quinquenios. Allá donde miro veo parches, parches muy caros, el próximo es el que se realizará en la iglesia de San Nicolás.