Asier, el Ángel sin dudas
Miles de personas asistieron a la ceremonia de la Bajada del Ángel de Tudela, una Fiesta de Interés Turístico Nacional que ayer protagonizó el niño de 8 años Asier Jiménez Mazo y que simboliza el anuncio de la Resurrección a la Virgen.
Estaba ayer el cielo mullido de nubes, casi como para no salir de la cama en todo el día. Pero Asier se sacudió el sueño de madrugada, hacia las cinco y y veinte, para asearse y vestirse él solo. Andaba su familia alborotada por la casa y los murmullos le sirvieron de despertador en la mañana más intensa de su breve vida. "Está muy tranquilo y con muchas ganas, nos ha estado animando para que nos diéramos prisa", comentaba Ainhoa Mazo, la madre del niño. Faltaba entonces apenas hora y media para que diera comienzo la ceremonia de la Bajada del Ángel y tanto ella como su marido, José Luis Jiménez, intentaban templar los nervios a los que Asier parecía inmune. "Me da seguridad verlo a él tan controlado, pero no puedo evitar este nudo aquí", decía el padre echándose la mano a la altura de la boca del estómago, en el lugar donde se agarra la incertidumbre.
ritual previo "Alégrate María porque tu hijo ha resucitado". Con este mensaje a voz en grito, suspendido en el aire sobre una multitud en silencio, Asier Jiménez Mazo, de 8 años, arrancó el luto de la Virgen y cumplió con una de las tradiciones tudelanas con más repercusión turística y emocional de la ciudad.
Un año después de que Miguel Ángel Vallejo descubriera en él esa parte invisible que los ángeles solo muestran el día de la Bajada, Asier desplegó sus alas y entró a formar parte de la historia de un acto declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional.
Lejos de impresionarle esta etiqueta, el querubín anduvo, antes de cumplir su tarea anunciadora, compartiendo travesuras con los angelitos de años precedentes, que se reúnen en casa del matrimonio Vallejo-Arregui para desayunar y acompañar al debutante en el ritual de la vestimenta.
Andaban colocándole el corsé al niño cuando empezó a arreciar la lluvia en el exterior. "Han llamado del Ayuntamiento. Que si vamos a salir o no". Ni se tuvo en cuenta la posibilidad de abortar la misión, aunque sí se sacó del cajón el chubasquero con el que luego se cubriría la imagen de la Virgen enlutada por la muerte del hijo.
"¿Te duele algo? Estira los brazos". Mientras Goyo Terrén y Pachi Cambra le ajustaban el corsé que lo une a la maroma que cruza la plaza de los Fueros, Asier miraba a uno y otro lado del salón lanzando un mensaje sin palabras en el que se leía que, sin duda, todo iba a salir tal y como tantas y tantas veces había ensayado con su padre y su abuelo en las últimas semanas. Y así fue.
emocionado Como suele ocurrir cuando el día sale torcido meteorológicamente hablando, la apertura del templete del que sale el Ángel parece abrir una grieta en el cielo por la que, aún lloviendo, se escapa un rayo de luz. Las nubes respetaron una vez más esta ley no escrita y Asier, que braceaba de camino a la Virgen, avanzó sobre lo que antes había sido un mar de paraguas. Se tambaleó la imagen por un momento, quizás al verlo llegar tan seguro de sí mismo, y todo pasó en unos segundos que estallaron en aplausos.
Sólo al regreso, el Ángel, que se emocionó hasta casi el llanto en el abrazo de recibimiento de su padre tras el vuelo, volvió a ser un niño otra vez.