Estas piedras preciosas, las esmeraldas, son de color verde. Su nombre es un relance de la palabra griega smaragdus, que significa eso, piedra verde. Es gracias a este bello color incomparable en la nómina de los minerales, que la esmeralda se ha convertido como una denominación de una tonalidad: verde esmeralda. La esmeralda simboliza la belleza, el intelecto, la clarividencia y el amor armonioso. Y se podría detallar cintíficamente más su composición y los valores que atesora; pero la profundización en el origen y vicisitudes históricas de esta, la esmeralda de Miramamolín, supone más enfrentarse a un arcano que a investigaciones tan profesionales como definitivas. Quizá ahí esté, en las leyendas acrisoladas sin base erudita, la gloria de esta piedra. Sería serio y lógico que esa joya, conquistada en el palenque moro hace 802 años y que viene a ser en el escudo de Navarra lo que la plaza del Castillo es en el entramado medieval de las calles de la vieja Iruña, que fuera mejor investigada y conocida. Después de ocho siglos de heráldica de nuestro reino, hoy, oficialmente desde el 10 de agosto de 1982, el escudo de Navarra está formado por cadenas de oro sobre fondo rojo, con la esmeralda que nos ocupa en el centro de unión de sus ocho brazos de eslabones y, sobre ellas, la corona real, símbolo de nuestro Reyno.

en el museo de orreaga Ver la legendaria esmeralda es fácil y una excelente opción, que siempre es visitar Roncesvalles, la mítica puerta de los Pirineos vasconavarros que se apoya en las laderas de Ortzantzurrieta y Altobizkar, está vigilada por las enigmáticas y altivas obras centinelas de Urkulu y Lindux, e indica camino hacia la maravillosa llanada de Auritz-Burguete. Lugar donde la alquimia triunfa casando al Pirineo con la Historia. Quizá la alianza inseparable de esta fusión es esta esmeralda que, recordemos, es una joya selladora de la armonía. Paseo montañero que bien se puede consultar en www.rutasnavarra.com y acordar cita con Auría Orrega (948 790 480) para conocer de primera mano, con la sabia y encantadora puesta en escena de Julio y Asunta, entre otros, el conjunto de Orreaga. En el museo, a la derecha, en una vitrina que comparte, entre otros objetos, con el ajedrez de Carlomagno (siglo XIV), encontraremos la famosísima esmeralda de Miramamolín. Quizá tendría sentido que esta esmeralda ocupara lugar principal y también quizá haciendo conjunto con las cadenas originales de la batalla de las Navas de Tolosa, de las que un tramo se encuentran a pocos metros, en el claustro de la colegiata junto a la tumba de Sancho el Fuerte.

Una de las leyendas dice que la esmeralda lucía aquel 16 de julio de 1212 en el turbante del Miramamolín, al que le decían el Verde por su gusto por estas preciosidades. El moro, al huir, la perdió en tu tienda y Sancho la cogió y mandó incrustar en su escudo. También se pinta el pasaje con que la esmeralda era la pieza principal de la portada de un Corán. Está por comprobar que la esmeralda se cite en la Gran Enciclopedia del Islam como un objeto sagrado ultrajado por la Cristiandad. En uno de las grandilocuencias de Gadafi, anterior jefe del estado de Libia, se mencionó, además de reconquistar para el Islam el Alandalus, el recuperar esta esmeralda. También un estudio de 1982 afirma que esta gema fue traída desde las minas de Chivor o de Muzo de Colombia en el siglo XVI. En esta existencia, tan maravillosa como oculta, también se menciona que tras la Guerra Civil llegó a ser regalada al Generalísimo Franco, pero que comisionados navarros con buen criterio lo impidieron.

La esmeralda es el núcleo de un colgante fantástico con forma de concha de unos 51 mm de alto, 39 de ancho y 19 de profundidad; y rodeada de 38 incrustaciones del mismo color formando dos aros de 16 la interior y 19 la exterior; y 3 en la parte superior. El marco es de oro esmaltado en blanco en el reverso. El pedrusco es del tipo gota de aceite, con bellas imperfecciones o jardín interior. La concha venera es del siglo XVI o XVII.

Recuerdo cómo a comienzos de los años 70 del siglo pasado un familiar aumentó más si cabe mi imparable ilusión infantil en torno a la esmeralda, cuando me contó que la había tenido en la mano porque se la había dejado coger el prior y que éste la ponía a buen recaudo todas las noches debajo de la almohada de su cama.

Verde esplendoroso y belleza mágica el de esta esmeralda; maravilla de oculto terciopelo; y de colosal valor histórico. Su origen quizá sea el secreto transmitido durante siglos de prior en prior de la Real Colegiata de Santa Mª de Roncesvalles. Otra incógnita que la hace más mítica y querida.