Pinchos y moteros en Villava Errialde,
Desde hace 13 años Eduardo Iribas y Alfredo Belarra regentan uno de los 21 bares que lanzan la Semana del Pintxo de Villava: delicias a tres euros, vino incluido
villava - "Una sociedad es como un matrimonio". Así describe Eduardo Iribas la especial relación que mantiene con Alfredo Belarra, su socio en el bar Errialde de Villava-Atarrabia desde hace 13 años. Un local que, entre pinchos y objetos que hacen alusión a su vinculación con el mundo motero, es ya uno de los más característicos del municipio, y uno de los más activos impulsando distintas actividades. Eduardo confiesa que la hostelería es un sector "duro", pero asegura que ambos socios todavía mantienen la ilusión.
Cuando Eduardo y Alfredo contaban con 30 y 31 años (ahora tienen 43 y 44), y después de trabajar juntos en una empresa de hostelería, decidieron "casarse" y empezar a trabajar en su propio negocio. "Estuvimos un año alquilados y como se trabajaba mucho decidimos coger una hipoteca. Ahora ya llevamos 12 años con el local en propiedad", recuerda Eduardo. Él llevaba trabajando en hostelería desde los 18 años, y Alfredo siempre había estado relacionado con ella por un negocio familiar.
Ambos socios, pese a ser de Pamplona, no dudaron en alquilar el Errialde cuando se les presentó la oportunidad, por la buena fama que, en su opinión, atesoraba el local. "Lo dejaron sus dueños tradicionales y a nosotros nos gustaba porque era un sitio que tenía nombre y funcionaba. Era conocido, y en fiestas siempre te dejabas caer por aquí", apunta Eduardo.
En un local con historia en la localidad, los socios han aportado su grano de arena, dándole el toque motero que actualmente le caracteriza. "Alfredo es motero de siempre, y el bar se ha convertido en la sede del motoclub de Villava", explica su socio. "En las hermandades de clubes, al estar vinculados, los motoristas que vienen de Tudela o Santesteban suelen parar en la sede de aquí, al igual que cuando van de Pamplona paran en esas sedes. Es un círculo", añade. Hace apenas tres meses, fue en este bar donde tuvo lugar una concentración motera de Navarra que reclamaba un mundial en abierto.
un camino duro Cuando Eduardo y Alfredo alquilaron el establecimiento, eran tiempos en los que Villava-Atarrabia era un municipio con "mucho ambiente", algo que Eduardo no cree que haya cambiado, pese a que ahora las circunstancias económicas impiden que se salga tanto como antes. "Villava es un pueblo que se mueve, es un pueblo con vida y siempre lo ha sido", destaca. Como último ejemplo, puede citarse la II Semana del Pintxo, que tendrá lugar desde hoy y hasta el 18 de mayo, organizada por 21 establecimientos de la villa, Errialde entre ellos.
Con iniciativas como esta, intentan animar a los villaveses a consumir en la localidad para luchar contra la crisis. "Somos un sector que lo tiene difícil, porque la gente no tiene para comer en casa, así que menos para comer en los bares", señala Eduardo. "Estamos aquí y no es poco. Hay que ir trabajando día a día y haciéndolo lo mejor que podemos", añade.
En cualquier caso, para él, el balance es positivo: "Lo llevas como puedes porque es algo que te gusta, llevas toda la vida dedicándote a ello y tienes la ilusión de ver tu propio negocio y crecer, aunque no esperaba que fuera tan largo y tan duro".