ELIZONDO - La voladura en la cantera de mármol de Alkerdi en Urdax provocó el pasado martes el pánico de los vecinos y los numerosos visitantes que se encontraban en la localidad, por la enorme potencia de la deflagración. Al parecer, en la voladura se utilizaron 2.000 kilos de dinamita, según han podido conocer los vecinos, una cantidad jamás usada en una cantera que está a 500 metros de la localidad y muy próximas a los valiosos yacimientos arqueológicos de Berroberia y Alkerdi para los que se tramita declaración de Patrimonio Cultural de la Humanidad ante la Unesco. “Serían las tres y diez de la tarde”, explica Gema Sarratea, esposa de Mattin Arrieta y propietarios del restaurante Ikaburua, “cuando escuchamos una explosión brutal y la gente que llenaba el comedor y nosotros mismos nos llevamos un susto de muerte”. Lo mismo ocurrió a la entrada de las cuevas de Ikaburu, en la que se hacen visitas guiadas por turnos dado su elevado grado de protección, donde la gente que esperaba a entrar “se quedó aterrorizada, empezó a gritar, los niños a llorar y claro, ¿a ver quien era el guapo que se atrevía a entrar”, indicó un matrimonio catalán que quería visitar las instalaciones rupestres.

Según comentan los vecinos, la cantera ha sido vendida (aunque se desconoce si en parte o en su totalidad) a la empresa Durruty de la vecina localidad de Sara (Laburdi) donde también se notaron los efectos de la voladura. La explosión originó una densa nube de arena y polvo que era visible a distancia y al caer se depositó en varias praderas de explotaciones ganaderas y sobre las mismas casas. Ayer, el Ayuntamiento de Urdax se reunió en Pleno extraordinario, y un centenar de vecinos se reunieron en una asamblea para tratar el asunto y decidir las medidas a adoptar.

DE ESPECIAL PROTECCIÓN

Con permiso. La cantera de Urdax era en octubre de 2013 de Mármoles del Baztan, S.A., cuando el Gobierno de Navarra le concedió una prórroga de 30 años a partir de la caducidad, fijada para el 8 de noviembre de 2014. En esta ocasión, se autorizó “una sola cuadrícula minera de las cuatro solicitadas”, luego se deduce que la voladora tenía permiso pero no se sabe si de tal magnitud. Un estudio arqueológico de Ignacio Barandiarán, advertía sobre el efecto de la cantera y pedía mayores medidas de protección.