corella. Organizado por la Asociación Cultural Tambarria de Corella, el anarquista cascantino Lucio Urtubia presentó en la localidad ribera el segundo libro sobre su vida que ha editado Txalaparta. El centro joven de Corella se quedó pequeño ante la expectación que se había creado hasta el extremo de que más de 150 personas asistieron a la charla.

En su intervención Urtubia relató que ahora, a sus 83 años, no siente rencor ni odio hacia su tierra, pero que durante muchos años sintió por Navarra “mucho odio, porque lo único que me había dado esta tierra cuando era niño fue odio, rencor, injusticias y crímenes. Eso es lo que yo viví en mi infancia”. De su etapa escolar con las hermanas carmelitas, Urtubia recordó que “no aprendí nada; apenas enseñaban un poco de gramática, geografía e historia. El resto del día lo pasaban rezando o dando historia sagrada”. Pasada la etapa de la escuela religiosa, el cascantino pasó con 10 años a otra escuela en la que “nos pegaban” y el maestro no hacía otra cosa que “pasearse siempre con el misal bajo el brazo, no enseñaba nada, desde el punto de la mañana con la bandera franquista solo cantábamos el himno nacional y el Cara al Sol.

Ya de joven hizo el servicio militar en el regimiento de artillería de Logroño, donde trabó amistad con unos gallegos responsables del almacén de donde todos los días sacaban víveres escondidos que vendían a un señor de Logroño. Por esta razón en 1954 desertó y abandonó el servicio militar “para evitar ser acusado e incluso condenado a muerte por robar miles de botas, camisas y relojes valorados en varios millones de pesetas, cuando los que habían realizado aquel robo eran oficiales”.

Al desertar, Urtubia pasó a Francia y llegó hasta París, donde vivían dos hermanas suyas. En la capital gala conoció a un grupo de catalanes anarquistas de la CNT que habían participado en la liberación de París del dominio nazi. Precisamente, acudiendo al local de la CNT en París para aprender francés Lucio Urtubia conoció a mucha gente que daba conferencias sobre las colectivizaciones en la Guerra Civil. Junto a otros compañeros decidieron falsificar travel checks del First National City Bank pues el castigo por ello era menor que por falsificar dólares. Reunieron 150 kilos de estos cheques (tenían un valor de 20 millones de dólares) que les sirviera para financiar movimientos revolucionarios de la época, “aunque parte se destinaba a la solidaridad”.